Una evaluación objetiva de la elección en Chiapas debe partir de considerar el contexto en que ocurrieron los comicios y las responsabilidades que cada autoridad involucrada tenía que cumplir. Fue el primer ejercicio electoral que realiza un Órgano Publico Local Electoral (OPLE), en una elección no concurrente con la federal. El año que entra se realizarán 13 elecciones de este tipo, 12 de ellas para gobernador de sus estados.

El INE era responsable de la capacitación de los funcionarios de casilla y de la instalación de las mismas. Con ese apoyo, el OPLE de Chiapas fue exitoso al instalar el 99% de los centros de votación. Podría decirse que con ello, más el correcto funcionamiento de los sistemas y del PREP, las elecciones cumplieron adecuadamente las expectativas. Ciertamente, el PREP empezó a funcionar un poco tarde y se presentaron incidentes en varios de los 122 municipios que componen la entidad. Con todo, el balance es positivo, especialmente si se considera el nivel de participación en una elección intermedia (mas del 55%).

Entre los aspectos a destacar se encuentra la novedosa figura del “diputado migrante”, electo por los chiapanecos residentes en el extranjero, y cuya principal labor será representar a quienes no residen en territorio nacional, pero mantienen un estrecho vínculo con los ciudadanos de la entidad. Fue un ejercicio exitoso, aunque mejorable.

A pesar de todo, la elección se complicó en los días previos a la jornada electoral, debido a la sentencia del Tribunal Electoral, de hacer valer la paridad de género en la elección local, tal y como lo establece la ley. Esta determinación obligó a los diez partidos nacionales y a los dos locales, a modificar sus listas de candidatos, presentar 50% de hombres y 50% de mujeres, ya sin tiempo de modificar la boletas electorales y sin oportunidad de que los nuevos candidatos hicieran campaña. Es innegable que estos cambios trastocaron la calidad del proceso y generaron crítica al desempeño del OPLE, independientemente de que la organización de la elección fuera correcta.

Por lo demás, los hechos violentos ocurridos en varios municipios, las riñas entre partidos políticos (PRI vs. PVEM), los conflictos entre comunidades de la frontera entre Oaxaca y Chiapas, y la pretensión de partidos perdedores en Ocosingo por anular la elección, terminaron por empañar una elección básicamente bien hecha, en un contexto aún más complejo en el que se desarrolló la elección federal, y evidentemente con más incidentes.

Las lecciones están a la vista. A partir de la experiencia de Chiapas, el INE enfrenta la oportunidad de definir con precisión el papel que desempeñará en las 13 elecciones locales del 2016 y cómo ejercerá la supervisión y rectoría de esos procesos. Para el OPLE de Chiapas, es tiempo de evaluar, fortalecer sus políticas y esperar los resultados del procedimiento sancionatorio que realiza el INE y que ordenó el Tribunal Electoral. Una lección es clara para todos los OPLES: la paridad de género en las candidaturas de todos tipos es una norma que deberá aplicarse con estricto rigor.

La elección en Chiapas entra ahora en la fase del cómputo definitivo de los votos y después en la etapa de los Tribunales. Ahí se dirimirán acusaciones sobre la presunta ilegalidad de algunos procedimientos o si deben anularse las elecciones en distritos conflictivos. La violencia que se presentó seguirá siendo reprobable, pero no es imputable a la autoridad electoral. Sigo creyendo que el balance es positivo. Fue una experiencia aleccionadora haber vivido esa elección.

Consejero electoral del INE.
@ArturoSanchezG

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