Después de la devaluación del peso en 1995, México no había registrado déficits en la cuenta corriente externa (exportaciones menos importaciones de bienes y servicios) que causaran preocupación. Hoy, sin embargo, el déficit externo será de nuevo un tema importante.

La lección de la crisis de 1994 quedó aprendida y las autoridades adoptaron un tipo de cambio flotante, el cual ayuda a evitar la sobrevaluación del peso, o, por lo menos, a permitir su ajuste. Así, el peso se ajustó, iniciando el año en 15 por dólar y bajando ahora a 16.5.

Aparte del tipo de cambio flotante, México tuvo mucha suerte. Los precios del petróleo llevaron las exportaciones petroleras de 10 mil millones de dólares en 2005 a 56 mil millones en 2014. Aun cuando el volumen de producción ha bajado desde 2004, esos ingresos dieron sostén a la cuenta corriente externa.

En otro golpe de suerte, la Reserva Federal estadounidense derrumbó su tasa de interés e inyectó recursos sin precedente a los mercados financieros para combatir su recesión. Esto causó niveles muy altos de liquidez a nivel mundial que buscaba dónde ser invertida. México fue uno de los destinos de estos recursos.

Así, el déficit corriente fue bajo por los altos precios del petróleo. Y en la cuenta financiera de la balanza de pagos hubo superávits por entradas de inversiones extranjeras que encontraron atractivos los valores del gobierno en pesos. México recibió inversión externa, tan sólo en instrumentos gubernamentales, por 146 mil millones de dólares entre 2010 y 2014.

Esas inversiones en valores no se convirtieron en inversiones físicas. De ahí que las reservas internacionales del Banco de México sólo podían aumentar y pasaron de 90 mil 800 millones de dólares a fines de 2009 a 196 mil millones en enero de 2015.

Desde finales de 2014 estas condiciones comenzaron a cambiar. Los precios del petróleo han perdido más de la mitad de su valor de 105 dólares por barril en febrero de 2015. Las entradas de capital extranjero a valores gubernamentales en pesos se han desplomado. De un valor pico de 46 mil 600 millones de dólares en 2012, apenas llegaron a 878 millones en el primer semestre de 2015.

Por eso las reservas del Banco de México han caído 16 mil 700 millones de dólares de su pico en enero pasado al 9 de octubre.

En el primer semestre de 2015 el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos tuvo un tamaño similar al de un año atrás. La menor exportación de petróleo por 10 mil millones de dólares se absorbió en parte con otras exportaciones y con estancamiento de importaciones. Otra parte se compensó con menores utilidades reinvertidas de las empresas extranjeras.

Éstas últimas, al no reinvertirse, se registran como menores pagos de rentas al exterior.

Las menores entradas de inversión extranjera en valores se absorbieron con menores salidas de activos de mexicanos y con una baja de las reservas internacionales.

Falta ver aún lo más importante de estos impactos, cuando la Reserva Federal estadounidense ya esté subiendo su tasa de interés. México muy probablemente compense la falta de inversión extranjera en valores y la reducción de ingresos petroleros con una combinación de bajo crecimiento económico, que a su vez estanca las importaciones, y con reducción de las reservas internacionales.

Si la inversión en valores no sólo se reduce, sino que comienza a salir y a la vez se reducen más las entradas de créditos externos, el freno al crecimiento y la baja de las reservas aumentarán.

Analista económico.

rograo@gmail.com

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