Los resultados electorales no fueron cerrados como se decía el domingo en la noche. Tampoco fueron favorables al PRI como se pronosticaba desde semanas antes. La ciudadanía demostró una vez más que el voto es una vía de acción que está abierta. Y nos recordó que la democracia electoral es incertidumbre. En ocho estados la gente votó por cambiar. Corresponde ahora a los políticos no defraudar ese mandato.

Antes de las elecciones, las encuestas ofrecían triunfos asegurados al PRI en la mayoría de los estados. Las encuestas son cada vez menos confiables. Urge un análisis riguroso de credibilidad sobre las casas encuestadoras.

También las encuestas de salida fallaron. Y con ellas los análisis y las notas informativas del domingo por la noche. Con base en esa información errónea, el domingo en la noche se hablaba de elecciones “cerradas”. En su mayoría favorables al PRI.

Las encuestas de salida pueden fallar porque no cuentan votos. Pero en todo el mundo funcionan bien. Sondean a votantes al salir de la casilla. Si se aplican bien, no “preguntan” por el voto. Se entrega a la persona encuestada una papeleta para “repetir” su voto y depositarlo “en secreto”. Y aún así las encuestas de salida fallaron por mucho. Las casas encuestadoras deben también esta explicación. Aun más relevante, porque configuran escenarios políticos.

En realidad, no hubo elecciones “cerradas” en la mayoría de los estados. En Tamaulipas el margen es de 15 puntos. En Quintana Roo de casi diez. En Chihuahua de nueve puntos. En Durango de casi cinco. En Veracruz ronda cuatro puntos. En esos cinco casos, son a favor del PAN.

Tampoco los casos a favor del PRI están “cerrados”: Zacatecas son diez puntos de diferencia, Oaxaca son seis puntos, Tlaxcala son cuatro puntos (y no está a tercios como se dijo).

El único caso “cerrado” es Aguascalientes, que también fue favorable al PAN por dos puntos. (Datos de los PREP, el lunes a la 1 pm).

Hubo 13 elecciones diferentes. La más diferenciable sucedió en la Ciudad de México, donde se votaban listas de partido para integrar una parte de un constituyente que aún se entiende muy poco. Y el resultado fue una abstención superior al 70%. Grave situación para nuestra Ciudad.

La agenda anticorrupción fue ratificada. El “mal humor” social está vigente. Y se expresó en las urnas. Los electores castigaron a gobernadores corruptos de diferente signo. Los escándalos sí pesan. El despertar ciudadano en el caso de Chihuahua quizás es el más notorio y promisorio, (similar a lo que sucedió en Jalisco y Nuevo León en 2015).

Por cierto, con este nuevo contexto y ánimo social, hay que lograr que se aprueben las #7LeyesVSCorrupción. No debe dejarse a decisión de los nuevos gobernadores el combate a la corrupción.

El uso clientelista de recursos públicos destinados a beneficios sociales también sigue vigente. Aunque no alcanzó para que ganaran, muchos votos “oficiales” se lograron con la presión, usando programas sociales. Antes de 2018 es obligado contar con nuevos mecanismos como el padrón único y la información en datos abiertos en los programas sociales, para tener resultados frente a la pobreza y también para la salud de la democracia electoral.

La ciudadanía sin desconocer las limitantes y contradicciones del sistema democrático sigue usando su voto como herramienta. Es una vía que está abierta para la acción ciudadana. Eso es muy buena noticia.

Pero no basta votar. Toca ahora lograr que haya rendición de cuentas. Esa es la primera urgencia y es factible: hay que lograr que se aprueben la Ley 3de3 y las Siete leyes del Sistema Nacional Anticorrupción en su conjunto, en un periodo extraordinario en este mes.

Consultor internacional en programas sociales

@rghermosillo

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