La noche del domingo 5 de junio, se transmitió por televisión nacional una mesa de análisis sobre la jornada electoral 2016, en la cual participaron tres dirigentes nacionales de partidos políticos: Ricardo Anaya (PAN), Manlio Fabio Beltrones (PRI) y Agustín Basave (PRD); fungió como moderador el periodista Joaquín López-Dóriga.

En base a las lecciones que el periodista y experto mundial en debates políticos Alan Schroeder recomienda para salir victorioso en un escenario de ésta índole, desglosaremos las posturas e intervenciones empleadas por los protagonistas.

Es preciso hacer énfasis en que el contexto aliancista que permeaba a los partidos PAN y PRD, reflejaban que el objetivo a vencer sería el partido en el poder, personalizado en la figura del presidente tricolor.

“La participación voluntaria” es fundamental debido a la predisposición con la que se enfrentará el debate, considerando que es un reflector importante en el escenario público donde su desempeño quedará expuesto ante la ciudadanía.

La no participación puede entenderse como una estrategia política, ya que el dirigente nacional de Morena decidió no aceptar la invitación a este evento, situación predecible si recordamos que no es la primera ocasión que así lo determina (tampoco asistió al primer debate presidencial en las campañas de 2006).

“La conexión con el público” es una herramienta básica que todo político debe conocer y dominar ya que genera un lazo emocional con el espectador. Por ello, en la presentación de los tres polemistas llamó la atención que el único en sonreír claramente fue el dirigente albiazul, que acompañó de emotividad su mensaje basándolo en el triunfo histórico de Acción Nacional a nivel gubernaturas y en el PRI corrupto.

En este rubro, Beltrones optó por un estilo sereno y aparentemente conciliador, destacando puntos como la tolerancia y la serenidad, haciendo referencia a una jornada tranquila, el papel de la ciudadanía e intentando contrarrestar el efecto inicial de su oponente.

Por su parte, Basave quien se encargó del ataque pasivo hacia Beltrones, eligió usar la tranquilidad, pero con un mensaje basado en exponer las guerras sucias a las que se enfrentaron durante el proceso electoral, contradiciendo la argumentación del priísta, aunado de una exposición del malestar ciudadano con el gobierno.

Un aspecto que debe de cuidarse y pulirse es “La preparación en todos los aspectos”, tengamos presente que cada recurso por mínimo que sea, puede aumentar la credibilidad en un político.

Anaya, siguiendo su estrategia, mostró evidencias periodísticas, fotografías y notas que reforzaban sus argumentos en casos como el de Tamaulipas y Quintana Roo, complementando lo mencionado por Basave sobre las guerras sucias.

“La actitud hacia el oponente” es vital en el desarrollo de la confrontación de ideas, se debe buscar un equilibrio adecuado entre la agresión y la cortesía, punto que terminó por perjudicar al experimentado Manlio Fabio Beltrones, pues dirigió los ataques a la persona del panista, al hacer alusión a la edad y a la inmadurez, palabras que repitió en al menos cuatro ocasiones, dejando en claro que los ataques le estaban afectando al grado de verse molesto ante las cámaras y alterado en sus intervenciones.

En un punto de la discusión, el líder del PRD pasó a convertirse en un espectador más, aunque en su favor las veces que fue captado por la televisión se le vio un semblante alegre y en ningún momento perdió la calma.

Finalmente en el “Aprovechamiento de sus oportunidades”, Ricardo supo capitalizar su condición, evocando frases como “No te enojes” que junto con su carisma produjo la inestabilidad de su rival, al grado de hacerlo ver reiterativo.

Aunque Manlio intentó reproducir la frase de Anaya, el resultado no fue favorable, pues denotaba más que una línea real, un reflejo de defensa ante los constantes cuestionamientos de ambas partes, una con mayor mesura que la otra, restando confianza a su base discursiva centrada en la Estabilidad y Gobernabilidad.

Agustín explotó su tiempo (que fue el más reducido) para ponderar las tareas que faltan por realizarse y las ganancias que tuvo su partido, que como mencionó, recibió en la mayor crisis de su historia y poco a poco está logrando una recuperación.

En resumen, este ejercicio permitió observar que el punto de acuerdo entre los tres dirigentes fue la autocrítica que deben hacer los partidos políticos hacia el interior y el exterior, para cambiar la notable molestia que existe hacia ellos y hacia la clase política en general.

Lo presenciado no fue más que el resultado de lo que dejaron los resultados en las urnas.
Un PAN fortalecido y competitivo, que valiéndose del momento anímico que vive logró conectar certeros golpes como oposición, un PRD con un papel secundario pero decisivo en elecciones tan importantes como la de Veracruz y Durango donde la alianza dio resultados y los ayudan a buscar un camino que hasta hace unos meses parecía extraviado y un PRI en estado de “shock” ante unos resultados inesperados y que lo obligan a replantearse el camino hacia el 2018, incluyendo la permanencia de su dirigente.

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