Después de múltiples amagos al fin la espera terminó, tras más de 9 años la Reserva Federal (Fed) volvió a incrementar sus tasas de interés. La variación oscilará entre un cuarto y medio punto porcentual, un monto que parece razonable después de casi una década de tasas cercanas al cero.

No obstante, debe recapacitarse respecto el mensaje que la autoridad monetaria ha enviado al mundo: se terminó la época del dinero barato, a partir de este momento el costo del crédito será mayor.

Sin lugar a dudas que gobiernos, empresas y personas en general deben poner atención a la decisión de la Fed, particularmente aquellos que en el pasado contrajeron deudas a tasa variable o quienes planean contratar deuda para invertir, consumir o aun refinanciar algún pasivo contraído previamente.

Lo anterior se deriva de que el Banco de México deberá actuar en línea con la decisión de la Reserva Federal, de otra manera se corre el riesgo de que los capitales, particularmente los más especulativos, continúen saliendo del país.

De inicio esto representa una disyuntiva para el sistema bancario en México, tendrá que elegir entre mantener el costo del crédito en los niveles actuales o trasladar el aumento en las tasas de interés de referencia a los demandantes del crédito.

Un escenario altamente probable es observar mayores réditos en el financiamiento de la deuda, particularmente en tarjetas de crédito, préstamos hipotecarios, de nómina y automotrices, solo por citar algunos ejemplos relevantes.

El propio gobierno deberá realizar un ajuste al alza en los réditos que paga por su emisión de deuda, ello para poder competir con otros instrumentos financieros disponibles en el mercado.

Una consecuencia directa será que el presupuesto del sector público mexicano, en sus tres niveles de gobierno, destinará más recursos para el manejo de sus compromisos financieros, algo particularmente delicado para el caso de estados y municipios que actuaron sin la disciplina fiscal adecuada.

El efecto llegará a los servicios que dichos gobiernos ofrecen a su población. Además el aumento en las tasas de interés llega en un momento de austeridad financiera que ya había provocado un recorte en la inversión pública.

Esto último puede exacerbarse sí el efecto del incremento en las tasas de la Fed se transmite de manera generalizada y vigorosa a todo el sistema económico y financiero global.

En estos momentos persiste un cierto grado de incertidumbre sobre la magnitud de la reacción del sistema financiero, particularmente del bancario.

Se desconoce sí actuarán de manera mesurada o sí lo harán descontando más aumentos por parte de la Fed. La percepción de mayor riesgo que existe en el mundo no ayuda.

La caída en el precio del petróleo y la desaceleración económica son factores que enrarecen la confianza de los inversionistas.

Los movimientos de capitales observados hasta hoy provocaron una depreciación generalizada de las monedas frente al dólar, señalando con ello en dónde depositan su confianza en época de turbulencia.

La Reserva Federal ha señalado que la salud de su economía permite pensar en lo oportuno de elevar sus tasas de interés.

No obstante debe puntualizarse que las noticias positivas, por ejemplo en su mercado laboral, no son sinónimo de una recuperación vigorosa y generalizada.

El crecimiento del PIB estadounidense promediará un 2.4% en 2015, nada espectacular.

Además debe señalarse que horas antes del anuncio de la Fed se reportó la tercera caída mensual consecutiva de la producción industrial en Estados Unidos, la novena en 12 meses.

Por tanto parece oportuno señalar que la prudencia dicta evitar cualquier endeudamiento innecesario e improductivo, se debe observar la reacción de los mercados financieros.

El aumento en las tasas de interés de la Fed llegó en un momento de desaceleración económica global. Actuar con prudencia es lo mejor.

Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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