Adelantos. A exactamente dos años y un mes de que todo esté consumado —porque ya haya transcurrido la jornada electoral del 3 de junio de 2018— no hay nada para nadie. De acuerdo a los datos que le adelantó Roy Campos, el presidente de Consulta Mitofsky, a Francisco Reséndiz, para EL UNIVERSAL de ayer, no hay un personaje con clara ventaja, como la que ofrecía el actual presidente Peña Nieto, en los años previos a la elección de 2012, o como la que presentaba López Obrador mucho antes de 2006, en que este candidato se quedó en la raya, explica aquel pionero en México del análisis de las inclinaciones electorales.

Pero Roy encuentra otros cambios en el escenario político nacional. Y éstos se dan en consonancia con los cambios que ocurren en el plano internacional: un crecimiento de los aspirantes presidenciales llamados “independientes”, un desplazamiento del PRD por Morena: el partido creado por su dos veces ex candidato presidencial, AMLO, señalado en la prensa política como “antisistema”, y un exitoso desafío a otros aparatos partidistas por aspiraciones personales, como el de la esposa del ex presidente Calderón, Margarita Zavala.

A su vez, para estas horas lo más probable es que ya se haya consumado en el proceso electoral de Estados Unidos lo que Robert Kaplan llama “una revuelta para la cual el establishment político no tiene respuesta”, como lo muestra la ineficaz resistencia del aparato del Partido Republicano a la imposición de la candidatura presidencial del magnate Donald Trump, un outsider —una suerte de “independiente” o advenedizo— en la política estadounidense, también presentado como “‘antisistema”, antimexicano, antichino, antiárabe y antilibre comercio desde la derecha.

Lo más probable también es que la candidatura demócrata ya haya quedado definitivamente en manos de Hillary Clinton, la fiel exponente del sistema (semidinástico) de sucesión presidencial en Estados Unidos —esposa del célebremente infiel ex presidente del mismo apellido— tras dejar muy atrás a Bernard Sanders, el precandidato anticapital, antisistema y antilibre comercio con México desde la izquierda.

Son signos de los tiempos. Con esta frase se solían despachar hace unas décadas las situaciones que no tenían explicación en lógicas o dogmas dominantes. Pero hoy la ciencia política es más audaz y se aventura a proponer modificaciones a algunos conceptos con miras a describir cambios a las realidades asociadas a aquellos conceptos. Así, la Italia de Belusconi (1994-2011) fue clasificada como una “democracia post-representativa” una vez que este magnate de los medios arrasó en las urnas, desde su formación partidista, con toda resistencia de los órganos de representación de la democracia: el Poder Legislativo e incuso el Judicial.

A los medios como poderes alternos a los del Estado se unieron a fines del siglo pasado las ONG. Y ya para 2000 el profesor Colin Crouch acuñó en el Reino Unido el concepto de “post-democracia” con un listado de condicionamientos de hoy al concepto clásico de la voluntad popular expresada a través de las instituciones democráticas. Y todavía hay que echarle el ojo a otro “post”, en el inquietante texto citado arriba de Robert Kaplan en The Public Interest de mayo junio de este año: The Post Imperial Moment, se titula, en alusión a la secuela del desvanecimiento del poder imperial de Estados Unidos: una “vulgar anarquía populista” —vislumbra— “definirá el siglo XXI”.

‘Comitología’ y ‘comisionología’. Estos neologismos se refieren al estudio de los comités y comisiones de expertos que en Europa ejercen poderes otorgados por los votantes al Parlamento Europeo: una expresión más de la “post-democracia”. Algo así como la ‘grupología’, que habría que empezar a estudiar aquí a propósito del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes del Sistema Interamericano llamado por el gobierno a ejercer funciones de investigación de los delitos encargadas por los votantes al propio gobierno mexicano.

Director general del Fondo de Cultura Económica

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