La sede principal de los partidos de la Copa América 2015 es el Estadio Nacional de Chile —oficialmente, Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos— está ubicado en la comuna de Ñuñoa, en el sector oriente de Santiago. Lamentablemente, ese recinto no sólo ha sido escenario de encuentros deportivos, políticos o artísticos, sino también paredón de fusilamientos, centro de torturas y campo de concentración.

Como espacio deportivo se inauguró en 1938. Originalmente cabían 48 mil personas, pero en 1962, con motivo de la Copa Mundial, se amplió a 75 mil. Como campo de concentración, tras el golpe militar que derrocó al presidente Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973, fueron recluidas ahí más de 40 mil personas, entre obreros, campesinos, estudiantes, deportistas, intelectuales, amas de casa, etc. Muchos fueron fusilados, otros, desaparecidos; todos, torturados física y psicológicamente. Los camarines ubicados bajo las graderías servían como celdas para hacinar durante la noche hasta cien detenidos. En el día, éstos debían permanecer en las gradas, sometidos a humillaciones, hambre y frío. Los interrogatorios con tortura, se realizaban en cuartos ubicados debajo de la tribuna presidencial, pero la mayoría en el velódromo, cancha de ciclismo contigua al estadio, donde se cometieron las peores aberraciones.

Pero ese no fue el único centro deportivo que los golpistas convirtieron en prisión. Canchas de básquetbol y espacios culturales, también se habilitaron para ese fin. Con el tiempo ha quedado claro que el objetivo principal del genocidio y de las masivas violaciones a los derechos humanos, fue el de privatizar las empresas del estado, restituir privilegios a la oligarquía y abolir las leyes de nacionalización de las riquezas básicas. Por eso el Estadio Nacional fue convertido en presidio, por eso las torturas, por eso los miles de ciudadanos desaparecidos hasta hoy. El escritor Sergio Villegas, en su libro, Chile, El Estadio, afirma: “El fascismo llega en cualquier momento, por sorpresa, de golpe, y es una pesadilla angustiosa de la que no se despierta fácilmente”.

Desde la poesía, Raúl Zurita, en su libro, INRI, dice: “Les vaciaron los ojos ¿sabías? les arrancaron los ojos de las cuencas… Cientos de cuerpos fueron arrojados sobre las montañas, lagos y mar de Chile. Un sueño quizás soñó que habían unas flores, que habían unas rompientes, un océano subiéndolos salvos desde sus tumbas en los paisajes. No”. Por eso el Papa Juan Pablo II, en su visita a Chile en 1987, se refirió al Estadio Nacional como, “Lugar de competiciones, pero también de dolor y sufrimiento”.

rjavier_vargas@terra.com.mx

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