Hoy la influencia política de la comunidad latina en EU es innegable. Tanto, que en la víspera del inicio de la carrera por suceder a Obama, las dos figuras más relevantes que se perfilan hasta ahora para contender, Hillary Clinton —ex secretaria de Estado y ex primera dama, por el Partido Demócráta— y Marco Rubio —de ascendencia cubana y segundo senador de EU de origen hispano, por el Partido Republicano—, se concentran y ponen especial cuidado en definir el discurso que tendrán ante la que es ya la primera minoría en nuestro vecino del norte, y cuyo voto, sobre todo en elecciones presidenciales, es considerado clave.

Lo vimos en el año 2012, en el que gracias a contar 70% del voto hispano, Obama pudo reelegirse en la Casa Blanca. Sin embargo, hoy, y previsiblemente en 2016, año de la elección presidencial, el escenario en Estados Unidos, tanto interno como a nivel internacional, es —y será— distinto y muy complejo para estas dos figuras políticas, quienes a lo largo de los meses por venir, disputarán la preferencia de la población hispana y por ende deberán convencerla de que merecen su voto.

Internamente, por un lado, sigue existiendo una fuerte exigencia de parte de este conglomerado, de una reforma migratoria integral que dé certeza legal y seguridad laboral a los inmigrantes indocumentados. En este tema, en noviembre, Obama —del Partido Demócrata— dio un paso importante, aunque incompleto, con la medida ejecutiva que regulariza a millones de indocumentados. Es claro que, en buena parte, el apoyo hispano a una u otro dependerá del compromiso por mantener dicha medida ejecutiva.

Además está el ámbito internacional —donde existen complicados frentes abiertos que inmiscuyen a Latinoamérica y a la comunidad hispana de EU— que ofrecerá importantes muestras de lo que en caso de ganar la contienda electoral será la política exterior en materia migratoria de cada cual.

En esto Hillary Clinton tiene experiencia como secretaria de Estado, y entre otras cosas ha dicho que es necesario superar la “imagen obsoleta” que muchos estadounidenses tienen de América Latina. Por su parte, Rubio, pese a ser latino, es un duro crítico de la política de Obama en torno al tema migratorio y está lejos de representar los intereses de este sector, que debe entenderse como mayoritariamente de origen mexicano.

Clinton bien sabe que tiene una oportunidad histórica para solidificar el creciente voto latino a favor del Partido Demócrata. Marco Rubio, pese a su vertiginosa carrera y juventud, tiene tras de sí el adverso historial del Partido Republicano y su dura retórica antiinmigrante de los últimos años.

Con todo, será la población latina quien tenga la última palabra y lo que esta claro es que para ganar puntos ante el electorado hispano, ambos candidatos deberán ofrecer, primero que nada, verdaderas alternativas de empoderamiento latino.

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