Se han documentado casos de venta de drogas por parte de narcomenudistas afuera o a escasos metros de escuelas secundarias y preparatorias —incluso de primarias— en varias partes de la República Mexicana. La encuesta nacional sobre tabaco registra que el primer acceso al consumo de cigarrillos ocurre desde los 9 años. Sociedad y autoridades se preocupan principalmente por mantener a los menores de edad alejados de cualquier tentación de droga, legal o ilegal, pero muchos olvidan que en las universidades la oferta también existe, en ocasiones en niveles mayores, y no tan oculta.

Es frecuente que en alrededores de bachilleratos y universidades los estudiantes puedan tener acceso a bebidas alcohólicas a escasos pasos de las aulas, debido a que establecimientos violan la normatividad y se instalan en los alrededores de los centros de estudio.

Por su carácter clandestino, de la venta de drogas ilegales se sabe menos, pero también ocurre en los centros de educación superior —dentro o en torno a ellos. La Universidad Nacional Autónoma de México no es la excepción: en el pronunciamiento que hizo el cuerpo directivo académico el pasado 11 de mayo, se establece como punto 10 de las acciones para la seguridad en la UNAM “continuar el combate permanente a la venta de droga dentro de nuestras instalaciones”.

Al respecto, EL UNIVERSAL publica hoy que la Procuraduría General de la República tiene conocimiento de que células del llamado Cártel de Tláhuac operan en el campus de Ciudad Universitaria. La identificación del grupo es un avance para tratar de erradicar un problema que la máxima casa de estudios viene arrastrando desde hace algunos años. Tan solo de enero a junio 13 personas fueron detenidas por su probable responsabilidad en la venta de drogas en instalaciones universitarias.

Desde marzo, este diario documentó que en el sitio conocido como “El Frontón”, en la zona deportiva de Ciudad Universitaria, se vende todo tipo de drogas, con la presunta complicidad de empleados de vigilancia y administrativos. Tras conocerse la información, el reportero de esta casa editorial incluso fue amenazado.

Reconocer la existencia del problema siempre debe ser el primer paso para superarlo. En este sentido, la actual dirección de la UNAM no evade la situación y ha mostrado disposición para atacarlo. Sin vulnerar la autonomía, hay colaboración con las autoridades para detener a los presuntos responsables afuera del recinto universitario. Se trata de grupos externos que tratan de enquistarse. La supervisión y mayor control sobre el personal universitario también es imperativo; los señalamientos de una supuesta complicidad deben revisarse.

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