Idealmente los partidos políticos son instituciones públicas que, a partir de una doctrina, de sus principios fundacionales, congregan a sectores sociales que comparten sus visiones y les involucran en la competencia por el poder. Bajo esa lógica, representan los intereses de distintos segmentos de la ciudadanía y son garantes de la vida democrática de una sociedad. En la práctica, suelen ser lo contrario a lo que se espera de ellos.
El caso más reciente es el del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Como da a conocer EL UNIVERSAL, no sólo ha demostrado el profundo divorcio entre los principios que le dieron forma y su desempeño político, sino también que es capaz de dilapidar los recursos públicos sin que ello redunde en beneficios para los mexicanos.
De acuerdo con la investigación de este diario, la actividad legislativa del PVEM evidencia que el discurso ecologista de este partido es inconsistente con las leyes que ha promovido y aprobado en los espacios que ocupa en uno de los poderes sustantivos de la República. Ahí están como ejemplos la reforma energética, la ley que prohibió el uso de fauna silvestre en circos y la Ley General de Biodiversidad, las cuales se encuentran lejos de la agenda ambiental, según organizaciones ecologistas.
Además, el PVEM ha gastado 228 millones de pesos en un espacio de seis años, de 2011 a 2017, en frivolidades que no en todos los casos aportan a la actividad legislativa que realiza. ¿De qué forma ese dinero ha ofrecido beneficios a la ciudadanía, al medio ambiente? Más aún, ¿en qué medida la presencia de este partido político incrementa la calidad de vida de los mexicanos?
Algunos liderazgos del PVEM han sido cuestionados por corrupción, ineficiencia legislativa y hasta por violaciones a las leyes electorales, además de que el partido es visto como un apéndice del Partido Revolucionario Institucional (PRI). ¿Cuál es el sentido de un partido que presume defender el medio ambiente, pero que en los hechos lo afecta, además de que representa una carga onerosa e innecesaria para el erario?
El sistema de partidos en México debe revisar las prerrogativas que reciben estas instituciones a la luz de sus propios resultados y, en el fondo, de una convivencia democrática que hoy tiene insatisfechos a millones de ciudadanos. Se requieren menos burocracias partidistas orientadas a la consecución de dinero y poder, y sí más instituciones políticas transparentes, que representen los intereses de amplios sectores sociales.
Los partidos políticos son indispensables para el desarrollo de la vida en democracia, pero en nuestro país se les ha permitido priorizar los intereses propios y cancelar los espacios de representación ciudadana. Cuando esta dinámica se ordene en función del interés público, tendrán menos espacios para cometer abusos.
 

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