Con la consigna “¡todas las familias, todos los derechos, ya!, ayer se llevó a cabo en la Ciudad de México la 38 edición de la marcha de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Travesti, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI).

Como cada año, esta comunidad se apropió del espacio público de la capital, con la participación, según la Secretaría de Seguridad Pública, de cerca de 200 mil personas desfilando sobre Paseo de la Reforma hacia el Zócalo capitalino, entre música y porras, y haciendo énfasis en su permanente exigencia: el respeto y efectivo goce de sus derechos como minoría.

Pero además, de manera histórica, por primera vez este conglomerado reivindicó una política de gobierno: la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto de avalar en todo el territorio nacional los matrimonios entre personas homosexuales, y la posibilidad de que estas parejas puedan adoptar.

Podría parecer algo natural y obvio que los miembros de la comunidad gay defiendan tal propuesta. Finalmente estos grupos serían los directamente beneficiados de ser aprobada dicha legislación. Sin embargo, luego de sucesos lamentables como la matanza de 49 personas gays en Orlando, Florida; o en el contexto del abierto activismo de la Iglesia católica en nuestro país para vetar la iniciativa presidencial de matrimonios igualitarios, estas expresiones reivindicatorias son un buen síntoma de la salud de la diversidad existente en nuestro país, y del relativo respeto que dicha diversidad ha alcanzado.

El mensaje de fondo en las consignas expresadas ayer por la comunidad gay es que, a pesar de la franca oposición de buena parte de la sociedad a su orientación sexual y modos de vida, esta comunidad se mantiene firme en su exigencia de igualdad de derechos.

Ayer mismo, en un acto que podría interpretarse como una reiteración del respaldo que su iniciativa supone para estas personas, el presidente Enrique Peña Nieto publicó en su cuenta de Twitter: “Creo firmemente que todas las mexicanas y mexicanos tienen derecho a elegir libremente a quién amar y con quién compartir la vida”.

Aunque no dicho con esa palabra por los participantes en la marcha gay de ayer, el tema de fondo aquí sigue siendo la tolerancia y la inclusión, el derecho de todos a ser participes y gozar de los derechos de los que todo ser humano es merecedor. Apoyar a el respeto a la diferencia y la lucha contra cualquier tipo de discriminación y odio es algo que todos, no sólo las minorías, deberíamos promover y defender.

La ignorancia alimenta la discriminación, por lo que se debe continuar con el desarrollo de una cultura de diálogo e inclusión, y trabajar en la educación y cultura de las personas para erradicar la discriminación hacia la comunidad LGBTTTI, para así garantizar el respeto a la diversidad y libertad de todos.

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