La violencia nunca debe ser el medio para resolver los problemas, como tampoco la adopción de medidas que afecten a terceros; los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación deben estar conscientes de ello.

Desde hace varios meses la CNTE ha emprendido acciones que van desde toma de aeropuertos, bloqueos carreteros, marchas, plantones y vandalismo. Ante ese proceder efectivos federales han tenido que recurrir a la fuerza para contener protestas o liberar vialidades.

Hace algunos días integrantes y simpatizantes de la Coordinadora comenzaron con el bloqueo de carreteras en Oaxaca. Comerciantes del Istmo se quejaron de desabasto de víveres y Petróleos Mexicanos advirtió del riesgo de dejar de surtir combustible desde la refinería de Salina Cruz. Con el fin de permitir el tránsito carretero, ayer se dio un operativo federal que culminó en un choque con la CNTE.

En hechos que aún deben ser clarificados por las autoridades (incluida la Comisión Nacional de los Derechos Humanos), seis personas murieron en los enfrentamientos. Durante el desalojo, los policías, de acuerdo con información oficial, portaban sólo escudos y toletes. Los maestros incendiaron camiones para frenar el avance de fuerzas federales y estatales e instalaron barricadas; además de armarse con palos y lanzar piedras y cohetones. Más tarde, según la versión oficial, un grupo armado de elementos policiacos intervino debido a que un grupo radical portaba armas de fuego.

La situación que durante décadas prevaleció en el sector educativo del país ya no es la misma. El uso discrecional que se hacía de plazas magisteriales y de nóminas estatales (Oaxaca es un ejemplo) le fue retirado a un pequeño grupo de líderes que con ello lograba importantes ganancias. La Coordinadora no quiere entenderlo así. Durante años se valió de ese poder para cooptar al resto de los profesores, a quienes otorgaban aumentos salariales e incentivos sólo si respondían a los llamados a protestar en donde se necesitara hacer presión a algún gobierno estatal.

La CNTE tiene la opción de ser parte del cambio y no un obstáculo. Su demanda central no puede ser echar por la borda una reforma educativa que ha sido avalada por el grueso de los docentes. Hay fases pendientes en ella (la actualización de programas, por ejemplo), en las que sus ideas contribuirían a alcanzar una mejor educación.

En estos momentos la CNTE —como consecuencia de organizaciones radicales que la acompañan— es identificada más como un grupo violento que como una organización con demandas viables; quienes están al frente tienen la oportunidad de mostrar una cara distinta. Apostar por la radicalización nunca llevará a buen puerto, muchos menos si se recurre a acciones que terminan afectando la vida de terceros.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses