En la búsqueda de mejores estadios de desarrollo, México se encuentra todavía a mitad del camino. En unos temas ha habido avances que nos llevan a compararnos con los países más desarrollados, pero en otros nos encontramos por atrás de naciones menos desarrolladas.

Hace apenas algunos años la democracia mexicana era una simulación: el gobierno estaba a cargo de organizar los procesos electorales; ahora son los ciudadanos. Décadas atrás el Poder Judicial era otra simulación, pues seguía los dictados del Ejecutivo; hoy tras la reforma de 1994 es un poder que ganó independencia. No hace muchos años los derechos humanos se encontraban a la deriva, actualmente existe una Comisión Nacional que vela por ellos, emite recomendaciones a las autoridades y tiene el diagnóstico de los derechos humanos en el país.

Pero en un tema que poco o nada ha podido avanzar el país es en el combate a la corrupción.

¿Ha permeado la corrupción en todos los niveles de la vida pública? La pregunta es difícil de responder con certeza, pero de acuerdo con estudios de Transparencia Internacional México es el país más corrupto de los integrantes de la OCDE. La percepción de corrupción ha traspasado fronteras.

En la primera plana de EL UNIVERSAL de este viernes, hay tres notas que tienen que ver con el asunto de la corrupción. Primero, la calificadora Fitch, una de las tres más importantes junto con Moody’s y Standard&Poor’s, reconoció que la falta de aplicación del esquema jurídico es un factor que preocupa para mantener la nota crediticia del país.

En otro tema, en el contexto de la nueva norma ambiental, la Profepa informa a este diario que buscará impedir prácticas de corrupción que intenten manipular equipos de medición en los 409 verificentros de la Megalópolis, pero la misma dependencia admite que la tarea de verificación que emprenderá no va a acabar con la corrupción, porque es un fenómeno que depende de muchas variables.

También ayer el presidente Enrique Peña Nieto reconoció que es una asignatura pendiente y que el combate debe ser un esfuerzo conjunto de gobierno y sociedad.

Parece una práctica que está incrustada en la vida mexicana y su combate es quizá la gran tarea pendiente de modernización en el país. Una iniciativa para atacarla fue elaborada por grupos académicos y sociales, y llevada como iniciativa ciudadana al Congreso de la Unión, donde hay resistencia a ella.

La receta para combatirla no debe ser complicada: sólo se requiere de la estricta aplicación de la ley y la rendición de cuentas de las autoridades, que son muchas veces la fuente del problema. Sin embargo, parece no haber prisa en el tema. Si la clase política entendió el mensaje de las urnas, debe apresurar el paso y aprobar el Sistema Nacional Anticorrupción; el clamor es bastante amplio y claro.

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