Hay que aceptarlo. La contaminación, el cambio climático, la destrucción de ecosistemas y de biodiversidad son temas que afectan más a México que a otros países, pero que paradójicamente importan menos a los mexicanos.

Por supuesto, en las encuestas la mayoría se dice muy preocupada por el fenómeno, lo cual no significa que se estén realizando acciones acordes con esa angustia que la gente dice tener. Por ejemplo, en una encuesta publicada el 14 de julio pasado, el Pew Research Center reveló que el cambio climático era la mayor prioridad para los habitantes de 40 países, cuando se les dio a escoger entre varios temas. Entre esos encuestados estuvo México, cuya mayor respuesta también fue cambio climático. Sin embargo, en una encuesta previa del Centro de Estudios y Opinión Pública de la Cámara de Diputados, el 80% de la población consideró que las personas colaboran poco o nada en proteger al ambiente.

En entrevista para este diario, el nuevo secretario de Medio Ambiente, Rafael Pacchiano, dice que el trabajo del país en este rubro debe ser modélico hacia el resto de las naciones. “Si bien México no es un país que emita muchos gases de efecto invernadero, nosotros queremos poner el ejemplo en esta materia”. El plan es comprometerse a reducir 22% la producción de gases de efecto invernadero, sin que existan condicionamientos de ningún tipo.

A nivel diplomático, México se ha caracterizado por ser uno de los principales impulsores de medidas favorables al ambiente, en este y en el pasado gobierno. Pero, ¿qué tanto hace el país para conservar su propia riqueza natural? Si consideramos que México es el único país miembro de la OCDE que en la última década perdió selvas y bosques, la respuesta más plausible parece ser negativa.

El de la deforestación es apenas un ejemplo. En abril EL UNIVERSAL reportó que los aseguramientos de fauna traficada en México pasaron en los últimos tres años (2012-2014) de 2 mil 758 a más de 481 mil, según un oficio de la PGR obtenido vía la Ley de Transparencia. Este crecimiento exponencial a nadie parece afectarle.

Lo ocurrido en la marcha mundial contra el cambio climático del año pasado es el más ilustrativo ejemplo de la falta de atención de la ciudadanía en el tema. El 21 de septiembre se cumplirá un año de que la lucha contra el calentamiento global convocara a 300 mil personas a marchar en Nueva York, a 40 mil en Londres, a 30 mil en Berlín, a 5 mil en Bogotá y a 5 mil en Río de Janeiro. Fue la más grande en la historia de las protestas sobre el tema en decenas de ciudades. Pero en el DF no reunió más que a cien personas.

Hay ejemplos de que se pueden mejorar hasta los escenarios mas negativos. En 1992 la ONU consideró que la calidad del aire en el DF era la peor del mundo. Hoy el DF ya no ocupa esa posición, pues las condiciones han mejorado. De la misma manera se podría combatir el tráfico de animales y la pérdida de especies. Es cosa de que la decisión políticamente correcta de decir que el ambiente nos importa, se transforme también en acciones.

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