Ahora que la producción de petróleo crudo no ha dejado de caer desde un máximo histórico en 2004 y que el peso sigue perdiendo la batalla de la cotización frente al dólar, llega la hora de tomar decisiones difíciles, en las que la prioridad debe ser la eficiencia. Trago amargo que sería más fácil de tomar para todos si quienes deciden sobre el presupuesto del próximo año empiezan la austeridad consigo mismos.

El Paquete Económico 2016 presentado por el gobierno federal el martes pasado argumenta acerca de la necesidad de todos de apretarse el cinturón. Más difícil será, sin embargo, convencer a la población de que de verdad se ha hecho hasta lo imposible para evitar afectarla a ella en vez de a una clase política casi nunca perjudicada.

De acuerdo con la propuesta que presentó el gobierno federal al Congreso el martes pasado, entre los planes está recortar 15 mil 825 puestos de trabajo a burócratas, con el fin de ahorrar 7 mil millones de pesos. La mitad son empleados por honorarios o con contrato eventual. La otra mitad son mandos medios y superiores.

Los estados, a su vez, recibirían en conjunto casi 15 mil millones de pesos menos de lo que se les presupuestó para este 2015.

Desde que el tema del recorte presupuestal se empezó a mencionar a inicios del presente año, se ha comentado que la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria dicta que, en caso de disminución de ingresos, se compensará con: reducción en el presupuesto de comunicación social; en gasto administrativo no vinculado al de atención a la población, y en servicios personales (como viáticos), así como ahorros.

Hace falta que Hacienda desglose a detalle si esos gastos prescindibles han sido considerados en todas las dependencias, antes de efectuar recortes más dolorosos para la gente. Es en beneficio mismo del gobierno que se hace la propuesta.

¿Quién se atreve a argumentar en voz alta la necesidad de gastar en seguros de gastos médicos mayores para funcionarios de alto nivel y legisladores? ¿Es más importante conservar el gasto electoral, o las prerrogativas a partidos políticos? No todo está en manos del gobierno federal, desde luego, pero la propuesta podría hacerse. El Poder Legislativo puede modificar.

Tampoco estaría mal que Presidencia y Congreso consideraran dos lastres pendientes por atender. La reticencia de los estados a recaudar más por sí mismos (85 de cada 100 pesos de ingresos los reciben de la Federación) y la llave todavía no cerrada para que los gobiernos locales incurran en endeudamiento.

En tiempos de escasez no hay más que apretarse el cinturón. ¿Todos? No, mejor sólo aquellos con tantos privilegios vigentes.

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