Después de cenas largas, brindis y sobremesas infinitas, los manteles suelen contar la historia completa de las fiestas. Manchas de vino tinto, salsa, grasa o cera son casi inevitables, pero eso no significa que deban quedarse ahí para siempre. Saber cómo lavar los manteles después de las fiestas marca la diferencia entre conservarlos por años o arruinarlos en un solo lavado.
Antes de meterlos directamente a la lavadora, hay algo clave: el tipo de tela sí importa. No todos los manteles se tratan igual y un error común es fijar manchas o dañar fibras delicadas.
Sacude el mantel para retirar resto de comida y evita dejarlo enrollado o húmedo por mucho tiempo. Si no puedes lavarlo de inmediato, déjalo secar completamente para evitar malos olores o moho.

Identifica las manchas visibles y trátalas antes del lavado: agua fría para vino, detergente líquido para grasa y un poco de jabón neutro para restos de comida.
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Son los más comunes y resistentes. Lávalos con agua fría o tibia y detergente suave. Evita el cloro directo, ya que debilita las fibras y amarillea la tela. Si hay manchas persistentes, repite el lavado en lugar de subir la temperatura.
El error más común es usar agua caliente desde el inicio. Primero lava con agua fría y sólo si la mancha persiste, aplica bicarbonato o percarbonato de sodio. El sol es un gran aliado para devolverles el blanco natural.
Estos tejidos están diseñados para facilitar la limpieza. Un ciclo suave y agua fría suelen ser suficientes. Evita suavizante, ya que puede eliminar el tratamiento protector de la tela.
Lávalos a mano con jabón neutro y agua fría. No los exprimas; retira el exceso de agua con una toalla y sécalos extendidos para conservar su forma.
Siempre que sea posible, seca los manteles al aire libre y evita la secadora, especialmente en telas naturales. Plancharlos cuando aún están ligeramente húmedos ayuda a eliminar arrugas y devolverles un acabado prolijo.
Cuidar tus textiles es parte del ritual post fiestas. Con estos pasos, lavar los manteles después de las fiestas deja de ser una tarea pesada y se convierte en un gesto de cuidado que prolonga su vida y mantiene tu mesa siempre lista para la próxima reunión.
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