El no deja de dar sorpresas a quienes integran el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Si creían que lo peor era el nuevo Reglamento o la aletargada plataforma oficial que entorpece el proceso de carga de documentos, o su defensa de los méritos académicos del fiscal , estaban muy equivocados. Siempre hay nuevas razones para darse de topes. Nos cuentan que otra vez, en un bonito madruguete, o sea en un ejercicio “sin previo aviso y sin notificación”, el pasado jueves el Conacyt lanzó la Convocatoria 2021 para miembros de las comisiones dictaminadoras del SNI, cuya consulta de solo seis días cerrará mañana. El problema no es menor, como han alertado distintos investigadores, pues con tan poco tiempo la dichosa consulta “abre la puerta a que los pocos votos que se emitan se diluyan dejando abierta la puerta a la designación discrecional de los evaluadores”, pero además les dan un universo de miles de nombres de investigadores para que entre ellos elijan, una lista que no sólo rebasa en algunos niveles los 2 mil nombres, sino que además todos están desordenados y desactualizados, e incluso aparecen nombres de investigadores que ya fallecieron y otros que están jubilados, y a ninguno de éstos les consultaron si querían participar como candidatos. Es decir, las cosas no sólo las hacen al vapor sino muy mal.

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¿Dónde quedaron los nuevos árboles de Chapultepec?

La apuesta ambiental del —que ya sabemos es mayor que la cultural— despierta dudas entre visitantes frecuentes de la Tercera Sección que ya no ven nada de los nuevos árboles. Nos cuentan que hay alarma porque hasta 80% de los árboles que se sembraron el año pasado ya se secaron. Lo peor es que no fueron de gratis: se pagó un alto precio —seguramente también con recursos reasignados desde Cultura—. ¿Austeridad o derroche? ¿Qué nombre le pondremos a esto?

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