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La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

De primera mano, el autor de este artículo publicado en 1932 en “El Universal Ilustrado” explica los conflictos que llevaron a que el cineasta ruso no concluyera su película

Eisenstein regocijado ante un aspecto de México. Foto: Hemeroteca El Universal
01/10/2022 |17:13Frida Juárez |
Frida Juárez Bautista
Reportera de la sección CulturaVer perfil

Conflictos con el escritor estadounidense , causados por el productor y las condiciones que impuso el Gobierno de México sobre la película, fueron los factores que hicieron que el cineasta soviético abandonara el rodaje de la cinta “¡Que viva México!”.

Este proyecto había traído a Eisenstein junto a Gregory Alexandrov, como codirector, y Eduardo Tissé, como fotógrafo, al país desde 1931.

En un artículo dividido en tres entregas, el autor A.F.B explicó la “verdad” del pleito, pues fue cercano a la producción, un año antes había publicado un artículo en el que narraba el detrás de escenas de la película de Eisenstein y fungió como consejero jurídico del grupo por las diferencias que se desarrollaron durante el rodaje.

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La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

El productor Eisenstein. Foto: Hemeroteca El Universal

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Por A.F.B.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

Foto: Hemeroteca El Universal

8 de diciembre de 1932

Últimamente se ha debatido en la prensa americana y algo en la mexicana el caso surgido entre Upton Sinclair, el novelista americano de tendencias socialistas, y el cineasta ruso Sergei M. Eisenstein sobre la película que el último rodó en México y que el primero financió. Los defensores de Eisenstein tienen toda la razón y voy a dar aquí las razones y los hechos en que basó tal afirmación.

Estoy en posesión de la verdad porque durante el año y meses que estuvieron en México, Eisenstein con su ayudante Alexandrow y su fotógrafo Tissé y Hunter S. Kimbrough como representante de Upton Sinclair tuve oportunidad de tratarlos íntimamente por ser apoderado del grupo y cultivar relaciones amistosas con todos ellos.

Al relatar la verdad de los hechos no falto a mi calidad de consejero jurídico del grupo, sino al contrario, confieso la realidad de lo sucedido para que no se desvirtúe el fondo del asunto, y sobre todo para defender la verdad, pues que no otra cosa será en el fondo de mi relato.

Primero haré una breve sinópsis histórica de la filmación de la película, para después analizar a los hombres que intervinieron principalmente en ella, y llegar al fin en que fije los puntos de acuerdo entre el Gobierno Mexicano a través de la Secretaría de Gobernación y Hunter S. Kimbrough como representante en México de los empresarios de la película, acuerdo firmando que debe ser respetado para bien de México, y que impide como más adelante demostraré que se represente la aludida película si no se cumplen determinadas cláusulas aceptadas por el representante de Sinclair y exigidas por el Gobierno Mexicano y el propio Eisenstein que tenían interés en hacer una verdadera obra de enaltecimiento para México.

SINOPSIS HISTÓRICA DE LA FILMACIÓN DE “VIVA MÉXICO”

Eisenstein después de rechazar un contrato que le proporcionaba pingües ganancias en los E.U. al no aceptar la mediocridad directiva que le querían imponer los magnates cinematográficos de Hollywood, y aureolado por la fama de un gran director de películas que había logrado con “El Crucero Potemkin”, “Octubre” y otras películas de tanta grandezas como aquellas, pensó venir a México para filmar una que fuera compendio a himno de las inquietudes y las grandezas de nuestro pueblo. Upton Sinclair que siempre ha navegado con bandera de socialista a pesar de ser millonario, se propuso financiar la empresa, escogiendo para que representara sus intereses en México ante los cineastas rusos, administrando sus dineros a Hunter S. Kimbrough, hermano de la esposa de Sinclair.

La expedición llegó a México y Eisenstein comenzó el estudio meticuloso de medio ambiente, de la revolución mexicana, de sus hombres, costumbres, etc. A poco de haber llegado a esta Ciudad Eisenstein con la colaboración fecunda de Gregory Alexandrov como co-director y Eduardo Tissé como fotógrafo, empezó a trabajar.

Auxiliado en algunos aspectos por intelectuales y artistas mexicanos, entre otros Adolfo Best Maugard, Roberto Montenegro, Fernández Ledesma, fue sorprendiendo los secretos hasta entonces vírgenes para el cinematógrafo de Tehuantepec, Yucatán, la meseta central.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

El productor Eisenstein. Foto: Hemeroteca El Universal

Los que tuvimos oportunidad de admirar las películas tomadas por él quedamos sorprendidos ante la magnífica fotografía, ante la dirección genial que había convertido a indios analfabetos en espléndidos artistas. Vieron aquellos rollos aún sin pulir, aún sin recortar, sin títulos explicativos, ni nada, algunos críticos cinematográficos, técnicos en la materia, artistas y todos quedaron maravillados ante el embrujo de aquella producción, muy superior en su estilo al “Tabú” de Mornau, pongo por ejemplo. Aquella película, una vez recortada, arreglada y con títulos sería el asombro del extranjero y es seguro que su vista en los países extraños a nosotros, sería más beneficiosa para el turismo a México que todas las propagandas organizadas y todas las embajadas diplomáticas.

Entonces surgieron algunos pequeños incidentes con el Gobierno. La Secretaría de Gobernación recibió alguna queja americana poniéndola alerta sobre la posibilidad de una campaña sectarista a través de la película.

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Tal podrían pensar los que no conocían a Eisenstein. Más adelante al analizar las características de los personajes de esta historia veremos quién era y como era él admirado artista ruso.

Tuvimos que acercarnos a Gobernación, Eisenstein enamorado de su obra artística quería dar toda clase de facilidades para que se viera su buena fe y la alteza de miras de sus propósitos artísticos. Exhibió el argumento, enseño rollo por rollo a los enviados de Gobernación que no solo aprobaron aquel prodigio de arte, sino que se quedaron admirados de la obra estética.

Entonces intervino Kimbrough que por su intemperancia por poco echa a rodar todo el arreglo con el Gobierno Mexicano. Se hizo un contrato, en el que la Secretaría de Gobernación permitiría la filmación de esta película y su exhibición en México y el extranjero si se cumplían determinadas condiciones. El licenciado Carlos González Herrejón, hoy diputado, intervino en este arreglo a nombre de las autoridades del Gobierno y yo como apoderado del grupo productor. Se firmó el convenio y siguió el trabajo de la cinta.

Entonces era necesario tomar uno de los episodios más interesantes de la obra “la soldadera”. El Gobierno Mexicano prestó y ofreció toda clase de ayudas para ello. El propio general Calles, interesado por la película puso a disposición de Eisenstein elementos militares en gran número. Iba a resultar un prodigio esa parte. Eisenstein buscó por los llanos cercanos a Tehuacán los lugares más a propósito para su empresa. Parages yermos cubiertos por cactus opulentos. Se prestaban a tomar este episodio, cuando entre Eisenstein y los suyos, por una parte y Kimbrough por la otra surgió una dificultad muy seria. Ya había habido muchas, pero felizmente los que estábamos cerca de ellos las habíamos salvado más que nada por cariño a la película y por la admiración que nos merecía Eisenstein. Kimbrough abandonaba el trabajo, se preocupaba por todo menos por la película, dejaba abandonados a los cineastas, al grado de que hasta olvidó alguna vez darles para comer. En el episodio de la soldadera las dificultades surgidas una y otra vez se recrudecieron aumentaron de tamaño y de importancia y el disgusto surgió incontenible.

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Kimbrough salió violentamente de México prometiendo no regresar. Sinclair autorizó a Alexandrov el co-director de Eisenstein para manejar las cuestiones económicas en sustitución de Kimbrough, que ya estaba en los Ángeles.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

Foto: Hemeroteca El Universal

Pero, la esposa de Sinclair, hermana de Kimbrough, logró persuadir a su marido, y éste, hizo que regresara a México. Kimbrough, ahora con toda clase de poderes y autorizado para hacer y deshacer económicamente y resolver en la cuestión artística.

Eisenstein al enterarse de la carta de Sinclair sobre los poderes dados a Kimbrough se quedó perplejo, no podían creer que Sinclair diera tanto crédito a un individuo como Kimbrough y se lo quitara a él. Kimbrough en represalia de su ausencia de poder durante su estancia en Los Ángeles, desbordó su venganza y exageró las medidas contrarias a Eisenstein y los suyos. Cambió todos los planes de trabajo, opinó sobre las cuestiones artísticas, todo lo desquició.

Eisenstein deseoso de terminar la película accedió a muchas de sus ilógicas pretensiones, pero llegó un momento en que no fue posible aceptar las imposiciones absurdas de Kimbrough y el desenlace vino rápido.

En una entrevista en mi despacho profesional el disgusto hubiera tomado tintes tremendos a no ser por mi intervención Eisenstein enérgicamente defendió sus puntos de vista artísticos y personales, nunca económicos; Kimbrough en forma altiva contestó bruscamente y la reyerta vulgar se cernía sobre todos si la serenidad de Tissé y mi presencia no hubieran echado a rodar todo.

En esas condiciones Kimbrough dijo la última palabra.”Se suspenden todos los trabajos de la película y se termina en el último rollo que se había tomado. Nada valieron nuestras explicaciones, nuestras súplicas. Telegrafió a Sinclair, quien me consultó como árbitro, pero en contra de mi opinión, de la de Eisenstein y de la de sus ayudantes, prevaleció la de Kimbrough fortalecida por la de su hermana la esposa de Sinclair.

Kimbrough lió sus bártulos, ordenó que se arreglara todo y en automóviles se fueron hacia la frontera americana, dejando la película incompleta.

La Verdad en el Asunto Eisenstein - Sinclair (Parte II)

15 de diciembre de 1932

EISENSTEIN y sus compatriotas, gracias a las autoridades americanas de migración, no pudieron trasponer la frontera americana, teniendo que quedarse en un pueblecillo mexicano cercano al Río Bravo. Kimbrough llegó a los Ángeles en donde informó a su cuñado de los hechos, a su gusto y satisfacción, explicándole las cosas según su conveniencia e interés.

Eisenstein, Tissé y Alexandrov, perdieron mes y medio en aquel pueblecito, sin poder ir a aclarar los hechos. Sinclair no los ayudó ante las autoridades americanas para que pudieran decir la verdad. Se les venció el plazo que el soviet les había dado para trabajar afuera de su patria y hubieron hacer el viaje a Rusia, dejando en poder de Sinclair toda la película tomada, sin lograr cortarla, sincronizarla y terminarla.

Desde Rusia era muy difícil a través del largo correo, llegar a una solución.

Sinclair ha querido recuperar lo gastado acudiendo a varios medios mercantiles, a saber: hacer de la obra magna, pequeños rollos, para que aparezcan las maravillas de “Viva México” en esas películas en que salen los episodios de sucesos acaecidos en todo el mundo; presentarla como aventuras turistas, como sucedidos de un viajero curioso o exhibirla en su totalidad pero sin hilación y el argumento de Eisenstein. Tal cosa, aparte de que mataría la obra artística no podría realizarse, porque el señor Sinclair tiene la obligación de hacer respetar y respetar el mismo los compromisos que a su nombre hiciera con el Gobierno Mexicano su representante general y cuñado, Hunter S. Kimbrough. Más adelante nos ocuparemos de los puntos de este convenio.

Actualmente en los EE.UU. se lucha porque se le entreguen a Sergio M. Eisenstein los rollos de la película a fin de que éste pueda sincronizarla y terminarla según el plan preconcebido por él mismo.

Por su parte Upton Sinclair trata de deshacer la inmensa personalidad de Eisenstein para desprestigiar y aprovechar en forma mercantil la película tomada en México por el genial director ruso.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

Foto: Hemeroteca/El Universal

La personalidad de los actores de esta historia

Sergio M. Eisenstein (sic) es un hombre de treinta y cuatro años. Sencillo hasta la exageración; de una vastísima cultura filosófica y artística; domina seis o siete idiomas; de una probidad completa. No bebe, no fuma, su único vicio, si es que así se puede llamar, es leer, leer mucho, leer incesantemente. Es un dibujante erótico formidable. Desinteresado hasta lo increíble. Nunca se preocupó por ganar un peso, por gastar superfluamente, nada. El que por ser el director de la película y estar dedicado al trabajo intenso, semanas y semanas sin descanso alguno, tenía derecho a dilapidar unos cuantos pesos cuando venía a la ciudad no para descansar, que es incansable, sino para aprovisionarse de artículos de trabajo desdeñaba el dinero y los paseos en absoluto. Es correcto, amable de una jovialidad de veinte años; con una gran vena humorística, siempre sabe encontrar el lado irónico a los acontecimientos más trágicos, Encerrado en la vieja hacienda de Tetlapayac no hacía más trabajar, leer, dibujar y pensar en sus grandes proyectos artísticos. Jamás le vi tomar una copa.

Era afable y cariñoso con todo el mundo. Su única preocupación tenía carácter de creación artística. No gustaba de discutir más bien de convencer o de dejarse convencer: todo lo mexicano le interesaba. Tenía un gran cariño por nuestras cosas; había aprendido todas las expresiones procaces de nuestro bajo pueblo, en su afán constante de investigación y estudio y conocía ya nuestras costumbres tan bien como el mejor de nuestros sociólogos. Dotado de un gran espíritu de observación, de una delicadeza espiritual admirable demostraba siempre en forma sencilla su superioridad. Eso es Sergio M. Eisenstein desde todos puntos de vista , un hombre superior.

Hunter S. Kimbrough a su lado, naturalmente desmerecida. Cualquiera desmerece junto a un individuo de las cualidades de Eisenstein. Sin embargo, no tiene en realidad las características troglodíticas que le han dado algunos que han comentado este asunto en la prensa, Kimbrough es un americano al 100 por ciento. Con una inteligencia menos que mediocre, un poco de Babbit; afectó a las bebidas alcohólicas, imperante por su falta de inteligencia, aunque su educación, a veces, escondía su natural irreflexivo y brusco; estaba las más de las veces alegre, pero con alegría falsa de alcohólico. Kimbrough, para pagar una cuenta de trabajo cinematográfico discutían una hora por cincuenta centavos; en una reunión con amigos era espléndido con exageración. No le importaba gastar diez o cien o mil pesos.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

Foto: Hemeroteca/El Universal

Despreciaba a Eisenstein porque este no entendía la vida a su manera. Al principio lo respetaba un poco, bebía o juergueaba a escondidas de Eisenstein; más tarde no hacía caso de la presencia de aquél. Era en el fondo bueno, con la bondad del niño; pero sus caprichos, su tontería lo hacían desbarrar y errar. Jamás se entendió con Eisenstein; caracteres tan disímbolos era imposible que se acercaran. Lo admiraba no por convicción propia, sino porque había leído en algunas revistas americanas a especialistas en cine decir que era admirable. Por una juerga él abandona el trabajo y todo. Era en su juicio y fuera de él, correcto, amable, hasta simpático, pero a veces tenía salidas detonantes que lo mismo iban en sus soeces palabras americanas contra los rusos que contra los mexicanos.

Por eso estuvo disgustado con Best Maugard, con Saldívar, con otras personas. La unión, la cooperación entre dos elementos tan diferentes era imposible, por eso es que nunca estuvieron de acuerdo Eisenstein y Kimbrough. Por eso fracasó el trabajo de la película y también porque Sinclair, en vez de darle más crédito al ruso, se lo dió a este. Ese error y la desavenencia, esa disparidad de criterios y espíritus trajo el fracaso de la película.

La mayoría de los disgustos entre Eisenstein, que muchas veces condescendió con Kimbrough a pesar de sus necedades, y éste, tuvieron como origen el estado alegre del americano o el abandono en que dejaba el trabajo Kimbrough jamás de Eisenstein.

En tal situación y alejados los rusos de Upton Sinclair, Kimbrough pintó la situación a su gusto, en detrimento de la personalidad intachable de Eisenstein, que desde Rusia no podía ni puede defender su obra y su personalidad. Sinclair con el deseo de recuperar el dinero gastado y si es posible hasta obtener ganancias, intenta ahora desvirtuar la labor del cineasta ruso. Olvida los largos catorce meses de intenso trabajo desarrollados por Eisenstein, Alexandrow Tissé y sin fijarse a pesar de su preparación literaria y artística en que esos catorce meses son una vida, una obra de arte del director ruso, un documento admirable para México, y una realización cinematográfica grandiosa, pretende deshacer todo y convertirlo en pequeñas instantáneas de perspectivas viajeras.

Tal atentado no es posible por todas las razones citadas, pero hay, además algo más serio en el terreno legal y material, y es la imposibilidad en que está Sinclair de aprovechar esa película sin cumplir lo que su representante se comprometió a respetar ante el Gobierno Mexicano.

La Verdad en el Asunto Eisenstein - Sinclair (Parte II)

22 de diciembre 1932

El Gobierno Mexicano conocía la filiación de Sergio M. Eisenstein y no tenía, naturalmente la obligación de saber cuál era su moralidad.

Los informes que alrededor de la personalidad del gran director ruso movieron algunas empresas cinematográficas de Los Ángeles, que querían a toda costa alejar de América al hombre que ellos consideraban un peligro, porque siendo un director superior a casi todos los que trabajaban en Hollywood podrían opacar desde México sus brillos, dió un resultado a medias. Esos informes que traía de E.U. el apoyo oficial, hicieron que nuestras autoridades se portaran con cautela.

Llamaron a los directores de la filmación y les dijeron que era necesario una inspección de sus trabajos. Eisenstein, seguro de su obra, no tuvo inconveniente Kimbrough, por una repulsión instintiva, no aceptó la revisión francamente. Comenzaron las pláticas. Yo intervine en ellas.

La preposición de Eisenstein fue liberal, franca, leal presentaría a la consideración de la autoridades mexicanas el argumento de su obra y después los inspectores de Gobernación asistirían a la filmación de la película para que se dieran cuenta de que todo coincidiría. El señor Medina, correcto, inteligente empleado de la Secretaría de Gobernación, en unión del licenciado Chagoya, que con toda discreción talento y prudencia, dirigió las maniobras para llegar a un arreglo, supervisar las películas tomadas.Todo iba por buen camino.

Llegó un cambio de autoridades en la Secretaría de Gobernación entrando a discutir los arreglos del convenio un nuevo elemento, el licenciado Carlos González Herrejón, que compenetrado de la importancia de la película y de los buenos deseos del director, facilitó los acuerdos.

Se firmó entonces un oficio por las autoridades de Gobernación, en el cual se aceptaba que los señores Eisenstein y Kimbrough hicieran una película en México con diversos temas, siempre y cuando se sujetarán al argumento presentado por Eisenstein y aprobado por nuestras autoridades para vigilar el respeto al argumento se nombró un inspector especial.

El señor Kimbrough discutió el arreglo por sutilezas que nadie comprendía: Desconfiaba de la sinceridad de nuestro Gobierno en el arreglo y exigía que todas las palabras usadas en él fueran, más que claras, favorables en todo a sus propósitos, que entonces nadie adivinaba. Gracias a la prudencia de Eisenstein y a la condescendencia de nuestras autoridades pudo terminarse el acuerdo .

Se firmó la aceptación del oficio de referencia por Kimbrough a nombre de Eisenstein, Sincleir, Alexandrov y Tissé.

Se siguió trabajando pero en eso llegó el conflicto entre Eisenstein y Kimbrough, del que ya hemos hablado en anteriores artículos. El trabajo se paralizó.

Todo el material de películas estaba en los Ángeles a donde se estaba revelando e imprimiendo. El Gobierno Mexicano no tenía el control de la película. Eisenstein tampoco, porque se le impidió entrar a EE.UU. El único que podía cumplir su compromiso firmado era Kimbrough y Sinclair, que por telégrafo y correo habían ratificado el convenio que venimos comentando pero desgraciadamente, parece por las noticias llegadas de E.U. que los hechos actuales son contrarios en este respecto al convenio con nuestro Gobierno. Sinclair riéndose del compromiso que a su nombre hiciera su legítimo representante Kimbrough, quiere exhibir la película Eisenstein cercenando bárbaramente , sin respetar el argumento, ni la coordinación de cuadros, que planteó el director ruso.

Es fácil comprender las escenas sueltas no tienen la intensidad de la película terminada, aparte de que si no se presenta tal y cual se convino puede ser un documento no favorable a nuestro país, según sea la forma en que se exhiba, y además y esto es lo más importante, se burla un acuerdo del Gobierno Mexicano.

Por tal motivo nuestro gobierno, en uso de un derecho legítimo debe hacer gestiones para que se cumpla el aludido convenio, no sólo como un principio de disciplina y como un precedente para casos análogos. sino para defender una obra artística que puede muy bien ser un documento de defensa para México pero puede también ser un ataque despiadado para nuestro país.

La Secretaría de Gobernación, que intervino en estos arreglos, puede iniciar oficialmente las labores para recuperar el material de la película, pues hasta para eso está autorizado, o de otra manera, hacer que se respete el pacto firmado entre la misma dependencia del Ejecutivo y el representante de Sinclair.

Como bien pudiera ser que esta película llegará a ser, cortada con mala fe, un documento perjudicial para México, el actual diputado González Herrejón podría muy bien iniciar la labor aquí solicitada. Que en los EE.UU a cada rato se nos denigre en las películas, está mal, pero no es evitable, pero que se aproveche nuestro propio país, nuestro propio suelo, para hacer de un himno, una diatriba, es insoportable. Ya he dicho quienes tienen la palabra.

La verdad sobre por qué el cineasta soviético Serguéi Eisenstein abandonó la cinta “¡Que viva México!”, en 1932

Foto: Hemeroteca/El Universal

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