Los jóvenes arquitectos mexicanos y Pablo Goldin Marcovich, egresados de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, fueron premiados en la categoría Next Generation de los Lafarge Holcim Awards, el premio más importante a nivel mundial sobre diseño sustentable.

En junio se dieron a conocer los nombres de los premiados en esta categoría, en la cual participan jóvenes estudiantes y profesionales de menos de 30 años, de cinco regiones del mundo. Annik Keoseyan fue una de las ganadoras del primer premio por la región Europa —su proyecto fue de transformación de vivienda social en Bruselas—; Pablo Goldin fue uno de los ganadores en América Latina —con un proyecto de renovación del edificio Plaza Merced 2000 que iba a ser demolido—.

La Fundación Lafarge Holcim para la Construcción Sustentable fue creada en 2003 para generar conciencia sobre el rol de la arquitectura, la ingeniería, la planificación y la industria de la construcción en un futuro más sustentable. Cada tres años entrega estos premios; en otras ediciones ha reconocido en México a Loreta Castro y a Sol Camacho.

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Para Annik, “es curioso que aunque los dos hacemos proyectos en diferentes circunstancias, en distintas ciudades, sí comparten una filosofía: entender el potencial transformativo de lo ya existente. El mío es de vivienda y el de Pablo más público, pero hay una filosofía de transformar, mejorar y, en mi caso, dignificar la vivienda social”.

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Pablo comenta: “El premio no reconoce sólo el edificio sino cuál es el mensaje, la postura que tienes como arquitecto. Va mucho sobre la historia que cuentas”.

Annik añade que la sustentabilidad se puede manifestar de muchas maneras. “Esto tiene que ver con premiar arquitectos jóvenes que están intentando cambiar las cosas y estudiarlas desde otras miradas”.

Los proyectos

Annik estaba realizando su maestría en la Universidad Católica de Lovaina, en Bruselas, cuando hizo esta propuesta. “Fue en edificios en Bruselas, de los años 60 y 70, que estaban en muy mal estado, en una zona importante, céntrica. Elegí uno como caso estudio. Me interesaban las comunidades más vulnerables, inmigrantes, en espacios con problemáticas sociales. A partir de un acercamiento muy pragmático logré entender el contenido de estos espacios y de ahí fue repensarlos. Mi proyecto es sustentable porque está usando una estructura existente, no impacta en otro territorio, en áreas verdes, porque es económicamente realizable, y también por la manera de reutilizar los materiales; se pueden transformar los espacios domésticos, compartir, y al compartir hay menos gastos energéticos, hay sustentabilidad social porque se integran en un núcleo a comunidades marginales. La propuesta no fue demoler sino reutilizar totalmente lo que ya existía; lo único que se cambiaban eran unos muros, pasillos, tener dobles alturas”.

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Goldin cuenta: “En una clase de Urbanismo en la UNAM tuve mi primer acercamiento a La Merced. Estábamos en la azotea de Plaza 2000 cuando supe que ese edificio lo querían demoler (tras el incendio); es un edificio increíble, con tragaluces fantásticos, una cantidad de acero como de obra industrial de principios de siglo XX; está en el corazón de la ciudad, es el epicentro comercial, cultural, económico. Mi conclusión fue similar a la de Annik: tienes una ubicación de gran potencial, con una comunidad activa, que es crucial para el resto de la ciudad, pero cuyo espacio todavía no está a la altura de lo que necesitan y merecen. Fue pensar en los que a diario trabajan ahí ocho o 12 horas, que tienen también necesidades de esparcimiento, descanso, cultura, educación… ¿qué potencial hay para que un edificio con espacios en desuso pueda responder a todas estas otras necesidades? La propuesta fue reactivarlo con distintas estrategias para que alcanzara el 100%. Propongo mantener la estructura, mantener a sus habitantes, hacer transformaciones específicas en tragaluces, fachadas; que incluso el mercado siga funcionando, mientras se va transformando. El cine abandonado se podría transformar; el tragaluz; los metros cuadrados no utilizados no tenían por qué estar en disputa. Imaginaba el edificio no sólo como lugar de trabajo, sino también de educación, de eventos: jugar futbol, ir a boxear, y económicamente viable, con distintas escalas de comercio y distintos usuarios”.

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Visión conjunta

Annik Keoseyan y Pablo Goldin coinciden en pensar en un papel del arquitecto más amplio, que tiene que ser el de ser mediador: Pablo, quien colabora con Taller Capital y que es becario del exFonca recalca que “como arquitecto no basta el edificio, tienes que contribuir a construir una visión conjunta; tienes que ser capaz de articular usuarios, inversionistas, políticos, saber escuchar, leer el momento en el que estás, y qué tan relevante es la propuesta para el momento”.

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El tema de reactivar edificios, generar transformaciones, reutilizar, consolidar proyectos sustentables lo ven como una posibilidad y necesidad en México: “Es increíble que haya tantos edificios en abandono y desuso, y que empecemos a construir en las periferias, cuando los podemos repensar, entenderlos, entender que pueden ser dignos de habitar pero que se desprecian”, dice Annik, quien trabaja con Mauricio Rocha en el proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura.

“Creo que es crucial”, considera Pablo Goldin. Tengo claro que vamos por el desarrollo socioeconómico, urbano y ambiental del oriente de la Ciudad de México a través del diseño. Hay una cantidad de edificios subutilizados, archivos, mercados, plazas comerciales e infraestructuras que están rodeadas de zonas súper densas que necesitan del mejor diseño, y no forzosamente el más costoso; me refiero al más atinado, innovador, emocionante (y pragmático, agrega Annik). Veo las infraestructuras subutilizadas y creo que son edificios que nacieron con un potencial y una historia, que no han alcanzado, y no tienen por qué no lograrlo. Creo en la palabra redención. No se trata de mejorar el espacio, sino la historia. El potencial de transformación es tal, pero falta la voluntad económica y política por empujarla”.

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Frases

"Es curioso, aunque los dos hacemos proyectos en circunstancias y ciudades diferentes, sí comparten una filosofía: entender el potencial transformativo de lo ya existente”. Annik Keoseyan. Arquitecta 

"El premio no reconoce sólo el edificio como tal, sino cuál es el mensaje, la postura que tienes como joven arquitecto. Va mucho sobre la historia que cuentas”. Pablo Goldin. Arquitecto