"El hijo del hombre", libro más reciente del escritor francés Jean-Baptiste Del Amo —ganador del Premio Goncourt para primera novela en 2009 por "Una educación libertina"—, cuenta la historia de un padre ausente que decide regresar a la vida de su familia.
Del Amo, quien también fue reconocido este año con el Premio FNAC de novela, dice, en entrevista, que la transmisión generacional, la herencia psicológica, es una constante en sus libros desde la ya citada "Una educación libertina", su segunda novela. “Muchas veces los escritores retomamos temas que nos obsesionan. Los temas regresan, pero lo que cambia es la forma de abordarlos”, dice el escritor, que en días recientes visitó México para participar en el Hay Festival Querétaro , y precisa que en el caso de "El hijo del hombre" la aportación ha sido a partir de la estructura y la óptica con la que se aborda el tema.
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“Soy un escritor de ficción; no abordo temas biográficos y no hago autoficción. Parto de una sensibilidad personal; se trata de material íntimo que no tiene ninguna relación con mi propia historia. Siempre es algo reimaginado, revisitado, transformado”, afirma.
El origen de esta novela — cuenta— fue la noción de un lugar: la casa aislada donde el padre, la madre y el hijo se encuentran para tejer un drama familiar. Esa casa, alejada de la civilización, está atravesada por una visión “pragmática, casi materialista” de la naturaleza, un espacio que tiene el mismo peso que los demás personajes de la historia.
“Me interesa que los decorados y la naturaleza revelen y sugieran algo al interior de los personajes; cuido mucho que sus actos estén justificados a nivel psicológico. En este trabajo hay una parte simbólica visible. Siempre presto atención especial a las descripciones para que la naturaleza evolucione a la par de la narrativa”.
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Sobre las comparaciones—quizá poco rigurosas— que hizo la crítica entre Una educación libertina y la obra del Marqués de Sade , Del Amo afirma que la transgresión es inherente a la literatura. “La literatura es para mí un espacio de libertad absoluta, donde se puede desarrollar y expresar la imaginación: "Siento que ahora mismo hay un retroceso en la libertad de expresión y en el valor que se le da en el imaginario. Justo por esto, la literatura hoy es más necesaria que nunca”.
El novelista destaca también, entre sus influencias, a William Faulkner, “un escritor importante para mí”, y novelas como "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust, "Bajo el volcán", de Malcolm Lowry, y "Pedro Páramo", de Juan Rulfo. Cita, además, al cineasta ruso, Andrey Zvyagintsev, como una influencia.
“Siempre hay obras que son como figuras tutelares en el recorrido de un escritor. El reto es encontrar el camino, la propia voz, una voz singular.
En mi caso, siento que he empezado a encontrar esa voz, lo cual es más difícil, incluso, que abordar el deseo de contar historias”.
El descubrimiento de la propia voz, concluye, está más allá del terreno psicológico o de lo sensorial.
“Es similar a sintonizar la radio, encontrar la frecuencia que esconde esa lengua singular. Una lengua inscrita dentro de una herencia y que, al mismo tiempo, es la propia voz”, concluye.
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