yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

Dos mujeres: una periodista, y una ex guerrillera de las FARC, que indagan un brutal enfrentamiento, que los perpetradores casi lograron “borrar”, son las protagonistas de la nueva novela del escritor colombiano Santiago Gamboa, quien explora la violencia, la desigualdad y el poder desde una anomalía que atosiga a toda América Latina: el gran poder que ostentan las iglesias evangélicas y el peligro que significan para la democracia en distintas naciones.

En Será larga la noche (Alfaguara), un niño oculto en un árbol de mango es el único testigo del enfrentamiento que intentaron ocultar; las investigaciones que encabezan Julieta Lezama y su asistente Johana las llevan a descubrir un mundo oscuro que tiene su fuerza en los miles de fieles que siguen a pastores evangélicos.

“En mi novela quería hablar de uno de los aspectos de esta Colombia que tiene mucho que ver con América Latina: las iglesias evangélicas y su nefasta empoderación; centrarme no en la libertad de culto sino en el manejo político que los pastores hacen, porque creo que se está convirtiendo en un problema de seguridad nacional, están acabando con la democracia”, señala el narrador.

En Colombia, asegura Gamboa, los fieles que tienen las iglesias evangélicas se convierten en un poder político, apoyos que los pastores les venden al político de la zona, y que venden por dinero o cambian por favores, “con lo cual estos tipos están convirtiéndose en caciques, que aprovechándose de la fe y de la ignorancia de las personas, comprometen los votos de sus fieles”.

Santiago Gamboa asegura que esas iglesias estuvieron en contra del proceso de paz; que los líderes llamaron a la gente a votar en contra de la paz durante el plebiscito sobre el sí o no, y ganó el no por 53 mil votos; él asegura que las iglesias movilizaron a cerca de un millón 300 mil personas.

“En mi novela quise hacer una historia del mundo de las iglesias evangélicas, pero con una mirada crítica hacia el hecho insólito de que iglesias que hablan de Cristo estén en contra de la paz. Esas iglesias están protegidas por la libertad de culto y son empresas captadoras de dinero, pero por ser de culto están exentas de pago de impuestos”, señala.

Gamboa asegura que el poder de las iglesias evangélicas se puede ver en toda América Latina; reconoce que el caso de la iglesia La luz del mundo, liderada por Naasón Joaquín García, no es único.

“El Palacio de Bellas Artes no es un templo de culto, es un templo de otra espiritualidad, que es el arte y es para la sociedad civil, no es una iglesia cristiana pentecostal. Me desagrada mucho encontrar culto en los espacios de la sociedad civil, no es que esté en contra del culto, es que el culto se debe de hacer en las iglesias; en Colombia, a veces los domingos, en el área de comidas de los centros comerciales, hacen una misa, pero eso no puede ser”.

Su idea original fue hacer un retrato literario de las nuevas situaciones, anomalías o problemas que surgían después del proceso de paz en Colombia; y una de esas anomalías está en el poder de las iglesias. Para contar esa historia la novela negra volvió a ser una de las mejores armas.

“A veces pienso que cuando uno escribe realismo termina escribiendo novela negra, porque en el fondo la realidad es negra. Si uno escribe sobre la sociedad mexicana, colombiana, centroamericana, se va a encontrar con tal cantidad de injusticias y violencia, que si uno la retrata correctamente termina escribiendo novela negra. Es un género que yo me he inventado que se llama la novela negra involuntaria, donde muchas veces el escritor no tiene la intención, pero al hacer una novela realista, lo que transforma en negra a la novela es la realidad”, dice.

Un tema central del libro es el de los huérfanos de la guerra, “el nuestro es un país de huérfanos, de infancias robadas; la orfandad es un tema de la violencia también; lo mismo que la nacionalidad que es muy frágil... Los pastores de las iglesias les dicen a los muchachos: ‘tú no estás solo, hay un padre que está mirándote’; en el fondo, el arte, la religión y la nacionalidad están basadas sobre el esquema psicológico del padre y de la madre”.

Gamboa dice que hay una paradoja en la sociedad, cuando un país sufre, hay un resurgimiento del arte porque esa sociedad necesita versiones de sí misma; en momentos de crisis, dolor, injusticia, crueldad o guerra es donde el artista ve mucho más en carne viva la condición humana; las grandes decisiones, el valor, el coraje y la astucia son los grandes temas de la literatura, que siempre se fija en las anomalías porque ahí es donde están las coyunturas, donde ves quién es quién, y en nuestros países hay anomalías permanentemente”, concluye.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses