El domingo 31 de mayo de 2020, el poeta, ensayista y editor (Ciudad de México, 1964) se convirtió en uno de los primeros creadores mexicanos contagiados por Covid-19. En silencio vivió la enfermedad y la superó, apenas superado el virus comenzó a escribir una especie de reporte de su vida con la enfermedad que pasados los meses se convirtió en un libro que acaba de publicar Turner Noema con el título “ Almas flexibles ”.

El relato que ofrece una profunda reflexión en primera persona en torno a la naturaleza y los motivó la conversación con Fernández, “este es el reporte de un momento oscuro; es decir, es el relato en medio de esa oscuridad en la que entré y en la que tuve que echar mano de la gente cercana que me daba un poco de luz para no acabar en medio de esa tristeza, porque la enfermedad es un muy oscuro túnel”, afirma el escritor en entrevista.

Fernando Fernández

, quien es autor de “Oscuro escarabajo”, “Oriundos” y “Viaje alrededor de mi escritorio”, se propuso contar su experiencia de vida con la enfermedad y la pandemia, pero también comparte cómo el virus impacta la sensibilidad , por lo cual reconoce que “Almas flexibles” es un libro para aquilatar el poder curativo de la filosofía, la literatura, el arte y la música.

"Estoy en paz con el coronavirus, de momento, pero esto no ha acabado", asegura Fernando Fernández
"Estoy en paz con el coronavirus, de momento, pero esto no ha acabado", asegura Fernando Fernández

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¿Qué tan difícil fue enfrentarte a esta enfermedad y luego compartirla?

Primero fue no decírselo a nadie porque me daba vergüenza haberme contagiado a pesar de que estábamos extraordinariamente advertidos de que esto podía pasar y que era verdaderamente grave; primero no lo dije y conforme fue empeorando mi caso decidí que lo iba a vivir para mí mismo y con mi primerísimo entorno, sin compartirlo. Había mucha gente que inmediatamente lo comentaba en Facebook , yo pensé que si hacía eso iba a ser más difícil para mí manejarlo. La discreción era parte de mi proceso curativo, pero pasados algunos meses me pareció que sí tenía que compartirlo.

¿En tu proceso curativo fueron importantes las caminatas y el reencuentro con tu entorno?

Un día, justamente en estas caminatas curativas de las que hablo en el libro, me di cuenta que era muy buena idea contar lo que había vivido. Muy seguramente quien lo ha vivido comparte conmigo la sensación de que es muy tranquilizante y muy curativo poner orden, poner orden es algo que da mucha tranquilidad y me di cuenta de que si yo ordenaba lo que había vivido y trataba de hacer una suerte de calendario de lo que me había pasado seguro no solamente iba a entender mejor la experiencia sino que eso me iba a dar calma. Y eso fue lo que pasó.

"Estoy en paz con el coronavirus, de momento, pero esto no ha acabado", asegura Fernando Fernández
"Estoy en paz con el coronavirus, de momento, pero esto no ha acabado", asegura Fernando Fernández

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¿Escribirlo?

El 12 de diciembre me senté a escribir y salió solo, durante dos meses escribí con muchísima intensidad todos los días consultando mis notas preguntando aquí y allá a quienes habían vivido conmigo la experiencia, consultando todos los mensajes de whatsapp , no fue fácil, fueron días de que fue saliendo la historia completita. Yo había pensado contarla lo más transparentemente posible, en 5 capítulos que fueron los 5 días que pasé pero después me di cuenta que faltaba quitar literatura y ruidos ajenos a la historia y realmente centrarme en el relato, mucho pensando en poner orden y en encontrar serenidad a través de ese relato, al mismo tiempo crear un documento que pudiera ser útil para otros.

¿Qué fue lo que más te costó entender?

Hasta que vives el virus te das cuenta que no es exactamente como te lo pintan, cuando tu inteligencia y tu sensibilidad se sumerge en la enfermedad te das cuenta que tienes otro tipo de ideas y de sensaciones de las que se cuentan desde fuera. Quizás el mejor ejemplo es el de los olores, el más popular de los síntomas del Covid-19 es la pérdida del olfato pero no es exactamente así, es decir sí dejas de percibir los olores más llamativos, el olor de una naranja, el olor de un perfume, pero inmediatamente te introduces en un mundo de pequeños olores, uno en particular que yo he identificado como el olor del virus, que luego percibí en muchas partes: en los consultorios, en el hospital, en el sudor de mi ropa; un olor intenso, desagradable, triste, oscuro que después ya no volví a percibir.

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¿La enfermedad te puso frente al sentido de tu existencia?

Este tipo de procesos de enfermedad que te hacen detenerte a contemplar tu estado, como dice la poesía clásica , son precisamente oportunidades para mirar hacia adentro y para mirar tu entorno con otros ojos y volver a valorar, para bien o para mal, quién eres, qué has hecho, dónde vives y cuál es el mundo que habitas.

Que el mundo se detuviera, sobre todo por el hecho de que vivo a unos cuantos metros de donde pasé la infancia, fue una experiencia verdaderamente llamativa, ver de pronto ver este barrio muerto, ver este barrio detenido como por encantamiento y darme cuenta que efectivamente es el mundo en el que pasé la infancia aunque han pasado 50 años de aquello y también conectar con el niño que fui, con el mundo que tenía en la cabeza hace 50 años pues también es muy aleccionador, no solamente es enfermarte y verte delante de la posibilidad de la muerte sino también ver los escenarios donde pasó tu vida y volver a verlo medio siglo después.

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¿Fue una lección de vida?

Creo que es muy pronto para decir que en esto consiste mi lección más allá del susto que pasé, más allá de regresarte a ti mismo y de darte cuenta quién eres y qué quieres y hacia dónde quieres dirigirte, más allá de eso que es digamos el producto del impacto original , me parece que va cayendo muy lentamente el aprendizaje. Creo que es todavía muy pronto para mí y también para la sociedad, aquilatar el peso de lo que ha ocurrido y las consecuencias que ello traerá. Necesitamos tiempo para digerir esto que nos ha pasado, que nos ha golpeado de manera tan fulminante.

¿Pero sí darte cuenta de lo fundamental que es el cuerpo?

Es muy importante escucharlo, vivimos muy divorciados de nuestro cuerpo sin saber que nosotros somos nuestro cuerpo, y en estos procesos de enfermedad vuelves a oírlo; finalmente el verbo auscultar que utilizan los médicos no es sino la forma más cercana al latín de la palabra oír, auscultar es escuchar y creo que es importante que nos escuchemos, escuchar el cuerpo todo el tiempo. Creo que también una mejor manera de vivir la enfermedad es saber escuchar al cuerpo todo el tiempo porque a veces puede pedirnos cosas que nosotros sabemos que no nos conviene.

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¿Fundamentales los amigos y la familia?

Es fundamental tener con quien dialogar cuando vives un proceso así, uno no tiene la claridad, no tiene el equilibrio para pensar con claridad, no tiene la salud suficiente para razonar correctamente y tomar las mejores decisiones, por eso es importantísimo dialogar, inmediatamente te das cuenta cuando hablas con alguien que te quiere y conoce tu caso que quizás estás exagerando. No me arrepiento para nada de haberlo vivido con toda discreción, metido en casa, concentrado en mí. Poderte regresar, como decía Montaigne a esa trastienda que todos tenemos allá en el fondo, donde estamos a salvo de todo, y donde sólo dialogamos con nosotros mismos y de la que salimos para dialogar con nuestros amigos y con nuestros seres queridos.

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¿Enfermar fue entrar a un túnel muy oscuro, y curarte fue salir de la oscuridad?

Creo que si no lo hubiera escrito, creo que si la experiencia se hubiera quedado en mí como la nebulosa que fue conforme la atravesé, estaría peleado con haber vivido la enfermedad, y ahora no estoy peleando, estoy conforme, me siento de acuerdo con lo que ocurrió gracias a la posibilidad de haber podido contar lo que viví a través de este relato. Estoy en paz con el coronavirus, de momento, pero esto no ha acabado.