Adolfo Castañón ha sido uno de los lectores más atentos y acuciosos --además de su traductor-- del crítico y teórico de la literatura George Steiner, pero lo es igual, o aún más, de un sinfín de escritores y pensadores como Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, Octavio Paz, Emilio Uranga, Arnaldo Orfila y Michel de Montaigne. El poeta, ensayista, crítico literario, editor y traductor es uno de los intelectuales y bibliófilos más notables de las letras en español.

Jesús Adolfo Castañón Morán (Ciudad de México, 8 de agosto de 1952), quien se define como un artesano de la palabra y un intelectual sumamente ordenado y trabajador, obtuvo el , en el campo de Lingüística y Literatura, un galardón, que dice, recibirá con el orgullo de ser un noble hijo del abogado e historiador Jesús Castañón Rodríguez --quien dirigía el “Boletín Bibliográfico” de la Secretaría de Hacienda y lo hizo vivir en la Biblioteca de Hacienda--, y de la doctora y gran amante de la cocina, Estela Morán Núñez, de quienes abrevó la pasión por la letra, los libros y las historias.

El autor de más de medio centenar de libros, de centenares de ensayos y textos periodísticos que ha publicado en diarios y revistas de México y un gran puñado de países, es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, desde 2005; asesor editorial de Siglo XXI Editores, desde 2009; laboró durante casi tres décadas en el Fondo de Cultura Económica; y tienen en proceso infinidad de libros por publicar y en proceso, aunque su proyecto más acariciado, que sin duda será póstumo, es la “selfie bibliográfica” que titulará “Adolfo Castañón en una nuez” y que es una guía profesional de lectura sobre “todas las publicaciones que tengo”.

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¿Pudo haber sido historiador o abogado como su padre pero optó siempre por la literatura?

Siento que soy un poco historiador, justamente; porque en mi labor como escritor y crítico literario hay una parte como de historia, y en el lado del derecho pues siempre me fue muy fácil trabajar en la editorial teniendo ciertas nociones del derecho; pero me decidí por ser poeta, crítico literario, ensayista, editor y traductor.

¿Adolfo Castañón es un hombre de letras, un intelectual?

La combinación de estos factores da como resultado está, digamos, construcción de la marca Adolfo Castañón, donde conviven la poesía, el ensayo, la traducción; no he incursionado en la novela ni en el teatro, a lo mejor alguna vez lo hago, sin embargo, quizás hay ahí en algunos tramos de mi obra pequeños momentos que podemos decir que son teatrales y una de las figuras importantes de esto pues es Alfonso Reyes.

¿Usted es un noble hijo de abogado y doctora?

Son todos estos pequeños datos que van perfilando la biografía de una persona como soy yo. Estela Morán tuvo una gran inspiración para hacer muchas cosas, a ella le debo eso: hacer las cosas y hacerlas bien, pero también el gusto por la cocina y por la convivencia, era una señora muy versátil que era capaz de hacer muchas cosas. Ella falleció atropellada por un camión en reversa yendo al hospital La Raza; mi padre murió el 11 de julio de 1991 y ahí también otra nota interesante que es personal, pero es importante para mí.

"Octavio Paz me dio las condolencias (por la muerte de mi padre), me dijo que me estimaba y que me tenía envidia: ‘Es que usted sí logró hacerse amigo de su padre y yo no’, me dijo”.


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¿Es porque su vida creativa también estuvo ligada a Octavio Paz?

Cuando falleció mi padre, cuando volví a la oficina del Fondo de Cultura, recibí una llamada de Octavio Paz, me dio las condolencias, me dijo que me estimaba y me dijo que me tenía envidia: “es que usted sí logró hacerse amigo de su padre y yo no”, me dijo; el fallecimiento de Jesús Castañón Rodríguez como que estrechó mi amistad con Paz, que crecía alrededor del Fondo de Cultura Económica y alrededor de la revista “Plural” y después en “Vuelta”.

¿Y fue muy buen amigo de su padre y de él amó la cultura?

Esto era tanto que después, más allá de Paz yo seguí cultivando la amistad con los amigos de mi padre, me reunía a desayunar con ellos y todavía en mi bibliografía hay un libro que hice con uno de los amigos de mi padre que es Moisés González Navarro, investigador de El Colegio de México. Todo eso da como conciencia que al hacerme amigo de mi padre también me hice amigo, en cierto modo, de sus causas, y una de las causas tiene que ver con la cultura, con la historia y con el compromiso con los libros, y en ese contexto, colaboré en el Fondo de Cultura durante muchos años y actualmente en la editorial Siglo XXI donde he estado trabajando en los últimos diez años.

Tiene infinidad de proyectos, pero hay uno sobre usted mismo, que es de vida

Ese va a ser un libro póstumo: “Adolfo Castañón en una nuez”, es una guía profesional de lectura de todas publicaciones que tengo, que son muchas; hemos trabajado con Eduardo Campo en este proyecto; lo podría cerrar en 2020 con el Premio Nacional, pero no se podrá cerrar hasta que se agregue todo lo que tengo por publicar y todo lo que tengo en el escritorio.

"Soy un poco historiador... siempre me fue muy fácil trabajar teniendo ciertas nociones de derecho; pero me decidí por ser poeta, crítico literario, ensayista, editor y traductor”


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¿Estará todo el universo Castañón?

Ese libro es una especie de catálogo, una “selfie bibliográfica” donde viene los índices de cada uno de los libros, las portadas, la página legal y algunos considerandos sobre la edición, no viene el texto mismo, simplemente el fichero; ahí viene la poesía, la traducción, los ensayos, el libro de viajes, el libro de cocina, el libro de Montaigne, el libro de Uranga, el de Gaos. Esta selfie de alguna manera está condenada a ser póstumo pero también me pone en un desafío de encontrar una forma de presentarlo al público de manera accesible, creo que la mejor manera para hacerlo será de forma virtual o digital.

¿Ha hecho incluso radio y televisión?

Esa es otra categoría muy interesante: mis incursiones en la televisión. Hice alrededor de 80 programas de televisión para la serie “Maestros a través de las ideas”, con la Dirección de Televisión de la UNAM; y llevo más de 200 programas en el IMER, de “Letras y voces”, que no los he metido en mi bibliografía pero que forman parte de mi quehacer.

¿Por trabajar el ensayo y el periodismo cultural, quizás a descuidado su poesía?

En algunos momentos he escrito poemas diario, de hecho está por publicarse en la Universidad Autónoma de Sinaloa mi “Poesía completa” que tiene como 600 páginas, y sin contar las traducciones de poesía que he hecho; yo no soy de los que están escribiendo poesía todo el tiempo, no me considero en ese sentido un poeta profesional porque creo que a la poesía, al ímpetu lírico hay que ampliarlo con otras labores. Respeto a los que son poetas profesionales y nada más son poetas, no hablo en contra de eso, pero pues Alfonso Reyes publicó su Obra completa y el Tomo 10 está su obra poética; la obra poética de Octavio Paz está en los tomos 11 y 12, Henríquez Ureña casi no publicó poemas, en cambio sí escribió muchos cuentos.

¿Es decir, también habrá un amplio tomo con su poesía?

He publicado “El Reyezuelo”, he publicado “La campana y el tiempo”, he publicado “La tercera mitad del corazón” y he publicado estos dos tomos que sacó la Universidad Veracruzana hace dos años, que se llaman “Local del mundo” y “Civismo de Babel”; ahí hay una convivencia entre poesía y aforismo, y también cercanos los cuentos breves que forman parte para mí de la literatura de creación. Incluso en algunos de los textos de “Local del mundo” pueden encontrarse unos diálogos que podrían ser teatralizados, incluso lo han sido. Es decir, la vena lírica la tengo.

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¿Qué le ofrece la poesía?

La poesía es un jardín donde cabe la rosa, la espina, el fruto pero también cabe el juego de palabras, que es un impulso muy importante en el quehacer poético, el impulso lírico que va por el lado de tener consciencia de que el lenguaje no sólo es un instrumento de comunicar sino que también es un instrumento de experimentar y de juegos; creo que la gran literatura pasa por el juego.

Ahora se acaba de publicar la poesía completa de Dante Medina que es un poeta que justamente está en ese horizonte del juegos y creo que la literatura mexicana en la época clásica tenemos a un José Juan Tablada que estaba muy cerca de Reyes en esta idea del juego y yo diría que incluso un poeta tan delicado como Ramón López Velarde tenía una conciencia humorística irónica de muchas cosas; hay algunos textos de López Velarde que están explícitamente suscitando la sonrisa.

¿Usted ha sido un intelectual cercano a muchas instituciones?

La Academia Mexicana de la Lengua ha sido para mí una segunda casa, de hecho soy el secretario de la Academia, también soy el secretario de la Comisión de consultas y también soy el responsable de los programas de los programas del IMER; y trato de no ser indigno de ninguna de estas tres encomiendas y trato de mantener buenas relaciones con todos; estoy muy agradecido con el Fondo de Cultura Económica, con Siglo XXI, con la Academia Mexicana de la Lengua, con El Colegio de México, de hecho sigo colaborando con El Colegio de México, formó parte del Consejo asesor de la revista “Otros diálogos” y estamos trabajando en la revisión de la páginas de la Wikipedia de Alfonso Reyes.

Muchas de esas cosas las hago gratis, cuando digo que soy de la orden descalza es que sí, no he andado detrás de las becas y los premios, pero ahora sí, qué bueno que me van a dar el Premio, estoy muy contento de que se dé en este momento que creo que todavía tengo algo que dar a la comunidad, no digo al país, sino a la comunidad, que es más amplio.

¿Alfonso Reyes es una figura central de su obra?

La figura de Alfonso Reyes para mí también es la obra, pero es también un poco lo que está alrededor de Alfonso Reyes, y alrededor de Alfonso Reyes estaban sus amigos, sus discípulos, como José Luis Martínez, Ernesto Mejía Sánchez, Alicia Reyes, y Marcela del Río Reyes… alrededor de Alfonso vienen los nietos de otras generaciones, los discípulos de Alicia o los que hicimos el “Diario” de Alfonso Reyes, que somos Alfonso Raciel Guerra, que fue discípulo de Reyes directo, José Luis Martínez, Javier Garciadiego, Jorge Rueda de la Cerna, Víctor Díaz Aguilar, Víctor Díaz Arciniega, Alberto Enríquez Perea, Fernando Curiel y Belén Clark; entre todos logramos hacer esa maravilla que es la edición del “Diario” de Reyes, que es uno de los grandes acontecimientos editoriales, y está pendiente la asignatura de publicar sistemáticamente la correspondencia completa, se ha hecho, hay más de cinco epistolarios pero no se han editado en forma organizada.

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¿Es Alfonso Reyes pero es también una red, vinieron otros pensadores que estudia como Pedro Henríquez Ureña?

Henríquez Ureña me lleva a mis proyectos. Tengo un conjunto de libros entregados a editoriales que están esperando ser publicados: la correspondencia Reyes-Henríquez Ureña en el FCE con El Colegio de México y la Universidad Autónoma de Nuevo León, que algún día saldrá; la correspondencia Arnaldo Orfila-Alejo Carpentier que va a publicar Siglo XXI; un libro que se titula “Arcoíris”, que son los escritos sobre pintura y artes plásticas que va a publicar Bonilla, que sería como los privilegios de la vista; después hay otro libro que está en El Colegio Nacional que es “Los índices de nombres propios y los títulos de obras en la obra de Octavio Paz” en coautoría con Eduardo Mejía; así como el libros “Años de Alemania de Emilio Uranga” que incluye las cartas con Luis Villoro y el diario íntimo de Uranga; y un librito sobre Arreola, José Luis Martínez y Alí Chumacero; y una reedición del libro para niños “Las montañas azules” para el IPN.

¿68 años de vida y de trabajo arduo de un bibliófilo?

Todo tiene que ver con que soy una persona organizada y trabajadora porque para estar haciendo todo eso pues hay que estarle moviendo al organillo con alguna consistencia, y a pesar de eso pues tratar de comprar libros, reseñar, cocinar, ver cosas nuevas, dar tiempo a las nuevas propuestas.

¿Un intelectual que se define como artesano de la palabra?

Eso que el artesano tiene que saber escuchar a la materia con la que está trabajando, tiene que saber escuchar la madera, saber escuchar el papel, saber escuchar a la tinta, el aire y el público, porque no somos nada si no hay público, entonces ahí entra el periodista y el hombre común y corriente que tiene que estar atento, un poco salir descalzo a la calle, por eso me gusta decir en mi caso que yo soy de la Orden descalza, con eso quiero decir que hay que ser humilde y oír, y dejar que el otro hable, y por eso leer.

ARTESANO DE LA PALABRA

Jesús Adolfo Castañón Morán nació en la Ciudad de México, el 8 de agosto de 1952

Es poeta, ensayista, editor, crítico literario y bibliófilo. 

Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Es gastrónomo autodidacta.

Miembro del consejo de redacción de revistas como: Vuelta, Letras Libres y Gradivia.

Lector de todos los géneros literarios.

Admirador y estudioso de la obra de Alfonso Reyes, pero también de otros grandes como el crítico y teórico de la literatura George Steiner; de Pedro Henríquez Ureña, Octavio Paz, Emilio Uranga, Arnaldo Orfila y Michel de Montaigne.

Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

Libros: Algunos de ellos son Alfonso Reyes, caballero de la voz errante, Arbitrario de literatura mexicana, La campana y el tiempo, Viaje a México: ensayos, crónicas y retratos.