Cultura

El mundo se hace más pequeño cuando se prohíbe la literatura: Chimamanda Ngozi Adichie

La escritora reflexiona sobre identidad y amor en su encuentro con lectores

La escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2025. Foto: Hugo Salvador/ El Universal.
07/12/2025 |10:46
Reyna Paz Avendaño
Coeditora de ConfabularioVer perfil

GUADALAJARA, JAL.- La identidad hoy se ha convertido en un obstáculo cuando debería ser el motor para que cada persona cumpla el deseo universal de ser amado, afirmó la escritora nigeriana durante el encuentro que sostuvo con sus lectores en el Auditorio Juan Rulfo de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.





La autora de Todos deberíamos ser feministas, Sobre el duelo y Americanah señaló que la pregunta universal que plantea la literatura es: ¿qué significa ser un ser humano? Y para ella, la respuesta está en el amor. “El amor es lo más importante para las personas. Amar y ser amados; tener un sentido de significado en la vida; sentirse valorados e importar. Este es un deseo universal que tenemos”.

En ese sentido, añadió, la identidad importa porque le da forma a lo que hacemos para cumplir con ese deseo humano. “La identidad da forma a la manera en que miramos el mundo y, más importante aún, la identidad da forma a la manera en que el mundo nos mira a nosotros”, afirmó.

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Chimamanda Ngozi mencionó varios ejemplos de cómo actualmente el mundo cierra las puertas al amor: cuando un hombre blanco de clase baja que está calificado, pero al que se le niega una oportunidad laboral porque no un acento en su habla considerado incorrecto, una mujer negra a la que se le niega el acceso porque su cabello es considerado poco profesional o una lesbiana a la que se le niega una oportunidad porque le dicen que no encaja con la cultura del lugar.

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora. Foto: Random House, cortesía

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La autora recordó una historia similar que vio durante su infancia, la de una profesora que todos catalogaron de arrogante.

“Esta mujer destacaba por ser una de las dos únicas mujeres en el campus que eran profesoras titulares. A ella se le solía mencionar en términos muy despectivos. Decían que era arrogante. En cuanto surgía su nombre, alguien decía ‘arrogante’. Yo conocía a esta mujer y pensaba que se comportaba exactamente igual que muchos de los profesores hombres, pero a esos profesores hombres nunca se les llamaba arrogantes. En cambio, la gente decía que eran seguros de sí mismos. La única diferencia era la identidad: en este caso, el sexo biológico”, narró.

Esa situación ocurre aún hoy en todo el mundo con las mujeres en la vida pública, especialmente con aquellas en posiciones de poder político o económico, y con mujeres que no son renuentes a usar su voz, lamentó.

“Por el mismo comportamiento, al hombre se le considera seguro, mientras que a la mujer se le llama arrogante; o el hombre es asertivo mientras que la mujer es agresiva; o el hombre es estratégico mientras que la mujer es manipuladora; o el hombre es un líder y la mujer es controladora; o el hombre es autoritario y la mujer es molesta”, dijo.

Esos señalamientos a la profesora le ayudaron a la autora a entender los matices de la identidad, es decir, que a veces los efectos negativos de la identidad no son dramáticos ni ruidosos. “No se trata únicamente de que te llamen con insultos o epítetos. También se trata de las pequeñas suposiciones y los estereotipos que se adhieren a tu identidad. Y pueden parecer pequeños, pero su efecto no es pequeño. Estos juicios pueden reducir tus oportunidades en la vida. Pueden encoger tu espíritu y tu alma”.

Conferencia de prensa de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, previo a su charla en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2025. Foto: Hugo Salvador/ El Universal.

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Chimamanda Ngozi indicó que las suposiciones acerca de las mujeres se han repetido a lo largo de la historia humana hasta convertirse en algo ordinario que no se cuestiona y que ni siquiera se mira de manera consciente.

Me pregunto qué se ha perdido como civilización humana por la exclusión de las mujeres. Por ejemplo, en el arte, ¿qué hubiéramos producido?, ¿O cuántas enfermedades se hubieran ya curado? En un país con muchas identidades la pregunta tal vez es quién es visible y quién es invisible. ¿Qué historia llega a ser del dominio público y cuál se marginaliza? ¿Quién tiene el poder político? Porque debemos admitir que el poder político también está ligado a la identidad y a las historias”, cuestionó.

La escritora contó que cuando Barack Obama se convirtió en presidente de Estados Unidos hubo mucha gente que lloró porque venían de un recuerdo de dolor ancestral de negación de identidad y poder. “Estados Unidos por siglos les había dado a sus ciudadanos que se veían como Obama un mensaje de que no podían participar en las instituciones del sistema político, que no podían aprender a leer leyes y que ni siquiera se atrevieran a soñar”, dijo.

Foto: EFE/ Elvis González

Por eso, agregó, las historias son importantes, narrarlas no solo da visibilidad, también da dignidad.

Hoy las lenguas están utilizando la palabra migrante y le añaden muchas otras palabras horribles ligadas a la criminalidad. Sin embargo, la historia de la humanidad es una historia de movimiento y se nos olvida que por tener la suerte de nacer en un lugar o en otro, todos podemos acabar siendo migrantes”, opinó.

La escritora recordó una frase del escritor afroestadounidense W. E. B. Du Bois: “Me siento con Shakespeare y él no me desdeña” aludiendo a que es imperativo preservar la importancia del lenguaje y conservar el significado correcto de las palabras.

“Cada día el lenguaje se hace más pequeño cuando se nos prohíbe la literatura. Además, el mundo se hace más pequeño, y no puedo evitar pensar en las redes sociales y en el apretujamiento y aplastamiento del lenguaje, en la reducción del pensamiento original, de tal modo que me parece que ciertas palabras han perdido todo significado por estar tan sobreutilizadas, palabras como ‘tóxico’ y ‘trauma’”, señaló.

Chimamanda Ngozi afirmó que, para ella, la literatura es su religión.

“Yo no siempre tengo éxito con la empatía, pero es la literatura la que hace que quiera seguir intentándolo. La mayor lección que he aprendido de mi padre es que somos más parecidos que distintos: que podemos mostrar el amor de maneras diferentes, pero todos amamos; que lo que nos importa puede ser distinto, pero todos queremos importar; que es tan importante extender la amabilidad como esperarla; y que la dignidad es siempre tan importante como la comida”, expresó.

Al término de sus palabras, algunos lectores pudieron hacerle preguntas a la autora, entre estas, si sus libros son feministas, por qué es importante el color en la vida y cómo mira a la distancia su juventud. respondió que la literatura debe estar por encima de todas las ideologías, que ante tiempos oscuros el color es necesario, que ahora vive los bochornos de la menopausia, que debe de existir un mejor sistema de salud para las mujeres y que la próxima vez que visite México le gustaría conocer a la comunidad afrodescendiente instalada en el país.