Se han encendido las alertas en torno al Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, el IAGO, espacio único creado por el pintor Francisco Toledo en 1988 y que desde 2015 está bajo la administración del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, por decisión del propio pintor juchiteco. No es que esté en el abandono, pues según el propio INBAL en diciembre pasado ese importante espacio cultural que posee una de las colecciones de artes gráficas más importantes de Latinoamérica, con más de 50 mil libros y un taller de producción editorial, recibió mantenimiento; el problema es que se ha convertido en una biblioteca sin condiciones tecnológicas a su nivel, y más bien parece ya un museo donde se mira y no se toca, aun cuando su vocación original era otra. La artista interdisciplinaria oaxaqueña Amanda Ruiz ha denunciado la triste situación del IAGO, pues “no hay Internet, no hay enchufes” y dice que la coordinadora y director “concuerdan que no es necesario el servicio”, y hasta se ofendieron porque ella les dijo que más bien parece “una bodega o un sitio turístico para mirar, no para estudiar, investigar”. Es decir, nada que ver con la apuesta original de ese que fue el primer espacio cultural que fundó el pintor y al que por cierto sigue llegando obra donada.