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Los minutos de oscuridad: reseña de Mis fantasmas de Gwendoline Riley

Reseña de Mis fantasmas de la inglesa Gwendoline Riley, novela que explora la tensa relación de una madre y su hija

Gwendoline Riley fue finalista del Folio Prize y hace parte de la Royal Society of Literature desde 2018. Adrian Lourie/ SEXTO PISO
24/08/2025 |01:04Benjamín Barajas |
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Gwendoline Riley (Londres, 1979) ha cobrado notoriedad en las letras británicas por sus novelas que exploran la soledad en las dinámicas familiares, con un estilo directo y sin adornos, capaz de recrear escenas crueles, pero matizadas con el humor característico de los británicos, lo que despierta la empatía de sus lectores.





Mis fantasmas (traducción de Ce Santiago para la editorial Sexto Piso, 2024) es una buena muestra de la expresión literaria de la autora. La novela presenta la relación conflictiva entre la narradora, Bridge, y su madre, Helen, atrapadas en un nudo sentimental que no pueden entender ni desatar debido a la incomunicación que priva entre ellas.

Helen padece la frustración de sus dos fracasos matrimoniales. En principio, se casó con Lee Grant, padre de Bridge y Michelle, un ser megalómano y narcisista; después repitió el error con Joe, un hombre gris que apenas aparece en las páginas del drama, para luego apurar sus días en clubes para solteras, banales y hueros, y acabar abatida en un mundo sin esperanza.

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Gwendoline Riley. Foto: Adrian Lourie / Writer Pictures. Cortesía de Granta Books.

Las hijas son el producto sentimental de estas relaciones vacías. Michelle desaparece del universo emocional de su madre, mientras que Bridge no le perdona el daño psicológico recibido en su infancia, de modo que la trama de la novela exhibe a dos mujeres atrapadas en una misma tela de araña rencorosa, sin posibilidades de escape.

En la novela, Bridge es la narradora protagonista y, por lo tanto, induce a un punto de vista subordinado a sus emociones, presentadas con resentimiento e ironías que propician, mediante diálogos cortos y punzantes, escenas chuscas y humorísticas.

Mis fantasmas tiene una estructura fragmentada, situada entre la retrospección y las acciones inmediatas. Los acontecimientos avanzan por la suma de episodios recuperados en las citas anuales de los personajes, en los meses de febrero, cuando cumplen años. Este motivo otorga a la novela una construcción circular que solo termina con la muerte de la madre.

La novela también se distingue por su tono narrativo, que despierta la empatía de los lectores por los temas desarrollados en la historia. Recordemos que, para Gérard Genette, el tono es el registro afectivo para establecer vínculos con los receptores de las obras literarias. En este caso, el humor pareciera tender puentes sobre los abismos de la tragedia.

El humor en la literatura se concibe como un conjunto de estrategias usadas por el autor para provocar en los lectores sensaciones de comicidad o distanciamiento frente a los hechos narrados, con la intención de mover a la risa mediante ironías, sátiras, juegos verbales y del absurdo.

En este contexto, Mis fantasmas abreva en la tradición del humor británico, diestro en el uso de diálogos sobrios y solemnes que, pese a su deliberada formalidad, inducen a situaciones jocosas. Así, cuando la madre se desmaya porque, como se probará más tarde, padece un tumor cerebral cancerígeno, Michelle comenta: “O sea, que le pasara esto mientras estaba fuera ha sido ley de Murphy. O, ya sabes, ley de Hen. Hace que todo cueste diez veces más.”

Pero el sesgo humorístico solo distrae el conflicto de fondo que subyace en el texto. La soledad, el aislamiento emocional, la incomunicación, el vacío y la muerte son el verdadero drama de la historia. Los breves minutos de oscuridad de Helen parecieran ser el único testimonio de su existencia.