A la exresidencia oficial del presidente le va como en feria . Debutó en diciembre como centro cultural con la exhibición al aire libre de la película ROMA y ahora acoge la Feria Internacional de las Culturas Amigas , que hacina a miles de personas en un espacio mínimo, con estrechas posibilidades de esparcimiento , libre tránsito y seguridad, eso sí, con opción de tomar cerveza en Los Pinos.

El acceso por cualquiera de las puertas

carece de controles de seguridad

, sólo hay retenes para dosificar con ingenuidad la entrada de miles de visitantes al pasillo de escasos cuatro metros de ancho donde se amontonan y deben circular solo en un sentido y sin posibilidad de reversa en el área de comida. Un caos.

No hay ni para donde correr. Los locales de los países participantes están pegados unos con otros a lo largo del pasillo, al que sólo se puede entrar por un extremo y salir por el otro. Una cerca de arbustos bloquea el otro flanco. El área de artesanías está en una sección y la de comida en otra , no se conectan.

El gobierno de Claudia Sheinbaum

tuvo la ocurrencia de trasladar la feria del Zócalo a Los Pinos, a la inversa de Andrés Manuel López Obrador , que trasladó la casa presidencial de Los Pinos al Zócalo, a Palacio Nacional. Según sus datos, sólo en expositores hay más de mil y representan a 80 países .

Chelas, inseguridad e intolerancia entran a Los Pinos
Chelas, inseguridad e intolerancia entran a Los Pinos

Ya desde los últimos años del sexenio de Miguel Ángel Mancera se exhibían los problemas de organización. La feria, en sus primeras ediciones hace una década, se acomodaba en un tramo de Paseo de la Reforma, a la altura de la Zona Rosa , después se trasladó al Zócalo y para 2018 se partió para dejar en la Plaza de la Constitución solo la venta de artesanías y en Santo Domingo, la de comida .

Quienes ahora asisten a Los Pinos ya no pueden departir como antes con representantes de los países participantes, ya no hay mucha oportunidad, que digamos, de estrechar la amistad con culturas amigas .

Personal muy joven con chalecos fosforescentes o con el color guinda (similar al del partido Morena) arrea a los visitantes e impide que se detengan; sólo en el pabellón de Alemania se permite parar en larga fila a comprar cerveza , la más popular. Muchos otros locales ofrecen cerveza típica de las naciones que representan. Alcohol en Los Pinos, qué novedad.

Alertar sobre los riesgos de poca movilidad

y de seguridad

desató el hostigamiento del personal de la feria el sábado pasado , a pesar de identificarme como periodista durante la visita. A un grupo de amigos nos siguieron, nos tomaron fotos y videos , llamaron a policías capitalinos (que entran libremente a la ex residencial presidencial ante la mirada pasiva de los soldados) para que nos llevaran, dijeron, al Ministerio Público . ¿Arresto en Los Pinos? Vaya.

Chelas, inseguridad e intolerancia entran a Los Pinos
Chelas, inseguridad e intolerancia entran a Los Pinos

Al final paramos en un pabellón a comer un bocadillo al otro extremo, casi a la salida; un acompañante compró cerveza , otra vez se aparecieron policías con personal de la feria y nos dijeron que, aunque se vende cerveza abierta en Los Pinos , no podíamos consumirla y teníamos que retirarnos . Kafka se reía.

Ya para irnos, llegó quien dijo ser “ Alejandro Nieto , responsable de relaciones internacionales de la feria ”, aunque no mostró identificación, y exigió con amenazas que abandonáramos el espacio público y centro cultural , y volvió a llamar a policías por radio . A una compañera le advirtió que si no nos íbamos nos iba a madrear .

Cuando partíamos de Los Pinos , “Nieto” recibió una llamada por radio, alguien le preguntó cuál era el problema y él contestó: “Ya está resuelto, era una pareja LGBT , pero ya los echamos”.

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