Ya estamos en la brecha final de la campaña electoral para elegir al próximo presidente o presidenta del país. Para el sector científico se tratan de unas elecciones clave, tras un complicado y decepcionante sexenio. A casi una semana del día de la votación, cuatro investigadores evalúan las propuestas de campaña sobre ciencia y medio ambiente de , candidato de Movimiento ciudadano; , candidata de la coalición Fuerza y corazón por México, y candidata de Sigamos haciendo historia. Aunque para hablar del futuro, los científicos tienen que hablar del presente.

“Estos seis años se cayó la gestión científica por completo en nuestro país”, dice Teresa García Gasca, ingeniera en bioquímica industrial y exrectora de la Universidad Autónoma de Querétaro.

“Hemos experimentado una polarización y hemos enfrentado situaciones complicadas, como la extinción de fideicomisos, una nueva Ley General de Ciencia y Tecnología que otorga poderes muy grandes al Estado y, sobre todo, la centralización”, así es comoinvestigador en el Centro de Ciencias Genómicas-UNAM, resume el panorama de la política científica actual.

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, biólogo y miembro de El Colegio Nacional, considera que es un paso fundamental para el siguiente gobierno la anulación de la nueva Ley General de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (LGHCT). “Es una de las peores herencias que está dejando la administración actual. Fue aprobada en medio de irregularidades. Esa ley es una atadura tremenda en el desarrollo de la ciencia en México”, afirma.

¿Pero qué opinan de las promesas de los candidatos a la presidencia? Basándose en las propuestas que anuncian los aspirantes en sus páginas web oficiales, los entrevistados coinciden en dos puntos: no se vislumbra un proyecto transexenal y se ha ignorado a las nuevas generaciones de investigadores.

Foto: Archivo / EL UNIVERSAL
Foto: Archivo / EL UNIVERSAL

Los entrevistados señalan que la ciencia lleva su propio ritmo y que es necesario desacoplarla de los tiempos del gobierno y plantear proyectos a mediano y largo plazo. La eliminación de los fideicomisos por decreto presidencial hizo que proyectos científicos dependieran de los fondos del presupuesto anual.

“Para desarrollar una política científica exitosa, lo que habría que buscar es cómo desacoplar los tiempos de la ciencia de los tiempos políticos, en el sentido de que todo está planteado en términos de sexenio y hay proyectos que tienen tiempos distintos”, explica Lazcano.

Un ejemplo que plantea Romero sobre las consecuencias negativas de medir la ciencia en periodos sexenales es el fallido proyecto de Conahcyt de encontrar una alternativa al glifosato: “El creer que en un periodo de dos años se iba a encontrar una alternativa sólo lleva a ridículos. Estoy seguro que se estuvo trabajando hacia esa dirección, lo que es irreal es la promesa, inentendible viniendo de una científica ()”.

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Por otra parte, Antonio Lazcano afirma que invertir en becas sin garantizar que las nuevas generaciones de investigadores se podrán incorporar al campo laboral es una “mala inversión”. “La comunidad científica en México está envejecida porque no ha habido renovación generacional por la falta de recursos”, comenta.

“Se habla mucho de becas para la formación de alumnos, muy poco o casi nada de la incorporación de nuevos investigadores. Ese es un punto central, mientras sigamos con una ciencia relativamente pequeña, no vamos a avanzar mucho”, comenta Romero.

Para Cristina Puga, investigadora del Centro Peninsular de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNAM, la gran propuesta ausente es la descentralización de la ciencia: “En todas falta que integre regionalmente al país, que reconozca la importancia de las iniciativas locales de cada estado en promoción de la ciencia y conocimiento”.

Pero celebra que se ve “un reconocimiento más grande, de lo que hay en el actual gobierno, de las necesidades de formación tecnológica y de capacidad de innovación en el país”, así como que los candidatos hagan énfasis en impulsar la educación y el desarrollo tecnológico, aunque sobre este último advierte que para ello se necesitará impulso científico previo y que no se ve considerado. “Veo que no hay una idea de un sistema integrado de ciencia”, agrega.

Máynez reprueba

“No vale la pena detenerse con él. No hay la menor elaboración de puntos interesantes, me parecen clichés”, afirma tajante Antonio Lazcano, antes de iniciar su análisis. El biólogo considera que sus propuestas pobres en el campo de la ciencia son “parte de la improvisación de su campaña”.

Y es que en el proyecto de Máynez, la palabra “ciencia” se menciona sólo una vez, en relación a mejorar el servicio de salud. Su otra propuesta es reincorporar a las universidades privadas al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), que fueron discriminadas en este sexenio.

García Gasca concuerda con Antonio Lazcano, porque señala que el candidato de Movimiento Ciudadano “no presenta una verdadera visión de política científica para el país”.

Para David Romero, el partido tiene un buen antecedente porque en 2021 presentó una propuesta de Ley General de Ciencia que basaba un presupuesto en el Presupuesto de Egresos para Federación y no en el PIB. Sobre las propuestas destaca la transición energética a fuentes más sustentable, que es un punto que comparten todos los candidatos.

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Faltan explicaciones de Sheinbaum

García Gasca comienza destacando que tanto en la propuesta de campaña de Claudia Sheinbaum, como en la de Xóchitl Gálvez, es perceptible la asesoría de miembros de la comunidad científica, aunque tienen sus diferencias.

Sobre la campaña de la candidata de Seguiremos haciendo historia, García Gasca destaca su idea de impulsar la ciencia y tecnología, aunque señala que falta que explique cómo lograría cumplir con eso. Pero lo que ve con mejor ojos son sus propuestas relacionadas al medio ambiente: “Es la única que toca el tema de la minería a cielo abierto, que México tiene compromisos muy importantes en ese campo, particularmente la minería de mercurio es un gran problema en Querétaro y México se comprometió a erradicar en 2032, entonces es un tema importante”.

David Romero reconoce la “discreta” preocupación que ha externado Sheinbaum sobre la actual gestión de la ciencia. Sin embargo, dice que en sus propuestas tampoco revelan que esté distanciada de la política científica actual: “No habla acerca de la nueva ley de ciencia, que actualmente está sometida a diferentes acciones de inconstitucionalidad y amparos, que van a ocurrir en caso de ser electa, durante su gobierno”.

El enfoque en la educación para hablar de ciencia gusta a los entrevistados, aunque Romero señala que faltó ver sobre un programa de desarrollo de ciencia básica y formación de jóvenes en la investigación.

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Fuerte y decidido, el proyecto de Gálvez

“Veo un programa mucho más completo”, dice David Romero. “Es mucho más decidida. Veo una propuesta más aterrizada”, agrega Teresa García Gasca.

El primer punto en el que coinciden los investigadores Romero y García Gasca es en la propuesta de apoyar a las mujeres en STEM (es decir, que se desempeñan en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), pues es una “deuda” pendiente. Aunque a Romero le habría gustado ver cómo se lograría esa meta.

Otro punto reconocido es el que dice que recuperarían las Áreas naturales Protegidas de “las manos del crimen organizado”. Sin embargo, García Gasca dice que la propuesta se queda corta, porque además falta que más espacios reciban la declaratoria de protección. Bajo esta línea medioambiental, Lazcano y Romero destacan que Gálvez es la única candidata que se ha pronunciado contra la reducción de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) a una dirección de la Secretaría de Medio Ambiente.

Los investigadores también aprecian que haya considerado compromisos internacionales, como llegar a cero emisiones de carbono en el 2050 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, de las Naciones Unidas. “Es indispensable y les va a tocar sí o sí a uno de ellos como Presidente. Claro, no llegará hasta el 2050 como Presidenta, si es que resulta triunfadora, pero tendría que dejar todo para que se pueda lograr”, comenta García.

Aunque ha estado en boca de todos, la mención al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) sólo está en las propuestas de Gálvez. Lo menciona para proponer fortalecer al Consejo y al SNI, idea que celebran las entrevistadas.

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Conclusiones

David Romero dice que hasta ahora, no vio que algún candidato ofreciera la propuesta ideal. Sin embargo aclara que el futuro de la política científica no sólo depende del gobierno:

“Cualquiera de los tres candidatos que resulte electo requerirá del apoyo y discusión crítica por parte de la comunidad científica. Todas las propuestas son perfectibles y creo que toda la comunidad científica tiene que hacer un papel mucho más insistente al respecto del apoyo y la expansión para nuestra actividad, que es importante para México. El no participar activamente, por parte de los científicos, también nos ha llevado a una situación un poco desastrosa”.

Los investigadores esperan que para el siguiente sexenio, el sector académico sea considerado y escuchado por el gobierno para proponer soluciones a problemáticas del país.

“No se habla de un sistema que coordine las perspectivas de los distintos actores (universidades, centros de investigación, investigadores, gobierno, empresas), siempre se ve como una política dirigida desde el gobierno. Hace seis años ya teníamos una estructura, muy incipiente y todavía con muchas fallas, que era el Foro Consultivo, Científico y Tecnológico —de donde 31 integrantes, tanto científicos como funcionarios fueron perseguidos sin éxito por el gobierno— ahí se reunían todas las disciplinas, incluyendo humanidades y ciencias sociales, había empresarios, había gobierno y había discusión. Ahí estaba y se canceló”, recordó Puga.

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