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En los últimos años, el artista Ricardo Mazal había basado sus proyectos en encuentros místicos que le conmovieron: la montaña sagrada del Tíbet o las coloridas banderas de oración en el reino del Himalaya fueron temas que abordó con sus pinturas conceptuales. Con Violeta, exposición en el Centro Cultural Estación Indianilla, el proceso continúa. “Aunque mi obra ha tenido un componente de espiritualidad, no es algo que yo busco. De la forma en que vivo, que siento la pintura y me conectó con el mundo, surge ese momento. Ahora exploro la espiritualidad del violeta en todas sus gamas; el color de la sangre y de la vida”, dice en entrevista.

Violeta se compone de 28 óleos que exploran con la luz y el movimiento las posibilidades cromáticas en contraste con tonos de gris, añil, carmín y blanco. Las piezas presentan la veta de mayor libertad del artista, en cuadros que juegan con texturas de apariencia textil, y también la de mayor composición, en obras de paneles divididos por matices. Los óleos se acompañan de la Sinfonía no. 4 del compositor Arvo Pärt, la cual fue parte del proceso de creación y busca generar una atmósfera como punto de referencia emocional de la muestra.

“Vivimos en un mundo de rapidez visual brutal, hay un peligro de no llegar a la profundidad. Las piezas las realicé con una ejecución muy espontánea, pero de preparación larga. Cuando se logra alcanzar esa esencia el resultado es permanente”. La muestra estará abierta hasta noviembre.

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