De pronto el público comenzó a mirar hacia arriba, hacia el palco presidencial para confirmar por qué el Estado Mayor Presidencial estaba inusualmente controlando las entradas del Palacio de Bellas Artes, previo a la séptima gala Elisa y amigos, que organiza la bailarina mexicana Elisa Carrillo a través de su fundación, desde 2012.

El primer mandatario arribó la noche de este viernes al palco presidencial con discreción, acompañado de la Secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda , y de otros invitados, comenzó a tomarse fotos con algunos de ellos, intercambió palabras con su vocero, Eduardo Sánchez, y cinco minutos después se dio cuenta de que decenas de celulares le apuntaban.

Peña Nieto

saludó agitando su mano derecha en el aire, cruzó sus brazos en señal de abrazo y gratitud. Sin particularizar, envió saludos también a los ocupantes de los palcos a su alrededor, como Saúl Juárez, subsecretario de Desarrollo Cultural; el arquitecto Enrique Norten, Eduardo Sánchez; la directora del INBA, Lidia Camacho; Ricardo Calderón, director general del Centro Nacional de las Artes.

Poco a poco se empezó a restar atención a la visita del presidente de la República. La gente tomó sus asientos ante la campanada de tercera llamada y la disminución de la intensidad de las luces.

Ni el Instituto Nacional de Bellas Artes , ni la Secretaría de Cultura han podido precisar cuántas veces Peña Nieto ha acudido a la Sala Principal del recinto de mármol. Aunque se tiene el registro público de su presencia el año pasado durante el concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional para celebrar el centenario de la creación del Ejército Nacional, al que asistió acompañado de su esposa, Angélica Rivera, y del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos.

Abajo, en preferente y lunetas, gente de la comunidad dancística como bailarines de la Compañía Nacional de Danza, la coreógrafa Nellie Happe, la maestra Cora Flores, la directora del Ballet Folklórico de Amalia Hernández, Viviana Basanta, fueron completando poco a poco el aforo.

La séptima gala Elisa y amigos, que este año trae a figuras del Het National Ballet, el Teatro Mariinsky, el TeatroMikhailovsky y el Wiener Staatsballett, entre otros, no es el primer encuentro entre la primera bailarina del Staatsballett Berlin y el presidente, en 2016 Peña Nieto le entregó la Medalla Bellas Artes en la residencia oficial de Los Pinos, distinción que sólo se ha tenido con la texcocana, pues otros creadores la han recibido de manos de la titular del INBA.

En la gala destacaron pas de deux de ballets clásicos como Romeo y Julieta, El Lago de los cisnes y Don Quijote.

El despliegue técnico de los ejecutantes fue, como suele ocurrir en estas galas internacionales, espectacular. Grandes saltos, giros perfectos, pulcritud dancística. Sin embargo en medio de la parafernalia que suponen estos espectáculos hubo cabida para la interpretación artística, para el discurso estético y para al menos dos propuestas profundas.

La primera fue el dueto que Carrillo interpretó con Marcelo Gomes, "Vértigo", de Mauro Bigonzetti, de una gran expresividad y belleza, que mezcló la pasión con la gravedad y las posibilidades del movimiento.

La segunda, el estreno en México de la obra White Darkness, del coreógrafo español Nacho Duato, a cargo de los primeros bailarines y solistas de la Staatsballet Berlin, protagonizada por Carrillo y Mikhail Kaniskin.

Poderosa en lo visual, con una carga emotiva del relato de una mujer consumida por la cocaína. La imagen final fue extraordinaria, Elisa bajo kilos de polvo blanco que cayeron sobre ella como una cascada mortal, con un fondo negro apabullante.

Los intérpretes fueron ovacionados de pie por todo el público, incluido el presidente de la República, quien se retiró tras recibir, a distancia, los efusivos saludos que la bailarina mexicana le envió desde el escenario.

ml

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