Cultura

Archivo General Agrario, dos años de ser un elefante guinda echado

A un año nueve meses del anuncio de la suspensión de actividades para los usuarios por las obras de la nueva sede, la labor de investigadores y estudiantes ha tenido que pausarse. El exdirector, Pedro Salmerón, ha denunciado que es un elefante blanco que se inunda

Aunque la estructura de la obra está prácticamente terminada, incluyendo la plaza pública y la terraza verde, todavía hay cuestiones pendientes y no son mínimas, como la colocación de mobiliario y hasta de tinacos. Fotos: Diego Prado / EL UNIVERSAL
11/12/2025 |03:49
José Quezada
Reportera de la sección CulturaVer perfil

Las declaraciones que el historiador exdirector del Archivo General Agrario (), hizo en sus redes sociales confirman las irregularidades que ha enfrentado el proyecto de cambio de sede del segundo acervo documental más grande del país después del Archivo General de la Nación (al AGA lo conforman 45 mil metros lineales de documentación) y que EL UNIVERSAL ha documentado en más de una ocasión: “El AGA tiene dos años cerrado, el edificio no se termina y se inunda, pero don @MeyerFalcon [Román Meyer Falcon, extitular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Sedatu], el responsable de la obra y sus múltiples sobrecargos, no sólo tiene cargo nuevo sino que ahora será estrella en @OnceNoticiasTv con @rturrent. Ya me cansé de callar”, escribió Salmerón el 24 de noviembre.





Ahora, las afectaciones que padecen investigadores, estudiantes (antropólogos, historiadores y socioeconomistas) y usuarios en general son notorias, tras una larga historia de retrasos e incertidumbre: un anuncio oficial hecho en un boletín del gobierno federal que se publicó el 6 de enero de 2023 (“Sedatu construye museo y sede del Archivo General Agrario en la Ciudad de México”) y varias promesas incumplidas de finalización de las obras: primero se dijo que quedaría en el verano de 2024, luego se afirmó que en diciembre, pero el pasado 4 de marzo se cumplió un año desde el anuncio de suspensión de actividades para usuarios por la mudanza.

La inversión anunciada al inicio era de más de mil millones de pesos, aunque Salmerón señaló que los costos se duplicaron por culpa de Meyer. Luego, Salmerón, que no aceptó dar declaraciones a este diario, indicó que desde “hace unos meses” ya no es titular del AGA.

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El inmueble, ubicado en Avenida Juárez 92, todavía está cercado. Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL

El proyecto, ubicado en Avenida Juárez 92, es ambicioso: una superficie de 5 mil 228 metros cuadrados con un edificio de 10 niveles y una terraza (entre estos hay pisos subterráneos pese a que especialistas cuestionaron qué tan asertivo era que un archivo de esta naturaleza pudiera estar en sótanos; Salmerón le da la razón a estos señalamientos al afirmar que el AGA se inunda), una plaza pública, oficinas del Registro Agrario Nacional, un jardín botánico pensado como museo y hasta una librería del Fondo de Cultura Económica (FCE).

Aunque ha habido progresos en el desarrollo de la obra (tomas aéreas revelan avances en la plaza pública y la terraza “verde”, y hace una semana se abrió el acceso a la calle Iturbide), la promesa al público en el verano del año pasado se muestra cada vez más rebasada.

Al preguntar a los elementos de seguridad y trabajadores que se encuentran en las inmediaciones del AGA qué puede hacerse para consultar algún documento antiguo, la respuesta es que hay que dirigirse físicamente a las oficinas del Centro de Atención (CAT) del Registro Agrario Nacional (RAN), ubicado en José Antonio Torres 661, colonia Ampliación Asturias.

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Para consultas, no siempre resueltas, el público puede ir al Centro de Atención del Registro Agrario Nacional. Foto: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

Allí hay una ventanilla especial con el letrero: Archivo General Agrario. Al plantear, como cualquier usuario, la situación de que se requiere consultar un mapa colonial, por ejemplo, la respuesta es que no puede hacerse mucho hasta que se abra oficialmente el AGA. El escaneo de dos archivos en PDF, llamados “Catálogo de documentos históricos del Archivo General Agrario”, son la única solución que ofrecen para que los investigadores puedan tener una idea de qué papeles servirse cuando las obras terminen.

Marta Martín Gabaldón, maestra en historia por la Universidad Complutense de Madrid e investigadora desde hace seis años y medio, en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México en Oaxaca, cuenta que sus visitas, antes de la mudanza del acervo, cuando el AGA se encontraba en Sastrería 84, en la colonia Penitenciaría, fueron experiencias positivas, amables, con apoyo y orientación; visitas que hizo poco antes del anuncio del cambio de sede y que no repitió porque sus colegas le contaron el fracaso en sus intentos; al encontrarse en Oaxaca, hacer un viaje de seis horas en carretera para encontrar una puerta cerrada se vuelve un gasto innecesario de energía. Por ello se ha enfocado en la historia rural, la historia agraria y los espacios indígenas, particularmente de la región mixteca oaxaqueña desde la época colonial temprana: “Últimamente estoy incursionando también en asuntos del siglo XIX, la reforma agraria. Es decir, me gusta hacer como estudios de larga duración para entender el presente y los conflictos que hay en el presente pues a la luz del pasado”, comenta la académica.

Más allá de lo que padecen los investigadores, el problema, dice, es que “muchos alumnos y alumnas que están interesados en estos asuntos, están, en buena medida, con las investigaciones o paralizadas o tratando de trabajar con materiales que, por ejemplo, en mi caso, yo ya tenía recopilados de muchos años anteriores. No podemos avanzar en el ámbito de la investigación sin acceder a esos expedientes ni a esos materiales”.

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Afirma que, como investigadora, uno se las ingenia reorientando la investigación: “Pero a quienes veo que la verdad está afectando mucho es a los alumnos que tienen intereses muy relacionados con los asuntos agrarios y no pueden ni planear proyectos de investigación porque no sabemos realmente cuándo vayan a estar a disposición esos materiales. Esto nos ha generado incertidumbre”. Menciona que este es el caso de varios de sus alumnos de estudios superiores.

“La bondad del Archivo General Agrario, además de resguardar la memoria en el tema de la propiedad social de la tierra, es que conecta al presente con el pasado”.

Habla de sus alumnos de Antropología que están haciendo tesis con una vocación muy histórica y no pueden completarlas: “Estamos viendo cómo reorientamos un poco su proyecto porque los tiempos de los alumnos son mucho más cortos. Un investigador puede planear, puede modificar un poco más a mediano plazo, pero los alumnos se tienen que titular”. En quien ve que esto se resiente es en los estudiantes con intereses profundos y genuinos en temas de Historia Agraria.

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Cuenta su experiencia desde Francia, Eric Leonard, del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo (IRD), “cuya especificidad y singularidad es trabajar siempre en convenio con universidades o centros de investigación en los países donde nos implicamos y a través de estancias largas”. Dice que lo extraordinario del proceso agrario, de la reforma agraria y de lo que puede verse en los archivos, documentos y expedientes del AGA, es el proceso de ilusión de los niveles estatales y municipales en una relación directa entre comunidades y estado central. En su caso, “se buscan vías alternas. Está la historia oral, están los testimonios que se pueden recoger a través de entrevistas, trabajo de encuesta en comunidades, en el conflicto agrario interno. En mi caso, tengo acceso a testimonios, puedo hacer entrevistas con protagonistas, autoridades locales, abogados que están implicados. Es ciertamente una pena no poder acceder a los registros oficiales que dan cuenta de esos conflictos, y del seguimiento, y la manera en que la administración agraria ha tratado esos conflictos”. Continúa: “ciertos aspectos de sus investigaciones están en pausa. A través de entrevistas puede formular hipótesis, identificar gente y grupos que terminan por desdibujarse y desaparecer hasta que él pueda abrir los expedientes agrarios; un poco como ir a ciegas”.

El historiador Armando Méndez señala que el cierre les “ha afectado de una forma muy significativa, al grado de que hemos dejado de estudiar las cuestiones agrarias. Para el caso de Chiapas, que es fundamental para el sureste mexicano es básico el trabajo complementario que se tiene y que está resguardado ahí en el Archivo General Agrario. No solamente son cuestiones de tierra, sino que son aspectos sociales muy importantes”. Él ha visto, dice, que varios colegas tampoco pueden avanzar en sus proyectos.

En el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2026 no hay un apartado específico para el AGA, como sí lo hubo en otros años. Al enlace de prensa de Sedatu se le preguntó la razón por la que no aparece ese apartado, la fecha en la que abrirá el archivo y el motivo del retraso, sin respuesta al cierre de edición.

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