Por: Emilio Tecla Hernandez

Una noche fría de

, en vísperas de caminaba por la Callé rumbo a mi casa llevando conmigo las compras de la cena de , a lo lejos en un parque observé anciano con una cobija delgada que cubría su esbelto cuerpo temblando de frío con una mirada triste y perdida con lágrimas en los ojos, me acerque y sacando de mi bolsa le ofrecí queso vino y pan, y mi abrigo para cubrirse de la helada noche, el semblante de su cara se cubrió con una hermosa sonrisa de agradecimiento y diciéndome en voz baja lo agradecido que estaba por la cena, con sus lágrimas pero ya de alegría, le dije tendré que retirarme, pero podría quedarse con mi abrigo, para cubrirse del frío, agradecido puso su mano en mi cabeza y me dijo ya has sido bendecido por Dios, así mismo me levante de la banca y me aleje, y solo alcancé a ver una luz que lo iluminó y se perdió en la niebla del frío, llegando a casa vi mi abrigo en la puerta con con una nota que decía, agradezco tu vino, queso y pan que me ofreciste de cena y tu abrigo que me tapó del frío tu mas sincero amigo Jesús de Nazaret.

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