Por: Lorenzo Lazo Margáin

La construcción de la Ciudad Universitaria es, en mi opinión, la obra de arquitectura pública más trascendente de México en el siglo XX. La fuerza creativa de su trazo, aunado a la poderosa contribución de la integración plástica de los más distinguidos artistas del muralismo mexicano sintetizan un paso significativo en la creación de la nueva identidad del México moderno.

Uno de los mayores distintivos de Ciudad Universitaria es que ha sido una obra de inestimable valor hecha por mexicanos, con materiales mexicanos, ideas mexicanas y con un concepto totalmente mexicano para el desarrollo intelectual y profesional del país.

En la década de los 50 se dio la transición del militarismo posrevolucionario a los regímenes civiles, que se inició con el mandato y la visión del presidente Miguel Alemán Valdés. Así se instauró una época en la que tanto los dirigentes del país como los profesionistas se dieron la libertad de pensar en grande y de actuar en grande porque compartían el ideal de hacer de México un país próspero.

Es la grandeza que se tiene heredada de milenios de sangre indoamericana que a lo largo de generaciones nutre nuestra identidad. La magnificencia del pueblo teotihuacano, del avance científico de Chichén Itzá, la calidad artística de Bonampak y la belleza mitológica del Tajín son unos cuantos símbolos que muestran que cuando nuestro pueblo se propone algo en grande, trasciende generaciones y se reconoce al paso de los siglos.

En un momento de seria definición política, el presidente Miguel Alemán decidió nombrar al arquitecto Carlos Lazo Barreiro como gerente general de la obra, a cuyo cargo también quedó de facto el paso de un proyecto descriptivo de la elaboración del proyecto ejecutivo detallado y complementado con las soluciones de pormenores técnicos que las diversas facultades requerirían para su futuro próximo. Adicionalmente a la ejecución de la obra se sumó la verdadera responsabilidad de Carlos Lazo, que fue lograr que la Ciudad Universitaria fuera el emblema de una obra de Estado.

Es así que además de vincular a los más destacados creadores de las artes plásticas con los proyectos constructivos se logró combinar la ejecución de obra con la concepción de un proyecto académico de alcance nacional, que fuera el cimiento de una nueva etapa de liderazgos sociales en las diversas profesiones para desempeñar cargos en el sector privado, público, académico, artístico e intelectual.

Para todos los mexicanos, sean o no egresados de la UNAM, la imagen del campus universitario es una huella muy profunda. Para los hijos del arquitecto Carlos Lazo, la Ciudad Universitaria es más que una construcción, un espacio educativo o un monumento patrimonio de la humanidad; es un personaje cercano, íntimo y apreciado. La sentimos como un miembro más de la familia; es un ser que vive y se renueva con el empuje de cada generación. A lo largo de mi infancia conviví con la maqueta, los bocetos y los testimonios de muchos de los artistas plásticos y colaboradores de Carlos Lazo, quienes conservaron a lo largo de su vida la lealtad y reconocimiento a su gran labor creativa y de organización que dio como resultado la construcción de la Ciudad Universitaria.

Comparto un texto que para mí es emblemático del trascendente significado de la Ciudad Universitaria, y por ello transcribo algunos pasajes del discurso del arquitecto Carlos Lazo en la ceremonia de colocación de la primera piedra el 30 de junio de 1950:

“…Hoy en el centro del Continente en la frontera de dos razas y dos culturas, en la capital del país… que tiende sus brazos para unir lo indolatino con lo angloamericano... iniciamos otra etapa de México...

“En el Universo, ser hombre y entender lo que ello significa es el destino más alto… El hombre es sobre todas las cosas, síntesis, índice de universalidad, de universidad, porque es el único ser consciente del Universo…

“Estamos aquí, en suma, haciendo Universidad en el más amplio sentido, integrando el pensamiento, el anhelo y la labor de todos a través de la cultura. No estamos poniendo una primera piedra en el primer edificio de la Ciudad Universitaria, estamos poniendo una piedra más en la fervorosa construcción de nuestro México”.

Desde su fundación, en su peregrinar histórico, la UNAM tiene aún un gran trecho que recorrer. De ahí la necesidad de contar con los apoyos adicionales a los recursos públicos que le permitan seguir atendiendo la demanda de estudiantes y, al mismo tiempo, modernizar equipos, mejorar la planta académica y avanzar en la investigación. Por eso la importancia de que la Fundación UNAM continúe desarrollando su labor altruista de obtención de recursos complementarios al desarrollo institucional de la UNAM. Es una causa en la que todos estamos comprometidos.

En estos tiempos en los que todo el país está convocado a pensar en el futuro de México es precisamente el momento de reconocer que es a través de la educación superior de alta calidad que podremos superar los retos de nuestro futuro.

En lo personal, la Ciudad Universitaria es un recordatorio perenne de que los mexicanos debemos proponernos dar soluciones que sean más grandes que los problemas. Nos corresponde emprender proyectos de dimensión nacional que nos aseguren que el destino de México es una tarea corresponsable de todo ciudadano, y que la más noble forma de asegurar el progreso colectivo es a través de una educación que fortalezca los conocimientos, los valores y la identidad; una educación profesional que fomente la libertad intelectual, ideológica y jurídica de todo mexicano; una educación ética que libere la mente de las cadenas de los fundamentalismos y dogmas ideológicos que confrontaron a la humanidad en el siglo XX.

La misión permanente de la universidad es la búsqueda de la verdad por medio del conocimiento. El aprendizaje es una tarea continua aun después de nuestro paso por las aulas universitarias. Sabemos que en el nuevo modelo de desarrollo económico del siglo XXI la investigación aplicada al desarrollo humanista y ético, sustentado en la innovación científica y tecnológica, es una de las facetas que más impulso dará para estar en condiciones de sentar las bases del proyecto de nación incluyente, libre y justa que deberá imperar en los años porvenir.

Director General de Alemán Velasco y Asociados, S.C.

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