Hace cinco días, la hija de un amigo fue asaltada a punta de cuchillo en la colonia Los Manzanos, a unas cuadras de Polanco, una de las zonas más ricas de la Ciudad de México. Para su fortuna, sólo perdió el celular y la cartera.

Ese hecho forma parte de un patrón más amplio. Según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública, producida por el Inegi, la capital tuvo 43,069 víctimas de delito por cada 100 mil habitantes en 2017. Esa tasa fue 50% mayor que la del país en su conjunto y fue sólo superada por la del Estado de México. Ese es el primer reto de la Ciudad de México: la victimización masiva, cotidiana, y persistente.

Pero junto a ese problema tradicional, hay un reto menos masivo, pero más espectacular: el ascenso de la violencia homicida. En 2012, de acuerdo a datos del Inegi, la Ciudad de México registró una tasa de homicidio de 12 por 100 mil habitantes, algo más de la mitad de la tasa nacional. Para 2017, la tasa era 15 por 100 mil habitantes, 60% del número comparable a nivel nacional. Para 2018, aún no hay datos de Inegi, pero usando información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), es posible estimar que la tasa de homicidio en 2018 se haya ubicado por encima de 17 por 100 mil (o dos terceras partes de la tasa nacional, aproximadamente).

Dicho de otro modo, la violencia homicida viene creciendo en la Ciudad de México desde hace varios años a ritmos superiores a los del país en su conjunto. Esa escalada parece aún no haber terminado: según datos del SESNSP, el número de víctimas de homicidio doloso y feminicidio en la Ciudad de México creció 42% con respecto al mismo periodo del año pasado (Nota: la actual administración capitalina ha denunciado un subregistro sistemático de la incidencia delictiva en la administración previa, por lo cual el crecimiento real pudiera ser menor). No hay una causa única detrás del incremento de la violencia homicida, pero es posible que esté conectado con el tercer reto de seguridad de la Ciudad de México: el crecimiento de la delincuencia organizada.

El crimen organizado no es un fenómeno nuevo en la capital: aquí han operado grupos criminales sofisticados desde hace varias décadas. Pero sí se ha ido modificando su comportamiento. En específico, se ha ido extendiendo la extorsión, tanto a negocios lícitos como ilegales. La ciudad es además un territorio donde múltiples grupos entran en disputa por el control de rentas criminales (la Unión, la Anti-Unión, etc.).

Frente a este triple reto, las instituciones de seguridad y justicia de la ciudad están pobremente adaptadas. La policía capitalina es muy grande, pero es eminentemente reactiva. Sus integrantes están mal pagados, mal equipados y mal motivados. Por su parte, la Procuraduría enfrenta fenómenos graves de corrupción e ineficacia.

Hasta donde percibo, el nuevo equipo de seguridad y justicia entiende la magnitud del problema. El Secretario de Seguridad Ciudadana, Jesús Orta, está haciendo esfuerzos serios por reconfigurar a la policía. Lo mismo se puede decir de la procuradora Ernestina Godoy. Ojalá tengan el tiempo, los recursos y el respaldo político para poner a sus instituciones a la altura de los retos de la ciudad. Los que aquí vivimos y trabajamos lo pedimos a gritos.

PD: además de lo que sucede en el gobierno central, hay algunos esfuerzos interesantes en las alcaldías. Destaco dos: a) en Alvaro Obregón, acaban de instalar centros de atención a víctimas como un mecanismo para facilitar la denuncia, y b) en Benito Juárez, están haciendo esfuerzos por dignificar a los policías y acercarlos a la ciudadanía.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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