En la tarde del 22 de mayo, se desató una feroz balacera en Uruapan, Michoacán. Según las notas de prensa, un grupo de hombres fue emboscado por unos pistoleros. El resultado: 10 muertos y tres heridos.

El hecho fue ampliamente cubierto por los medios de comunicación. Todos los noticieros televisivos de la noche mostraron imágenes de la masacre. La propia fiscalía del estado emitió ese mismo día un comunicado informando sobre el incidente. Es decir, los acontecimientos no pasaron desapercibidos.

Salvo entre el equipo que recopila información de incidencia delictiva para las reuniones mañaneras del presidente López Obrador con su gabinete de seguridad.

El 23 de mayo, en el reporte sobre homicidios que publica diariamente el gobierno, solo se contabilizaron dos homicidios en Michoacán durante el día previo. ¿Dónde quedaron las víctimas de la masacre de Uruapan? Al parecer, se transportaron en el tiempo: en el reporte publicado el 24 de mayo (con información del día 23), se contabilizaron 15 homicidios en Michoacán, mientras que en el informe diario de fuentes abiertas que también produce el gobierno, se contaron solo cinco víctimas en ese estado.

¿Fue esto un incidente aislado o es una práctica recurrente entre el equipo que arma el reporte de homicidios? Tengo la sospecha de lo segundo. Por ejemplo, en el informe publicado el 20 de mayo (con datos del día 19), se contaron 13 homicidios en el Estado de México en el reporte de las dependencias, mientras que el reporte de fuentes abiertas que también produce el gobierno registró cero víctimas ¿Los medios mexiquenses no cubrieron uno solo de los 13 homicidios que supuestamente sucedieron en el estado ese día? ¿O los homicidios sucedieron en otros días y acabaron siendo contados en esa fecha? No sé, pero la primera explicación suena extraña.

Bueno, ¿y qué? Están contando los homicidios al fin y al cabo, ¿no?

Realmente no. Como se ha documentado ampliamente, la serie diaria de homicidios que produce el gobierno subestima en aproximadamente 20% el número de víctimas con respecto a las cifras que produce mensualmente el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Pero, más importante, el propósito explícito de la serie diaria es, según el propio gobierno, “proporcionar información para fines de carácter táctico/estratégico”. Es decir, está hecha para guiar las decisiones que toma el presidente en las reuniones con su equipo de seguridad. Si los hechos no son ubicados correctamente en tiempo y espacio, se introduce una distorsión en la toma de decisiones. Regreso al ejemplo de la masacre en Uruapan: el reporte publicado el 23 de mayo contabilizó 70 víctimas a nivel nacional; el del día siguiente, 92. Es decir, se habría registrado un incremento alarmante de 31% en un solo día. Pero si los diez muertos de Uruapan hubiesen sido ubicados en el día correcto, el total nacional hubiese pasado de 80 a 82 víctimas, un aumento de 2.5%. Es decir, un escenario muy distinto.

Y sí, es difícil obtener y procesar información precisa sobre homicidios en un plazo tan corto. Los totales se pueden mover en cuestión de horas por muchas razones. Las dependencias federales y los gobiernos estatales pueden tardarse en enviar la información o esta puede llegar incompleta

Pero las dificultades para producir buenos datos no es justificación para generar malos datos. Menos cuando el usuario principal de esos datos es el presidente de la República.

Alguien debería de armarse de valor y decirle la verdad al presidente López Obrador: no se puede tener de manera diaria datos sobre homicidios que sean al mismo tiempo oportunos y precisos.

alejandrohope@outlook.com.
@ahope71

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