Pensé tanto en escribir el texto o no escribirlo y como titularlo, “Lo Mejor de México es su Gente” esta frase tan trillada pero tan cierta, o como diría mi padre: “esto también pasará”, agregando, “pero no puede ni debe pasar, así como si no hubiera pasado”. La verdad es que debo confesar que, en el instante en el temblor, no sentí miedo, quizá porque no viví el temblor del 85, o porque no tengo antecedentes de un miedo como éste, o quizá simplemente porque no alcancé siquiera a sentir miedo.

Mi miedo comenzó cuando escribí de inmediato a mi hija María, para saber de Ella y de su hermana Anita, ambas estaban en la escuela; la respuesta fue inmediata gracias a dios, igual a todos mis seres queridos.

El instante fue lo de menos, lo que vino después es lo que quiero narrar solo como un testigo, de lo que ha vivido un mexicano estos días, pensé escribir de impotencia, pensé en escribir de coraje, y luego me decidí escribir simplemente para expresarme, porque estoy seguro, millones debemos sentirnos así.

Lo primero que hay que dejar muy claro, es la sensibilidad del pueblo mexicano; acababa de temblar y de manera decidida, desenfrenada, desinteresada, la gente salió a la calle; salió a la calle a levantar una piedra, salió a la calle sin siquiera la idea de que es lo que tendría que hacer; pero salió a la calle, no se encerró, no tuvo miedo, la gente fue adelante y eso es lo primero que hay que destacar de su gente, el simple hecho de salir a las calles ya es digno de admirarse.

Lo segundo, es que rápido se levanta un pueblo, un pueblo gigante; no habían pasado horas, quizá ni siquiera minutos y la gente ya estaba ayudando en las casas y edificios dañados, en las primera acciones, de esas cosas que no pueden esperar, que no requieren de una genética de organización ni de una directriz, sino del sentimiento que nace de muy adentro, para ponerse de pie, para ser valiente y para empujar por la patria de uno; eso es lo segundo que quiero destacar.

Recorrí el día posterior las calles, sin mayor idea que la de ayudar, tampoco con mucha noción, pero la buena fe, creo que siempre encuentra caminos como los de miles y millones de mexicanos, que salieron a la calle al igual que yo, para contribuir de alguna manera; no es importante el cómo, si no la sensación de que palpé a la gran ciudad, a la gran Tenochtitlán, por un lado doblada y derrumbada, por otro lado en pie y en pie de lucha, y eso a nadie puede agradecérsele más que a su pueblo, que lo hizo en un día nublado, en el que se veían por todos lados las ganas de ponerse en pie; y cuando digo ponerse en pie, no es poner en pie los edificios o poner en pie a las personas; si no poner en pie a una nación.

Y estos días, lo que he visto, lo que viví al recorrer las calles y al ver los medios de comunicación ha sido, en su gran mayoría grato; vi señoras acomodadas, salir a las farmacias acompañadas de sus hijos a comprar lo que entendían que hacía falta, vi a jóvenes millennials sin ninguna experiencia en rescate formarse para hacer una valla y levantar escombros, vi albañiles con toda su lealtad levantando losas, pero vi también en honor a la justicia, militares, policías y elementos de protección civil y vi perros y vi empleados del gobierno y vi desempleados, trabajar hombro con hombro; y es lo que más vale la pena hoy quedarnos. Cierto es, que unos cuantos ciudadanos y algunos funcionarios sin escrúpulo alguno abusaron de la situación, pero fueron en verdad los menos y solo en ellos quedara esa mancha indeleble de traicionar y robar en momentos de angustia.

No podríamos sentenciar “todos los mexicanos trabajamos unidos” si todos los mexicanos solo son algunos mexicanos; hoy no es el día de hacer una división entre unos y otros. Por supuesto que TODOS TRABAJAMOS UNIDOS, creo realmente que todos en sus diferentes trincheras han hecho lo mejor que pudieron, reiteró; todos somos todos, todos los mexicanos contra la tragedia somos todos los mexicanos contra la tragedia. Comenzar a excluirnos o dividirnos nos hará de nuevo vulnerables frente a lo que viene.

Hoy veo un país en pie y fuerte, no un país de rodillas ante las reiteradas adversidades y eso justamente eso es lo que deberíamos destacar, quiero dejar muy en claro que expreso mis más sentidas condolencias para que los que han perdido algún familiar, que perdieron su patrimonio, que perdieron la tranquilidad de poder dormir en su casa; pero tenemos que seguir adelante, tenemos no solo que ponernos en pie si no seguir caminando; hoy no es el día de las culpas ni de los culpables. ¿A quien culpar del acomodo de una placa tectónica?

Debo decir también, que sería fantástico ver esta actitud triunfadora de mexicanos en México, de mexicanos en la capital, de mexicanos en la provincia y de mexicanos en el extranjero, trabajando por México, no sólo en los días de la tragedia, esta actitud ya debería permanecer, debería quedarse para siempre, no debería apagarse este ímpetu de “Fuerza México” una frase acuñada por todos y por nadie para poder continuar adelante, para hacer de la tragedia que nos ha golpeado sin clemencia una aliciente para un mejor MEXICO; escuché en la redes muchas ocasiones decir el planeta está enojado y mi pregunta es ¿y enojado solo con nuestro país como para que tiemble dos o tres veces de manera contundente en un par de semanas? yo creo que no, la tierra responde a los estímulos del humano pero no tiene nada contra México, y México debe aprovechar estas circunstancias y estas crisis para salir adelante, para empujar fuerte, para sobreponerse a las adversidades de la naturaleza, pero también a las adversidades de los gobiernos nacionales y extranjeros, y para mostrar unidad de cara a lo que el país realmente requiere y aprovechar insisto, la desgracia que es terrible, que es dolorosa, pero aprender de ella como han hecho otros países en la desgracia la naturaleza, o en la desgracia de la guerra para ponerse adelante.

No me queda más si no decir, que lo que sigue tendrá que ser mejor que lo que hemos pasado, que lo que sigue tendrá que ser un reflejo de que hemos aprendido de nuestras desgracias, como nación, como pueblo y también como gobierno.

Como decía algo que me llego por las redes “sonríe a quien vaya a tu lado en la banqueta o en el metro, porque seguro estaría dispuesto a tomar una pala y un pico para rescatarte de los escombros” y entonces ¿es en verdad imperdonable para medios de comunicación y para un mando de la marina por repetir que había una niña Frida Sofía debajo de los escombros, y un pueblo que creyó, porque quería creer, porque necesitaba creer?

¿O es más importante el esfuerzo que se desplegó en el colegio Rebsamen de hombres y mujeres mexicanos con verdaderas ganas de encontrar con vida, a Frida o Guadalupe o a cualquier niño o adulto que estuviera debajo de los escombros? Para mi por mucho es esto ultimo.

Hemos estado tan ocupados con las labores de rescate y tratando de animarnos que no nos hemos dado tiempo ni siquiera de llorar por esos niños, por esos jóvenes, por esas mujeres, por esos ancianos que perdieron la vida, o por nuestros compatriotas que se quedaron con nada más que lo que traían puesto.

Por eso dejemos que lloren los niños, que llore nuestra gente, que llore nuestra patria, pero que llore como lloran los valientes, de pie y erguidos porque hay mucho de que sentirnos hoy orgullosos, yo recupere en estos días el orgullo de mi Nación

La tierra se cimbro; que se cimbren y afloren también nuestros mejores valores nacionales.

¡Fuerza México, Fuerza con el puño cerrado, cerrado con fuerza para sacar a México adelante!

De no ser asÍ todo habrá sido en vano

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