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Bruselas.— Mientras México busca resucitar sus obsoletas refinerías, la Unión Europea transita hacia una economía basada en nuevas tecnologías y bajo uso de carbono.

En la esfera global, la Unión Europea sobresale como uno de los mayores consumidores de petróleo, con 14% de la demanda global, sólo atrás de Estados Unidos con 20%.

Sin embargo, la demanda de petrolíferos ha ido a la baja desde 2008, de acuerdo con un estudio de Fuels Europe, división de la Asociación Europea de Refinerías de Petróleo, instancia que representa a las 41 firmas de la zona del mercado único europeo.

“En los últimos ocho años, la demanda ha caído en 8%”, detalla el informe 2018 de la asociación.

De manera simultánea, el bloque comunitario ha registrado una reducción en el número de refinerías, un sector vulnerable y costoso, más de dos terceras partes de la inversión prevista en Europa para el sector entre 2017 y 2040 será para cubrir costos de mantenimiento.

Entre los socios de la UE, Noruega y Suiza se han cerrado 100 refinerías desde 2009. Para enero de 2018, seguían operando 80 refinerías “mainstream”, de las cuales 11 se ubican en Alemania, nueve en Italia y España respectivamente, siete en Francia y seis en Holanda y en Reino Unido.

La capacidad primaria para refinar crudo es de 681 millones de toneladas, 75 millones menos que en 2010. Tan sólo en 2017, el refinamiento en la UE cayó 3.25% con relación a 2016.

En cuanto a su nivel de utilización, desde 2007 va en descenso, en la actualidad oscila en el radio de 85% de la capacidad operativa.

La principal actividad de las refinerías europeas es la producción de combustibles para transporte, principalmente diesel y gasóleo (40%), así como gasolinas (18.3%); aunque también son utilizadas para la generación de productos especializados como ceras, aceites, disolventes y asfalto.

Como parte de los compromisos asumidos en el Pacto de París contra el calentamiento global, la UE se ha fijado la meta de reducir el consumo de combustibles fósiles, lo cual acentuará la caída de la actividad de las refinerías en la próxima década.

A pesar de las mejoras tecnológicas, el transporte aún es responsable de un cuarto de las emisiones europeas de efecto invernadero. El año pasado, 49.4% de los nuevos vehículos de pasajeros registrados en la UE operaban con diesel y 44.8% con gasolina.

La Comisión Europea prevé que para el 2030, por lo menos 14% de la energía destinada al transporte deberá tener su origen en renovables.

La UE prevé reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero 80% en 2050 en relación a 1990. Para conseguirlo, más de 27% de sus necesidades tendrán origen en fuentes renovables a partir de 2030.

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