Con gran facilidad nos adentramos en la oscuridad de los recuerdos negativos.

Y no sólo eso, a veces caemos en las arenas movedizas de la obsesión (rumiando acerca de la pérdida del trabajo y de la traición de ese amigo querido) que nos impiden salir por más que luchemos. Y así podemos pasar días, meses, años, repasando lo sucedido: el penoso proceso de divorcio de hace diez años, la rabia contra tu padre por haberte hecho sentir menos o el tormento que aun después de cinco años te infringes por haber creído en tu ex.

Quizás has escuchado decir a algunas personas cosas como: “Por lo que me tocó vivir en el pasado me es difícil cambiar” o “Lo que viví me impide ser feliz ahora”. O incluso no lo dicen, pero su actitud envía este mensaje. Por supuesto, hay cosas traumáticas que necesitan atención especial, de preferencia por parte de un terapeuta, para tratar las heridas que hayan dejado.

Sin embargo, stiuaciones como decepciones, intentos fallidos, tristezas y frustraciones se pueden y se deben dejar atrás. Muchos se aferran a la idea de que un suceso pasado, como la pérdida del trabajo, o el rechazo de quien le atraía, siga afectándoles emocionalmente de forma indefinida. Pero eso que nos tocó vivir en ese momento no tiene por qué determinar nuestra conducta actual.

Lo que sucedió ayer y te estremeció, o sacudió, no tiene por qué seguir afectándote para siempre.

Mantener la idea de que “es terrible haber vivido eso”, es una forma de aferrarte con toda tu fuerza al pasado. También es una forma de jugar el papel de víctima del ayer. Insistir en recurrir al pasado y utilizarlo como excusa para no hacer el esfuerzo mental y emocional que tus condiciones presentes demandan es una forma de victimizarte. Y claro, puede ser difícil cambiar, actuar de nuevas formas, pero no imposible.

¿Haber sufrido los excesos y condicionamientos de otros, por ejemplo la gran exigencia de tu madre, quiere decir que ahora que ha pasado cierto tiempo debas seguir lamentándote? ¿Te es de utilidad quejarte y desear que hubiera sido diferente?

Quedarse atorado en el pasado significa seguir recurriendo a las mismas soluciones y estrategias que utilizaste en ese momento.

Naturalmente, esas soluciones ya no sirven hoy en día, son obsoletas, pues tú has cambiado, tu entorno ha cambiado, tus padres han cambiado, el mundo ha cambiado. Ahora cuentas con muchas más herramientas y recursos que no tenías en ese entonces: has desarrollado nuevas habilidades, te has fortalecido en muchos sentidos, cuentas con más experiencia para hacer frente a la adversidad, algunas de tus creencias se han flexibilizado.

Al utilizar las mismas estrategias que usaste antes, te pierdes la oportunidad de encontrar modos de afrontar la realidad mucho más efectivos para tu situación actual.

Quien no está dispuesto a seguir viviendo en el pasado o a permitir que éste le afecte ve las cosas desde otra perspectiva. Tiende apensar algo como: “Sí, es cierto, he vivido cosas difíciles, pero he salido adelante y aquí estoy, listo para lograr lo que me proponga”. Sabe que lo ocurrido anteriormente tiene relevancia en su vida actual, pues nuestro presente es, en parte, el resultado de las experiencias pasadas. Sin embargo, no se aferra a lo acontecido para seguir atormentándose con la frustración y el malestar vividos.

Una persona dispuesta a dejar atrás el pasado sabe que su futuro depende de lo que viva hoy, y de las decisiones que tome hoy. ¿Quieres que tu mañana sea más satisfactorio? Deja de volver una y otra vez al pasado para atormentarte. Vivir en el pasado, con facilidad te puede llevar a la depresión.

Es la lealtad a muchas ideas y creencias que incorporaste a tu pensar la que te hace sufrir hoy. Valora, cuestiona, desafía y rebélate contra esas ideas que incorporaste a tu catálogo mental y que hoy han caducado, son perjudiciales y te provocan dolor. Revisar estas creencias puede ser un primer paso para dejar de estar anclado al pasado. Soltar requiere de un proceso que involucra varios pasos. En mi próximo post veremos paso a paso cómo liberarte del ayer.

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