En un mundo que gira alrededor del precio del petróleo, la crisis de refugiados sirios, la guerra perenne en Oriente Medio y el fantasma de la crisis de la economía mundial rondando por nuestra cabeza cual buitres esperando lo inevitable, los temas ambientales pasan, casi siempre, a un plano bastante alejado de los titulares que tanto nos dan de que hablar. 

 

Ni que decir tiene que en México tenemos nuestro entretenimiento propio con actores, actrices y capos de la mafia incluidos, el precio del dólar por las nubes y la cultura de la paranoia haciendo trabajar la máquina de los “complós” al 500%. 

Río Doce, es un río ubicado en el Estado de Minas Gerais en el Sureste de Brasil. A principios de noviembre un derrame de más de 50 millones metros cúbicos de lodo y desechos minerales producidos por el rompimiento del dique en el que los almacenaba la minera Samarco, contaminó completamente la cuenca del río bajando más de 500 kilómetros hasta llegar al océano Atlántico, extendiéndose por más de 10 kilómetros de playa.  

 

A finales de noviembre se conoció que el derrame había causado la muerte de 12 personas y que 12 más se encontraban desaparecidas. Asimismo, ha dejado sin agua potable a más de medio millón de personas, sin fuente de trabajo a cientos más  y la contaminación de la zona en niveles que aún hoy no han podido ser cuantificados. 

 

El gobierno de la presidenta Dilma Rousseff presentó una demanda por más de 5,000 millones de dólares contra las empresas Vale y BHP dueñas de la mina. Sin embargo, como sabemos, estos casos suelen tomar años en resolverse y en la agenda de la presidenta Rousseff hay preocupaciones mayores (como la crisis politica que enfrenta) antes que este caso. 

 

Hoy, Río Doce es un río muerto y lo más lamentable es que, aún siendo el derrame minero más desastroso de la historia de Brasil, ha empezado a olvidarse. Un caso que a los mexicanos nos recuerda el caso del derrame del Río Sonora en Sonora en 2014 por la mina Buenavista del Cobre de Grupo Minera México donde luego de contaminar 190 kilómetros del río Sonora, 64 kilómetros del Río Bacanuchi y 17 kilómetros del arroyo tinajas, cuyo desenlace fue una multa por 22 millones de pesos y un “usted disculpe” que no subsana la afectación ambiental a mediano y largo plazo. 

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