No cabe duda  que Andrés Manuel es un torbellino que como vendaval arrasa lo que está a su paso, simplemente con abrir la boca.

Sus desafortunadas declaraciones respecto a la posible precandidatura presidencial de Margarita Zavala, levantaron pasiones y de inmediato se convirtieron en noticia importante, -no porque en sí misma o por su trascendencia lo merecieran-, sino porque logró generar movimientos telúricos en el ámbito político.

Andrés Manuel, -a final de cuentas-, es la versión local de Donald Trump, plena de autoritarismo y exhibicionismo, siempre buscando micrófonos y pantalla de televisión así como las ocho columnas de los periódicos y abrir los portales de noticias. ¿Cómo lo hace?...  picando la cresta de algún sector con declaraciones irreverentes y temerarias.

Sin quererlo logró incluso unificar criterios de apoyo hacia Margarita dentro del PAN, lo cual fue positivo para el partido.

Sin embargo, él logró su objetivo de convertirse por unos días en “trending topic” sin que alguien pudiera decir que se está promoviendo. Simplemente creó las condiciones para que sus adversarios políticos le promovieran.  Y por cierto, le dejaron “la mesa puesta”, pues sin gastar un peso en spots, la cobertura fue amplia y significativa, tal y como hizo el presidente Fox cuando quiso desaforar a un jefe de gobierno de la Ciudad de México para encarcelarlo y sacarlo de la jugada electoral. Sin embargo, el resultado fue que don Vicente creó y lanzó al estrellato  a un candidato presidencial. Por ello el gran sueño de AMLO en ese momento crucial era terminar yendo a la cárcel y convertirse en el Mandela mexicano, que desde prisión ganase la elección presidencial.

Andrés Manuel se ha forjado siempre en los grandes conflictos, victimizándose y obteniendo la solidaridad y apoyo de grandes segmentos de la sociedad mexicana, que sienten que él “es uno de ellos”.

En el caso de sus declaraciones respecto a Margarita, seguramente ni él mismo previó su impacto, pero debemos reconocer que tuvo el colmillo y perspicacia del mismo demonio para capitalizar a su favor esa bomba que dejó caer entre “queriendo y no queriendo”, porque a final de cuentas su objetivo inicial no era Margarita, sino Felipe.

Sin embargo, -como daño colateral-, Andrés Manuel dejó como damnificadas a las mujeres de su partido, -principalmente a Yeidckol-,  porque no estuvieron a la altura del debate sexista que se había desatado y quedaron como cómplices de esas nefastas declaraciones. Les faltó visión para redimensionar el tema y sacar ese balón de la cancha.

Es urgente que los partidos opositores a AMLO entiendan esta dinámica perversa que es la estrategia de Andrés Manuel, quien se ha convertido hoy en un generador de noticias. Ignorar sus declaraciones es la mejor respuesta, pues el ostracismo y la indiferencia es la kriptonita mortal para SuperAMLO.

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