Después de cada recorrido estoy convencida que no somos los mismo; las artesanas, las campesinas, las cocineras tradicionales, a las que buscamos en cada rincón de este país y que generalmente se funden en una sola persona nos cambian la vida y nuestra visión sobre el mundo y sus alrededores.

-¿Me toma una foto? dijo Doña Graciela- pero que salga bonita y estalló en risa antes de que Fernanda hiciera clik a la cámara. Parecía increíble que esa mujer solicitara una foto y menos aún que le importara verse bonita. La heredera del viejo mesón de Huitzilac, se caracterizaba por ser bragada al igual que lo fue su abuelo que andaba de arriba para abajo con los zapatistas.

Ahí está la foto del abuelo, fue mero general y llegó muy alto; decía la abuela que era un hombre de harto carácter, que naiden le podía decir que no; andaban junto al general Zapata pidiendo justicia, tierra, agua y libertad; pero resulta que se nos olvidó lo del agua, ahora hasta nos la venden para beber, como si ese no fuera un derecho; es como si le cobraran a la gente el aire que respira; sí ahí están los árboles que son de la comunidad y que producen oxigeno, lo que hacemos nosotros es cuidarlos por el bien de todos.

Pero aquí ando de parlanchina como siempre, mire no más, si se esta enfriando el champurrado y los tamales; pero hablemos de lo que me preguntó Don Enrique por teléfono, continuó la mujer sin dejar hablar a nadie más.

Resulta que hay dos maneras de hacer barbacoa, una bajo la tierra y otra en el bote, a mi me gusta más bajo la tierra, la cosa es que se cueza todo a fuego lento durante muchas horas.

Pero he pensado mucho, en lo que comían en la Revolución y como dice Don Enrique todo lo que corre, se arrastra o vuela va directo a la cazuela y más en aquellas épocas; que me acuerdo que en los madroños crecen unas bolsitas que están llenas de insectos que se comen creo que son cacomixtles; de eso comía el abuelo; me contaba la abuela, que murió de 98 años, pero que andaba con el abuelo desde los doce, la chamaca se enamoro del revolucionario y se escapó con el.

Pero hay que decir que la barbacoa, aunque ahora nos la topamos en cada esquina, era un platillo ceremonial, que se relacionaba con las mayordomías, así es que pa´la fiesta que vamos a tener en casa de Fernanda que les parece que sirvamos una barbacoa ritual, la haré en un bote para no complicarnos la existencia, llevaremos las pencas del maguey, las asamos, la ponemos a cocer y cuidamos que el caldo caiga en el fondo del bote para tener un buen consomé.

Así es que ya está, llevamos pulque blanco y de tuna, como se acostumbra por estas tierras, llevaré a las tortilleras y echaremos gorditas de chales y sopes, como los que les preparé hoy, pero dejémonos de tanto güirirgüir y disfrutemos de los sopes y del champurrado que les preparé. Gracias niña ya vi mi foto  y como dije salí bien guapa.

Manolita Recomienda.- Catalogado como un vino muy bueno, con 88 puntos según la guía de vinos mexicanos, Tractor Rojo del Valle de Guadalupe, siempre me trae buenos recuerdos. La historia del nombre de ese vino tinto que es un ensamble de Syrah con un toque de Cabernet Sauvignon, siempre me ha agradado y es que el dueño del viñedo tenía en sus tierras abandonado un viejo tractor rojo, que había sido su primer compañero en las labores del campo; el tractor rojo fue sustituido por maquinaria moderna y se fue quedando ahí como parte del paisaje; el propietario se negaba a venderlo y mucho menos a regalarlo, así es que un buen día, dicen, tomó la determinación de volverlo a pintar de rojo como cunado era nuevo; el viejo tractor hoy forma parte de los activos de la empresa y en honor a el G. Salinas Negociador en Vinos, produce el vino Tractor Rojo

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