Por Regina Tamés, directora de GIRE

Hace una semana se dio a conocer la noticia de una niña, hoy conocida como Citlatli, quien sufrió una agresión sexual cuando tenía 13 años. Como consecuencia, quedó embarazada sin que las autoridades quisieran practicarle un aborto, a pesar de haberlo solicitado y ser su derecho. Si tan sólo el ministerio público le hubiera dado la información sobre la anticoncepción de emergencia, quizá esto se habría podido evitar.

Cuando supe que Citlali vivía en Sonora pensé que era cuestión de tiempo para que le hicieran la interrupción, pues justamente hace un año acompañamos otro caso de una niña que también estaba embarazada resultado de una violación y las autoridades, apoyándose en la Ley de Víctimas, le realizaron el aborto en los . Pero las horas y días pasaron y la postura de las autoridades de no interrumpir el embarazo a Citlali seguía firme. No entendíamos qué pasaba y fue entonces que nos enteramos que la justificación – o excusa – para negar el derecho se basaba en la reclasificación que hizo un juez del tipo de penal de violación a estupro. Las cosas empeoraban, pues ahora se dudaba del testimonio de Citlali, ya que el juez señalaba que había consentido la relación sexual.

Hicimos saber a las autoridades que de acuerdo con la Ley de Víctimas y la reciente actualización de la NOM046 Guía técnica para atención de casos de violencia sexual contra mujeres , no importaba la determinación del juez. Bastaba con la confirmación del embarazo y el testimonio de la víctima de que éste era resultado de una agresión sexual. Citatli no necesitaba siquiera que su padre estuviera de acuerdo con la decisión. Ella podía elegir tener un aborto por sí sola. Pero ni así. Prefirieron evadir la norma e incluso llegaron a ofrecer pagar el boleto de avión para que la niña viajara a la Ciudad de México a realizarse la interrupción ¿cómo justificarían estos gastos?

Una historia llena de injusticias. Aquí la pobreza y discriminación no estaban ausentes. Este es solo un caso de muchos que recibimos en GIRE mes con mes. Historias similares incluso de niñas hasta de 10 años de edad. En nuestro país, la mayoría de los embarazos en menores de 14 años son producto de una violación. México ocupa el primer lugar entre los países de la OCDE por los altos índices de abuso sexual, violencia y homicidios en contra de menores de 14 años.

La mayoría de los casos de violencia sexual en contra de niñas son de familiares como hermanos, padres y abuelos o personas cercanas. Desgraciadamente, estas historias no son nuevas, recordemos el caso Paulina que llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2000, quien a sus 12 años también resultara embarazada luego de sufrir violencia sexual. ¿No es capaz el Estado de dar una respuesta a estas atrocidades?

Detrás de toda esta compleja historia jurídica, se encuentra Citlali, una niña huichol originaria de Durango que vive en Sonora con su papá y sus dos hermanos. El papá trabajaba en el campo, pero desde lo sucedido tuvo que abandonar su trabajo para buscar una respuesta de las autoridades que le permitiera proteger a su hija. Esto implicó que dejara de percibir un sueldo, que era el sostén de la familia.

Qué gran dicha conocer a Citlali y a su familia. El padre, a pesar de su desconocimiento de la norma y de enfrentarse una y otra  vez con pared, no dejó de luchar al lado de su hija. Se dice fácil pero la valentía y perseverancia de padre e hija son una gran inspiración.

A pesar de llevar 15 años trabajando en derechos humanos y reproductivos me sigo haciendo las mismas preguntas, las cuales comparto con las personas que conformamos Gire, ¿por qué la gente se obsesiona tanto con el tema de aborto?, ¿por qué no indignarse al conocer que una niña ha sido agredida sexualmente?, ¿por qué imaginar siquiera la posibilidad de imponerle a una menor una maternidad forzada?, ¿sería distinto si fuera alguien cercano, una hija, sobrina, o es distinto por no conocer a Citlali?

Cada vez que recibimos un caso en donde la agresión sexual es la que origina el embarazo de una niña; vuelven las preguntas. La diferencia con Citlali es que se hizo público. Y la ventaja es que se permite abrir los ojos ante una realidad cotidiana en nuestro país.

Este lunes tuvimos una reunión con las autoridades de Sonora, gestionada por la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM). Participó el padre de Citlali para expresar las pretensiones que tanto él como su hija esperan con el fin de que se reparen las violaciones a derechos humanos ocurridas. Fue una reunión positiva, se mostraron abiertos a cumplir con las peticiones y, desde GIRE, daremos seguimiento cercano para asegurar que se cumplan.

Igualmente presentamos, como sus representantes legales, un amparo contra la secretaría de salud por la negativa de aborto legal. La negativa señala que el artículo primero de la constitución federal protege la vida desde la concepción, pero en realidad se trata de una iniciativa de ley presentada por el PAN que no se discutió ni mucho menos se aprobó. El amparo puede sentar un precedente importante para que estos casos no se repitan. También acordamos colaborar en la formación del personal de salud sobre cómo actuar cuando se enfrente a casos como el de Citlali. Es importante que la ley se cumpla. De nada sirven derechos en el papel, si no se cuenta con los mecanismos para que sean realidad.

Citlali volverá a la escuela en un par de semanas, esperando que este capítulo haya quedado atrás. Las heridas de la agresión no se borrarán de su memoria, pero mirará hacia adelante para perseguir sus sueños como cualquier niña. Hoy, se le ve sonriente jugando con sus hermanos y eso es lo más relevante de esta historia.

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