
Golpe de timón… obligado
Hay un cambio en la estrategia de seguridad de México, el problema es que responde en gran medida a las amenazas de Trump más que a una convicción propia.

Hay un cambio en la estrategia de seguridad de México, el problema es que responde en gran medida a las amenazas de Trump más que a una convicción propia.

Lo que llegó fue la división entre las que antes hacíamos alianzas para luchar por nuestros derechos sin importar nuestras diferencias. También la soberbia, la polarización, la falta de empatía con las víctimas, y la indolencia y frialdad como signo de la casa.

El oficialismo nos pide unidad nacional. Y los mismos que apenas ayer descalificaban, insultaban y excluían a quienes no piensan igual, hoy se llenan la boca con llamados a la unidad.

Junto con el reconocimiento pleno del trabajo en el hogar, aspectos de una política nacional que debiera ser el eje de cualquier gobierno, sobre todo si es encabezado por una mujer.

En un país en que las cárceles están llenas de inocentes, el gobierno supuestamente humanista ha decidido continuar por el camino punitivo al apostar por la privación de la libertad.

Tanto cinismo sería una anécdota si no estuviera de por medio el patrimonio de millones de trabajadores, a cuyas organizaciones les toca ahora la resistencia para frenar esta intentona.

Lejos de lo que nos dicen, no hay nada más neoliberal que el Estado se adelgace destruyendo instituciones y políticas públicas, y trasladando sus responsabilidades a las personas.

En nombre del pueblo se han destruido instituciones democráticas manchándolas -sin prueba alguna- con el estigma de la corrupción para debilitarlas y proceder así a su asalto. Mienten.

El dolor, la impotencia, el baño de sangre en regiones de nuestro país, no parecen importar ni son parte de las preocupaciones centrales del actual gobierno. Gobernar no es solo hablar todos los días frente a un micrófono.
