Lo positivo de los debates electorales se puede resumir en un punto: son una herramienta excelente para demandar a los gobernantes que cumplan lo que prometieron en campaña. Lo negativo, específicamente del tercer y último debate presidencial, lo resumo en cinco aspectos.

Primeramente, el formato. Más que debate, el ejercicio pareció una mesa de análisis , dado que la mayor parte del tiempo, cada candidato respondía a una pregunta distinta, lo que disminuía su posibilidad de réplica, y generaba discusiones menos profundas. Además, contaban con un tiempo muy limitado : incluso los moderadores hablaban más que ellos al plantear y contextualizar sus preguntas.

En segundo lugar, los candidatos no lograron hacer uso de un vocabulario apropiado para comunicar sus propuestas con el público. En particular, Anaya y Meade, que eran los que más debían preocuparse por destacar, empleaban terminologías complicadas, que resultan comprensibles sólo para personas especializadas e interesadas en el debate o en los temas a discusión. Sin embargo, un buen orador se adapta a su público, y en México, por múltiples factores, la mayoría de los ciudadanos manejamos un lenguaje mucho más sencillo. El que sí logra comunicar un poco más es AMLO, con su famosa escapatoria “ vamos a acabar con la corrupción ”. Es una afirmación simplista, pero es gracias a la sencillez de su lenguaje, que este mensaje logra quedarse en el ideario público. No se trata de formular argumentos vacíos, pero sí comprensibles. Si desean hacernos poseedores de un lenguaje más culto, el debate no es el momento: inviertan más en educación después.

Como tercer punto, los candidatos no fueron concretos, ni en sus respuestas ni en sus propuestas . Para responder, primero divagaban y contestaban en los últimos diez segundos, sin explicar los “cómos” de las promesas que enunciaban. Y no faltaba la crítica hacia la administración de López Obrador, sobre todo por parte de Meade, cuando ni siquiera era un tema relacionado a la pregunta que se le hacía. No supieron mantenerse concentrados en sus propuestas y en su marca personal: en el por qué ellos serían distintos.

Además, el debate se lució por sus promesas utópicas . Parece que cualquiera de nosotros puede debatir igual que ellos, pues mucho de lo que mencionaron como “propuestas” son descripciones del México ideal. Por ejemplo: “Tener conectividad a Internet en todo el territorio”, o “Tendremos maestros mejor pagados”; o “La Reforma Educativa se aplicará de mejor manera”, etcétera. Perfecto, pero, ¿Cómo lo van a lograr? No se dice. Así, es muy fácil afirmar.

He dejado para lo último lo que más tristeza me causa: que los candidatos demuestren que no están suficientemente informados . Por poner un ejemplo, cuando hablaron de la Reforma Educativa, sólo lo hicieron desde la evaluación docente, cuando también comprende una Nueva Propuesta Curricular y Pedagógica, a la que nadie hizo mención. También dicen que a dicha reforma van a hacerle algunas mejoras, y para ello, además de los expertos, van a escuchar a los maestros, padres de familia, y a todos los actores de la educación. Pero eso ya se hizo para elaborar la Reforma actual, y nadie habló de ello, lo que significa que ni siquiera la conocen. Lamentable que no pueda percibirlos, entonces, como una fuente de información confiable.

Estas críticas no llevan un propósito destructivo, de desmotivación, o de señalar que “todo está mal”. Muy por el contrario, debe reconocerse que el INE haya implementado tres ejercicios análogos, y que se genere más apertura de participación y crítica ciudadana .

Por consiguiente, las críticas deben tomarse para trabajar en los cambios que son pertinentes para conseguir una democracia más deliberativa y consolidada. Para trabajar en que el debate sea una práctica más inculcada en la sociedad; en que los candidatos estén debidamente preparados; y en que los ciudadanos nos informemos acerca de las propuestas mencionadas en estos espacios. Quizá los candidatos ya nos fallaron en comunicarnos apropiadamente sus propuestas, pero para no quedarnos en el lamento, la opción que tenemos es buscar la información por nosotros mismos . Afortunadamente, existen sitios web como Verificando , decenas de bloggers y de analistas, en donde la documentación es mucho más sencilla.

Busquemos de manera individual, con nuestros amigos, con nuestra familia, y tengamos presente dicha información. Nos va a servir después, para “reclamar” en caso de que lo prometido no se cumpla. Y en ese supuesto, no podremos permanecer callados. El cumplir con nuestro deber ciudadano no implica sólo votar, sino también, (y más importante aún) participar. Cumplamos con las dos encomiendas, y que el buen destino de México, no quede por nosotros.

sofiglarios@hotmail.com

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