A pesar de los esfuerzos de organismos internacionales y de muchos analistas para sostener la narrativa de una economía global acoplada en su ciclo económico, las cifras muestran un desacoplamiento. Este es aun más revelador en la parte más sensible de la globalización: el crecimiento del comercio mundial.

Es lo más sensible porque el comercio de bienes es la primera vía del intercambio global, pues precede a la inversión directa y en muchos casos la determina; así como a otros flujos de capital o participación en propiedades en otras partes del mundo.

Una forma simple de apreciar el desacoplamiento es comparar la tasa de crecimiento del comercio de bienes y servicios con la tasa de crecimiento de la producción (PIB). Es fácil entender que el comercio normalmente crece más rápido que la producción porque un país no produce todo lo que sus pobladores quieren o necesitan comprar.

Conforme el ingreso por habitante aumenta, los gustos de los consumidores se diversifican y hacen que las importaciones aumenten más rápido que el ingreso.

Con la creciente apertura económica global en la década de los 1970s, el comercio internacional de bienes y servicios creció a una tasa 5 veces la tasa de crecimiento del producto mundial en esa década. Aparte de una breve recesión en Estados Unidos, el PIB mundial tuvo la mayor tasa de crecimiento desde entonces y hasta ahora (3.9%), pues los países asiáticos no desarrollados se convirtieron en exitosos exportadores.

En la década de los 1980s, el crecimiento del PIB se desaceleró a 3.0% promedio, y el comercio mundial sólo creció 2.4 veces la tasa de crecimiento del PIB, cifras menores a las de la década anterior.

El crecimiento del comercio mundial se fortaleció en la década de los 1990s, en parte porque se trató de una década de optimismo sobre la economía mundial, el clímax de la globalización y la multiplicación de oportunidades comerciales en muchos nuevos países, incluyendo Europa del Este.

Aun cuando el crecimiento del PIB promedió fue aun menor (2.7%) que en la década anterior, el múltiplo del crecimiento del comercio mundial sobre el del PIB resultó muy similar al de la década anterior.

Entre 2001 y 2007, bajo el impulso de crédito bancario e hipotecario desbocado en las economías más grandes, el PIB mundial aceleró a 3.4% anualmente, en tanto que el comercio mundial creciera 12.1% por año.

Esto mejoró temporalmente el múltiplo de crecimiento de comercio sobre crecimiento del PIB a 3.6 veces. La recuperación sería insostenible, sin embargo, por estar basada en una gran burbuja de crédito.

Una vez que la Gran Recesión golpeó a todos los países y que cada uno trató de superarla a su manera, recurriendo al endeudamiento del estado para rescatar bancos y a tasas de interés históricamente bajas o negativas, es claro que el comercio mundial se desaceleraba con rapidez.

Así, entre 2011 y 2017, el crecimiento global apenas llegó a 2.8% anual y el de las exportaciones globales a 3.1%, al dejar fuera los dos años, la gran recesión (2009) y el rebote en 2010.

Lo que revela esta comparación por distintos periodos es que el crecimiento del comercio global ha sido víctima de la desaceleración económica y de la recesión. Esto nos permite entender los sentimientos de inseguridad que surgen entre la población trabajadora y las medidas proteccionistas de sus gobiernos sobre industrias, servicios y agricultura.

La llegada de este proteccionismo tomó mucho tiempo después de la Gran Recesión porque los paradigmas de libre comercio, migración y apertura económica indiscriminada estaban muy arraigados. Pero ya no lo están tanto.

Analista económico. rograo@gmail.com

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