Nadie en Nicaragua quiere caer preso en El Chipote… en cualquier otro lugar menos en los aterradores calabozos de esa estación policial en el corazón de Managua que arrastra décadas con fama de espeluznante por la inmisericordia de las técnicas que los verdugos aplican a los “visitantes” que, contra su voluntad, llegan a sus mazmorras.

Un historial de tortura alimenta los testimonios de pavor y odio que surgen de El Chipote. Encubierto en la institucionalidad como Dirección de Auxilio Judicial (DJA) de la Policía Nacional de Nicaragua, funciona en la misma zona del antiguo búnker que, instalado en el centro de la vieja capital derruida en 1972 por un terremoto, fue uno de los símbolos del poder implacable de la dictadura somocista, que gobernó en ese país hasta 1979 y por más de 45 años.

“El Chipote es un centro de torturas y lo opera [el presidente nicaragüense, Daniel] Ortega, porque él es el máximo jerarca de la policía”, acusó el nicaragüense Marcos Carmona, secretario ejecutivo de la (no estatal) Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH). “Allí les aplican choques eléctricos a los detenidos, los aíslan. Les hacen torturas sicológicas. No hay ventilación, hay total oscuridad, humedad, zancudos”, recalcó.

Pese a los llamados telefónicos y a los mensajes enviados por EL UNIVERSAL a los portavoces de la policía, no fue posible obtener su reacción a las acusaciones relacionadas con El Chipote.

Las denuncias se registran en un contexto de deterioro político y democrático en Nicaragua del que se culpa al régimen de Ortega, quien siempre rechaza los cuestionamientos.

La CPDH y el (no estatal) Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) acusaron que las atrocidades en El Chipote son sólo un ejemplo del escenario general de violaciones a los derechos humanos en Nicaragua que atribuyen a Ortega, candidato por el gobernante y ex guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) a reelegirse el próximo domingo para asumir en enero de 2017 un tercer gobierno consecutivo de cinco años desde que retornó al poder en 2007.

Sin rivales de fuerza en la oposición, Ortega es seguro ganador de los comicios, con su esposa, Rosario Murillo, como aspirante a la vicepresidencia.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Carmona afirmó que “lo que no entendemos es que ese centro de torturas, que tiene más de 90 años, no haya sido cerrado”. “Por allí pasó Ortega y sufrió torturas”, dijo, al recordar que el ahora presidente fue prisionero, de 1967 a 1974, de la dictadura somocista como insurgente del FSLN.

Otros nicaragüenses que llegaron a ser presidentes y estuvieron detenidos en ese sitio fueron Arnoldo Alemán, gobernante de 1997 a 2002, y Enrique Bolaños, mandatario de 2002 a 2007. Carmona relató que en la revolución sandinista, que gobernó de 1979 a 1990, Alemán y Bolaños fueron llevados a esa unidad “por discrepar” con el FSLN y que Ortega y los sandinistas mantuvieron El Chipote en operación para someter a sus enemigos.

En sus gestiones presidenciales posteriores a la revolución sandinista y a la dictadura somocista, Alemán y Bolaños tampoco clausuraron el lugar. “Si ese es un centro de torturas, ¿por qué esos presidentes nunca lo cerraron? Le dan oportunidad a que un mandatario tenga ese centro para estar intimidando a los nicaragüenses”, aseguró el activista.

Por eso, nadie quiere caer preso en El Chipote.

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