Para quien hubiera tomado en serio las advertencias de Margarita Zavala desde hace varios meses, en sentido de que podría abandonar su partido para buscar la candidatura presidencial por fuera, no hay sorpresa alguna. Inmediatamente después de la elección de 2016, en la que el PAN salió bien parado y se abrió la posibilidad de regresar a la Presidencia, escribimos en este espacio: “Si (Zavala) siente que le juegan sucio, podría cumplir su amenaza de irse por la libre. Así, la victoria blanquiazul de hoy podría implicar su derrota de mañana si no logra resolver su contienda interna sin fisuras. Quienes de verdad creen que Margarita es la candidata inevitable, no han visto al elefante que entró en la sala” (13/VI/16). Muchos no creyeron en las advertencias de Zavala. Apostaban a que aceptaría una negociación con Anaya para no dividir el partido (y así favorecer tanto al PRI como a Morena). Ambos bandos jugaron a “gallina”… y ninguno se hizo a un lado.

Los calderonistas ya habían mostrado que cuando no logran su propósito, prefieren dividir al partido provocando la derrota de su rival interior en la elección federal (como hizo Felipe en 2012). Desde luego, Margarita supo que la posibilidad del Frente “Ciudadano” por México le era adversa, pues ella no tendría ninguna probabilidad de ser aceptada como abanderada por el PRD. El Frente fue, ha sido y seguirá siendo, una estrategia de Anaya en su favor, y así lo denunció numerosas veces Zavala. Se ha dicho que Ricardo Anaya es el Roberto Madrazo del PAN; desde la presidencia de su respectivo partido, ambos forzaron las cosas para convertirse en el candidato presidencial (si bien nada es aún seguro para Anaya). Y al hacerlo, dividieron a su partido. El PRI quedó en 2006 en tercer sitio; al PAN podría ocurrirle otro tanto (como de hecho ya le ocurrió en 2012, también por divisiones internas aunque menos graves que ahora). Entonces salió del PRI Elba Esther Gordillo, ahora lo hace del PAN Zavala, ambas portadoras de un buen número de votos.

Habrá que ver lo que las encuestas reportan presentando a Margarita ya como independiente, separada de lo que fue su partido hasta ayer). Algunos calculan que dicho voto podría ser de hasta 15 %. Quizá sea demasiado, pues varios simpatizantes de Zavala harán quizá lo que no quiso hacer su favorita; plegarse al hecho consumado de una candidatura impuesta (o más bien, autoimpuesta) desde la cúpula para así darle a su partido más probabilidades de triunfo. Pero muchos otros seguirán en su rebeldía a Margarita. Mas suponiendo que Zavala congregara una votación más modesta, digamos 5%, serían suficientes para quitarle al Frente (o al PAN, en su caso) el empuje que hasta ahora ha mostrado. En una elección cerrada, como seguramente lo será la de 2018, cinco puntos de votación serán seguramente determinantes.

Pero aún queda la duda de si los calderonistas, siendo que su candidata queda sin posibilidades reales de triunfo (sin el respaldo formal de su partido difícilmente seguirá siendo competitiva, como lo fue hasta ahora en todas las encuestas), decidirán o no emitir un voto útil por alguien con posibilidades de triunfo; ¿por quién? por José Antonio Meade, en caso de quedar como candidato del PRI. Sería una forma racional de dar dos golpes de manera simultánea; ayudar a que sea derrotado quien (en su óptica) provocó la ruptura de su partido (Anaya), y vencer también a Andrés López Obrador. Eso sugieren los dichos de senadores calderonistas, como Ernesto Cordero (“Meade sería un gran presidente”) y Javier Lozano (“No hay comparación entre Anaya presidente y Meade presidente”). Serán muchos los panistas que seguramente pensarán de manera similar. Margarita podría así quedar con una votación formal reducida, pero su salida habrá sido la causa de que un número incalculable aún de panistas decida emitir su voto hacia un no panista.

Analista político. @JACrespo1

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