España ha votado, España votará de nuevo antes de que termine el mes, para las elecciones legislativas europeas. Y votarán también esos británicos que no saben si el Brexit los sacará de la Unión Europea o se perderá en las arenas de la política politiquera. Europa sigue siendo una gran potencia económica, un gran mercado, una gran suma demográfica; sigue siendo un enano político, diplomático, militar y su estancamiento económico se debe, en buena parte, a su baja natalidad y al envejecimiento de su población, algo que vuelve inevitable la llegada de inmigrantes que despiertan xenofobia, nacionalismos cerriles y demás patologías sociales.

En esas pocas líneas están contenidos todos los retos que enfrenta una Europa amenazada por los Estados Unidos de Trump, la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping, amenazada internamente por las fuerzas populistas de derecha que son, abiertamente, sus enemigas. No han faltado las Casandra y los Jeremías para profetizar, si no catástrofes, a lo menos graves insuficiencias. El éxito comercial y económico de Europa es un hecho, pero un hecho histórico, lo que significa que pertenece al pasado. ¿Tiene futuro? Fuera de Polonia, ningún país de la Unión logra un crecimiento sostenido, ni Alemania, y tampoco logra bajar la tasa de desempleo, cuando los Estados Unidos consiguen la más alta tasa de empleo en muchos años. Las agresivas políticas comerciales de Trump y de Xi, si bien van en sentido contrario, proteccionismo americano contra “dumping” chino, amenazan a una Europa que espera que la Organización Mundial del Comercio remedie la situación. Vana espera. Además, China ha logrado dividir la Unión: los países del Este, los Balcanes e Italia ven con esperanza sus inversiones, Europa occidental les tiene miedo.

El año 2018 ha visto los gastos militares mundiales romper todos los récords, menos en el caso de Europa. Estados Unidos, China y Rusia se lanzaron en una carrera armamentista que va para largo. ¿Europa? Trump tiene razón cuando despotrica y amenaza con salir de la OTAN: el total de los gastos militares de todos los países de la Unión, si bien se acerca al gasto chino, no tiene la misma eficacia porque no existe un solo ejército, con un solo mando, un solo estado Mayor general, un armamento unificado. Sin hablar de los efectivos que son ridículos frente a los de China y Rusia. Es más, Europa, lejos de aumentar su esfuerzo militar, se ha relajado. Simbólicamente, quizá pensando tranquilizar a Trump, ha lanzado una “cooperación estructurada permanente”; palabras, palabras. Mientras tanto, los pilotos franceses ven reducir cada año las pocas horas de vuelo que les otorga el presupuesto; no se renueva el material; los efectivos operativos, que son muy pocos, están casi todos batallando en varios países africanos amenazados por el Califato y sus aliados. En realidad, Europa es indefensa y sigue contando con que Washington no le retirará su escudo protector. No debería hacerse tantas ilusiones. Es su debilidad militar, su inexistencia política que explica los éxitos de Putin en las provincias orientales de Ucrania.

A propósito de Ucrania, llama la atención la capacidad de Rusia por armar y difundir un discurso eficaz sobre el sentido de su intervención, mejor dicho, su apoyo a sus “compatriotas víctimas de la opresión de los fascistas de Kiev”; Moscú niega, contra toda evidencia, su intervención. La Unión es incapaz de hacer el esfuerzo equivalente y Ucrania ha de sentirse abandonada, para no decir traicionada. ¿Y qué decir de la poderosa influencia de Russia today, de su apoyo a Le Pen y a todos los populistas de derecha en Europa? Sin hablar de los trolls y demás hackers.

Misma incapacidad europea frente al tuiteo cotidiano de Donald Trump y al discurso chino sobre el desorden internacional. Cuando la Armada china intercepta una fragata francesa en el estrecho de Taiwán —son aguas internacionales, pero como Pekín considera Taiwán como una provincia suya, quiere que las aguas sean suyas también—, la Unión no dice nada. Eso sí, cuando son buques norteamericanos de su poderosa flota del Pacífico que surcan esas aguas, nadie los intercepta.

Hasta no verte, querida

Europa. Historiador

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