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La petición para extraer una porción de las cenizas del arquitecto Luis Barragán de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres para convertirlas en un diamante en bruto de 2.2 quilates reveló una serie de lagunas sobre quién se encarga de administrar y resguardar los restos de los personajes que ahí se localizan.

Aunque oficialmente no se reveló la intención de la exhumación, la petición hecha al ayuntamiento de Guadalajara, el 22 de abril de 2015, por Hugo Barragán Hermosillo, sobrino del arquitecto, fue tan inusual que las autoridades municipales no tuvieron clara la ruta a seguir y preguntaron tanto al Congreso del estado como a la Secretaría de Cultura, las cuales prácticamente dejaron la decisión en manos de la administración local, encargada del mantenimiento de la Rotonda.

Así, al tener que resolver, el ayuntamiento tramitó la petición como si fuera una exhumación común; sin embargo, no existe el permiso de la Secretaría de Salud que exige el reglamento municipal para este tipo de acciones.

Los documentos informan que esta parte de la historia sobre el controvertido proyecto de la artista Jill Magid [convertir una parte de las cenizas de Luis Barragán en un diamante] señalan que el proceso para extraer los restos mortales del único mexicano que ha ganado el Premio Pritzker —considerado el Nobel de Arquitectura— tardó cinco meses en los que la administración municipal intentaba hallar en otras instancias cómo proceder.

El 22 de abril del año pasado Barragán Hermosillo, a nombre de la familia Barragán, “descendiente y dueña de los restos mortales del arquitecto” solicitó al entonces alcalde de Guadalajara, Ramiro Hernández García, autorización del ayuntamiento para la exhumación porque necesitaban sacar “una pequeña y simbólica cantidad de ceniza de la urna”.

En el documento hizo saber que todo el proceso sería documentado en foto y video, ante notario; que un experto realizaría la maniobra y que los gastos correrían a cargo de la familia.

Por orden del primer edil, el 28 de abril de 2015 el secretario general del ayuntamiento, Jesús Lomelí Rosas, solicitó información al director del Registro Civil municipal, José Ricardo Carrillo Almeida, sobre el procedimiento que debía seguirse.

Considerando que el 28 de febrero de 2002 el Congreso de Jalisco nombró “Benemérito Ilustre” al arquitecto Luis Barragán y autorizó el traslado de sus restos a la Rotonda, el ayuntamiento tapatío solicitó la opinión de los legisladores mediante un oficio fechado el 30 de abril de 2015.

La solicitud se turnó el 13 de mayo a la Comisión de Cultura, entonces presidida por el diputado Julio Nelson García Sánchez; aunque en los archivos de la Comisión de Cultura no hay registro de una respuesta oficial, en el documento que el ayuntamiento envió a la Secretaría de Cultura para pedir su opinión dice que García Sánchez deslindó del asunto al Poder Legislativo argumentando no tener facultades.

El 9 de junio de 2015 la secretaria de Cultura del estado, Myriam Vachez, respondió al ayuntamiento que la dependencia a su cargo aprobaba “el retiro momentáneo”.

Ante esta información, el ayuntamiento procedió como si se tratara de una exhumación común, sin embargo, el artículo 33 del reglamento de panteones del municipio señala que quienes pretendan realizar una exhumación, deben presentar la autorización de la Secretaría de Salud del estado. Consultada ésta, negó la existencia de algún trámite sobre el caso.

En opinión de la diputada Kehila Ku, presidenta de la Comisión de Cultura del Congreso, esta situación obliga a revisar la Ley de Beneméritos para clarificar y especificar a quién le corresponde intervenir en este tipo de procesos.

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