Para 628 mexicanos este miércoles fue como un día de fiesta. Sacaron sus mejores atuendos para asistir a una ceremonia especial: rendir protesta como diputados y senadores del Congreso de la Unión. Muchas sonrisas, besos, abrazos y fotografías, en un espacio que en legislaturas recientes se ha caracterizado por la división, el enfrentamiento, el ataque verbal y un escaso diálogo constructivo.

El sábado comienza una nueva Legislatura, la 64, que tendrá sobre sus hombros la responsabilidad de devolver a ambas cámaras su lugar como generadores de leyes y acuerdos que beneficien al grueso de la población y contribuyan al desarrollo nacional.

En los últimos sexenios los legisladores, en especial los diputados, han tenido en sus manos la posibilidad de aprobar un gasto público orientado a paliar las necesidades de la población o a combatir la inseguridad por medio de medidas para generar corporaciones policiacas modernas y capacitadas, pero no ocurrió así. Por el contrario, privilegiaron millonarias partidas a sus grupos legislativos y aprobaron sin asomo de duda recursos para contar con prestaciones que prácticamente ningún trabajador de este país tiene, baste recordar el bono “secreto” que se otorgaban a fin de año.

Dirigentes de las bancadas de Morena han ofrecido eliminar las millonarias prestaciones así como “excesos, privilegios y abusos”. Han estimado ahorros por arriba de 4 mil millones de pesos si se recortan viajes, viáticos, seguros médicos mayores y de vida, vales de gasolina, alimentos y el número de comisiones. Las expectativas de la ciudadanía son altas, ante las promesas de hacer las cosas de manera distinta.

A partir del próximo 1 de septiembre el Congreso iniciará labores en un escenario que será dominado por un grupo legislativo mayoritario, que al sumar a aliados podrá aprobar reformas constitucionales de manera relativamente sencilla. Sin embargo, la participación del resto de las bancadas no debe ser meramente contemplativa. Aunque cuentan con presencia reducida, tienen la oportunidad de presentarse como una voz alternativa a lo que presumiblemente será un coro grupal. La oportunidad que dejaron ir anteriores legislaturas, pueden recuperarla ahora.

Por mucho tiempo el Congreso se alejó de las causas sociales y pareció vivir en una burbuja en la cual los recursos económicos fluían sin problema, contrario a la situación de la mitad de la población, que vive en pobreza. Es tiempo de reivindicación. La última palabra la tienen los legisladores, si no, que la nación se los demande.

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